Quizá

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El timbre sonó al menos media docena de veces antes de que Soobin decidiera que era imposible ignorar a su mejor amigo y librarse de lo que suponía sería una salida al club en un intento — a decir verdad, bastante desesperado — de sacarlo de su episodio depresivo. Llevaba al menos dos días sentado en el sofá más grande su casa, comiendo cualquier cosa alta en azúcar y llorando por alguien a quien realmente amó y que pensó sería el hombre definitivo de su vida, pero que en la primera oportunidad que tuvo lo descartó por alguien más, como si sus sentimientos no valieran nada para él.

— Por fin — exclamó Kai cuando abrió la puerta, todavía descalzo y con una sudadera tres tallas más grandes de lo apropiado para su complexión — Pensé que me congelaría acá afuera. — El chico entró en su apartamento y se frotó los brazos para entrar en calor, murmurando algo acerca del clima — ¿Por qué todavía no estás listo? — le reprochó cuando por fin lo observo — Hace más de tres horas que te avise que saldríamos esta noche.

— Ya dije que no quiero ir — dijo, evitando la mirada preocupada de su amigo al notar los enormes círculos violáceos debajo de sus ojos — Es muy pronto para salir a cazar solteros.

— ¡¿Quién dijo algo acerca de cazar solteros?! Solo queremos salir contigo, ya sabes, como en los viejos tiempos, antes de... pues de él.

— Su nombre es...

— No lo digas. Te prohíbo que pronuncies su nombre frente a mí — lo interrumpió — El solo pensar en ese bastardo me hace hervir la sangre.

Soobin sonrió ligeramente. Debió suponer que, de todos sus amigos, Kai sería el más molesto por lo ocurrido entre su ex y él, pues desde el principio el chico no fue de su agrado, explicando su apatía por él con un simple "no me gusta su vibra, Soo".

Al final, pensó, Kai había tenido razón.

— Si accedo a salir, ¿me dejaras quedarme con tu familia el fin de semana? — preguntó Soobin. Conocía a los Huening desde hace años y ellos eran su familia lejos de casa. Adoraba con toda su alma a Lea y Bahiyyih y creía que estar cerca de ellos lo ayudaría, aunque fuese solo un poco, a no terminar cometiendo una estupidez, como llamarlo pidiendo perdón.

Una sonrisa se posó en el rostro de Kai — Claro — dijo — Sabes que no tienes que preguntar. Ahora date prisa, Beomgyu nos está esperando.

Dos horas después y luego de una pequeña intervención de moda por parte de Kai, ya estaban en el club. Thursday's Child era un lugar popular en la cuidad, siempre repleto y con el ambiente por los cielos. En el lugar se habían encontrado con Beomgyu, quién les había reservado una mesa, aunque no habían podido hablar mucho con él, pues parecía más interesado en examinar con su lengua la boca de un chico castaño y de brazos fuertes. Ambos asumieron que era su pareja esa noche.

Charlaron un rato y luego de un par de tragos la cabeza de Soobin se sentía más ligera. El alcohol había cumplido su función y por fin, luego de lo que parecían meses o incluso años, Soobin se sentía un poco más como él mismo.

— Vamos a bailar — pidió, acercándose a Kai. El contrario asintió y dejo su cerveza en la mesa frente a ellos. Tomó la mano de Soobin y los adentro en la pista.

Pronto se encontraron moviendo sus aletargados cuerpos al ritmo de la música. Las luces lanzaban destellos de colores por todo el lugar, pintando los rostros anónimos de tonos morados y rosas. El ambiente olía a sudor y tabaco, una esencia que, aunque en otra circunstancia le hubiera parecido desagradable, ahora le gustaba.

Su mano derecha estaba en uno de los hombros de Kai y la otra sostenía firmemente su trago. No estaba demasiado ebrio todavía, pero sospecha que su amigo si lo estaba, pues se acercaba demasiado a él y le susurraba cosas que no podía escuchar debido al volumen de la música. Sentía los labios de su amigo rozar su oído y las manos de este acariciando sus caderas, acercándolo más y más a su tibio cuerpo.

Yeonbin One shots (Pedidos Abiertos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora