Pedido

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Cuando era más joven, Soobin creía que las parejas permanecían juntas para siempre luego del matrimonio, justo como en los cuentos de hadas que solía leer antes de dormir o las comedias románticas que pasaban por televisión. Para el Soobin adolescente, el concepto del divorcio no existía, no era algo tangible en la realidad en la que vivía.

Era gracioso mirando atrás.

— ¡Feliz cumpleaños!

Sus hijos seguían adormilados cuando entró a su habitación con el pastel que había comprado la noche anterior. Max y Chris cumplían siete ese día y aunque técnicamente su fiesta no sería hasta el sábado, quería consentirlos. Luego de cantar el feliz cumpleaños entre risas, Soobin los instó a apagar las velas y después de darles un beso de buenos días, los ayudo a prepararse para la escuela. Desayunaron pastel. Cualquier otro día habría alimentado a sus hijos con algo cien veces más saludable, como fruta, pero ese día se trataba de una ocasión especial.

Mientras comían, su teléfono sonó. Era Yeonjun, su ex esposo. Respondió al tercer timbrazo.

— ¿Están los niños todavía ahí? — preguntó casi al instante. Soobin le dijo que sí y lo puso en altavoz. Yeonjun saludo a los chicos y los felicitó, prometiéndoles ir a verlos por la tarde. Aunque como esposo era bastante malo, Soobin creía que Yeonjun era un buen padre. No estaba tan presente como le hubiera gustado, pero se aseguraba de que el tiempo que pasaba con los chicos fuera de calidad.

— Me he olvidado el reloj en tu casa — dijo cuando los chicos se habían ido a lavar los dientes. Soobin esperaba que no lo comentara. Prefería no recordar esa noche, la última en la que había tenido sexo con Yeonjun, un mes atrás. No se enorgullecía de ello, por supuesto, pero era algo que pasaba entre ellos.

Ocurrió por primera vez dos años atrás, la noche que cumplió treinta y dos. Había organizado una pequeña reunión con sus amigos y familiares más cercanos para celebrarlo, nada muy especial. Le había extendido la invitación a Yeonjun por mera cortesía, pero nunca espero verlo llegar con un sencillo ramo de flores.

Charlaron un rato mientras bebían, poniéndose al tanto de lo que ocurría en sus vidas. Como quién no quiere la cosa, Yeonjun le preguntó si estaba viendo a alguien. Él respondió que no y Yeonjun cambio de tema. Luego de que los invitados se marcharan, su madre se había llevado a los gemelos a pasar la noche con ella. Yeonjun se ofreció a quedarse para ayudarlo a ordenar el lugar y cuando terminaron tomaron una copa de vino. No estaba especialmente borracho cuando Yeonjun se acercó repentinamente a besarlo, por lo que pudo haberlo empujado, pero en lugar de eso aceptó gustoso el beso. Fue bastante desordenado. El empuje de los labios contrarios contra los suyos le provocaron sensaciones que creyó olvidadas y pronto envolvió con su piernas las caderas de Yeonjun, quién lo recargó contra el sillón y le quitó la ropa sin delicadeza, penetrándolo poco después.

Lo disfruto a pesar de ser rápido. Nunca se lo dijo, pero Yeonjun era el mejor sexo que había tenido en su vida. Cuando Yeonjun se marchó, Soobin se prometió que no sucedería de nuevo. Nunca.

Tres meses después, una noche lluviosa, Soobin estaba en el asiento trasero del auto de Yeonjun, montándolo. El sonido de piel contra piel inundaba el auto y Soobin podía sentir descargas eléctricas recorriendo su cuerpo. Balanceaba sus caderas a un ritmo frenético, mordiendo sus labios para evitar soltar gemidos demasiado altos. Yeonjun lo sostenía por la cintura, clavando sus dedos en su piel, dejando marcas que por la mañana miraría con vergüenza. Yeonjun levantó sus caderas para encontrarse con las de Soobin y ambos jadearon con fuerza.

Yeonbin One shots (Pedidos Abiertos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora