Suficiente

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Hay relaciones que simplemente no se pueden explicar ¿no? Supongo que eso describiría mi relación con él.

— He decidido salir con él — dijo Soobin luego de beber un sorbo de su trago.

— ¿Con quién? — pregunté, fingiendo indiferencia mientras le daba una calada a mi cigarrillo.

— Con Kai — respondió Soobin. No pude evitar mostrar sorpresa ante su respuesta — Supongo que no había necesidad de decírtelo — continuó sin mirarme, una pequeña sonrisa formándose apenas en sus labios gruesos y rojizos.

— ¡Pero claro que querías decírmelo! — exclamé — Te encanta contarme detalles innecesarios sobre tu vida privada.

— ¿Sí? — preguntó — Nunca me había dado cuenta.

Ambos permanecimos en silencio durante apenas un par de segundos, pero en ese breve espacio sentí que había algo más detrás de su confesión, algo que quería decirme y no se atrevía a hacerlo, al menos no en voz alta.

— Cuida bien de él — dije en lugar de tratar de averiguar más — Es un buen chico.

— Lo sé — dijo, el mismo tono que utilizaba años atrás cuando el cansancio lo asaltaba luego de compartir su cama conmigo. — Lo haré.

Aunque Kai era un buen chico — lo había conocido una desafortunada noche en la que fui al departamento de Soobin bien entrada la madrugada, esperando tener un poco de él — sabía que eventualmente Soobin regresaría a mí; contaba con ello, pues si no lo hacía, parte de mi ego se vería dañado.

Horas más tarde, cuando ambos estábamos recostados sobre las amarillentas sábanas de un motel barato, Soobin hizo una pregunta que calo en mi alma:

— ¿Alguna vez me amaste?

La respuesta realista era un rotundo no, pero incluso esa respuesta no era del todo cierta. Por supuesto que lo había amado, con la locura característica de los amores prohibidos, pero nunca vi en él a un potencial compañero de vida. Para eso tenía a Keita. Soobin era alguien que me hacía sentir vivo, una persona capaz de sumergirme en un estado de éxtasis completo que ninguna droga podría replicar jamás, pero él era parte de una fantasía a la que solo recurría cuando estaba cansado de todo lo demás. Era mi escape, y sabía que yo también era el suyo. Nos utilizábamos sin dejar espacio para el amor y todo lo que viene con él, pero en el fondo yo quería más. Por ello acepté la propuesta de Keita. Creí que si sentaba cabeza, dejaría de sentirme tan miserable, pero mientras más lo pensaba, el compromiso lucía cada vez menos como la solución. Así que regresé con Soobin, mintiéndole a Keita, a Soobin y luego mintiéndome a mi mismo, creando una elaborada y frágil invención sobre una vida feliz y tranquila para evitar resolver el principal problema que rondaba en mi mente: mi esposo no era la persona a la que amaba.

¿Eran mis motivos egoístas? Por supuesto; todos somos egoístas con aquello que deseamos y que por algún motivo nos negamos a tener. Soobin era eso que estaba fuera de mi alcance; él era lo prohibido.

— No lo sé — mentí.

Soobin suspiró y se reacomodo en la cama, dándome la espalda — Yo sí — dijo — Yo sí me enamoré de ti, pero no estoy seguro de que haya sido la decisión correcta.

Sus palabras eran frías, ajenas de cualquier emoción que hubiera podido indicarme que decir o hacer a continuación — Perdón — intenté.

— No te disculpes, eso no me hace sentir mejor. Sabía en lo que me estaba metiendo — replicó y no pude evitar acercarme a él para besar su nuca, esperando que dejara la conversación. No funcionó. — Cuando te casaste con Keita, intenté enamorarme de alguien más, pero todos se parecían demasiado a ti y cuando no lo hacían, su caricias se sentían molestas, demasiado insípidas. Era frustrante. Es frustrante. Comencé a contarte sobre ellos cuando nos reuníamos, esperando que reaccionaras y me obligaras a dejarlos, esperando que me pidieras ser solo tuyo, pero nunca lo hiciste. Eres demasiado bueno.

— No soy bueno, solo cobarde. — admití.

— Puede que sí — dijo luego de soltar una risa seca y melancólica. Seguía sin mirarme y lo agradecía. No creía estar listo para enfrentarlo. — ¿Qué hay de Keita? ¿Lo amas? — preguntó entonces. Sabía que solo me lo preguntaba porque quería torturarse, y yo una vez más por mi cobardía decidí mentirle — No.

— Mientes. Gracias.

— ¿Tú amas a Kai? — pregunté y a comparación de mí, Soobin no temía ser honesto.

— Lo amo. — dijo — Pero nunca podré amarlo de la misma manera en la que te amo a ti.

Eso bastaba para mí. Se lo dije. Soobin volvió a reír y como siempre, esa risa ocultaba todo lo que se negaba a confesar.

Y eso estaba bien.

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Hola!

Hoy fue una actualización doble. Creo que últimamente los finales son difíciles de escribir, tal vez porque no estoy segura de a donde quiero llegar con mis historias, pero espero que aún así las disfruten.

Nos leemos luego! :)

Yeonbin One shots (Pedidos Abiertos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora