Pedido

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Este capítulo contiene menciones de asesinato y suicidio. Si no te sientes cómodo con estos temas, siéntete libre de saltar este capítulo.


Es entrada la madrugada cuando el señor Kim lo llama, interrumpiendo su interrogatorio.

El sonido metálico de su tono de llamada corta las súplicas sollozantes de la bella chica que está frente a él, atada a una silla. Su rostro está cubierto de moretones y un hilo de sangre corre por su mejilla. Alrededor de sus ojos quedan apenas rastros de su elegante maquillaje, desvanecido por el sudor y todas las lágrimas que ha derramado en el transcurso de la noche

Es su último objetivo. Un ser despreciable, por cierto.

— ¿Sí? — pregunta al responder, su dedo apenas sobre el gatillo del arma que está presionada contra la sien de la chica.

— Necesito verte — dice el señor Kim. Por su tono Yeonjun sabe que no es una petición.

— ¿Ahora? Estoy ocupado señor.

— Termina rápido y ven a mi oficina — responde antes de colgar.

Yeonjun suspira. Estaba cerca de obtener la información que necesitaba de ella. Es una pena. Un par de horas más y hubiera tenido lo que quería.

— Por favor — balbucea la chica entre sollozos. Su aspecto es lamentable y la desesperación y el miedo son palpables en cada una de sus palabras. — Por favor, déjame vivir. Te daré lo que quieras.

Yeonjun debería sentir compasión por ella. Debería poder experimentar empatía o tal vez lástima. Pero no siente nada.

— Por favor, yo...

El resto de sus palabras se desvanecen al igual que ella con un único e infortunado disparo y Yeonjun, a pesar de contemplar la grotesca imagen de su cráneo agujereado y la sangre que brota de él, sigue sin poder sentir nada.

[...]

Las oficinas centrales de la Academia siempre le parecieron sombrías. Incluso habiendo pasado más de la mitad de su vida visitándolas regularmente, Yeonjun seguía sin poder acostumbrarse a la sensación opresiva que le provocan los techos demasiado altos y la pobre iluminación del lugar. La atmosfera ideal para un lugar dedicado al negocio de la muerte, supone Yeonjun.

Camina presuroso por los pasillos del enorme edifico, saludando con la cabeza a los pocos agentes que siguen ahí. Sus pasos resuenan contra el piso de mármol y el sonido le recuerda al de la Beretta que utilizó más temprano para asesinar a su último objetivo.

La secretaria del señor Kim le pide que pase a su oficina apenas lo ve acercarse.

— Lo está esperando — dice con una sonrisa amable que Yeonjun no hace el esfuerzo por devolverle.

El señor Kim está de pie frente a la ventana de su oficina contemplando el cielo nocturno. Está vestido con uno de sus cotosos trajes y entre sus labios hay un puro todavía sin encender, sus ojos fijos en una expresión indescifrable. 

El aspecto del hombre que lo rescató cuando estaba en su peor momento había cambiado poco con el paso de los años. El señor Kim de sus recuerdos luce exactamente igual que el que está ahora de pie frente a él. Su figura sigue siendo intimidante y la elegancia de sus gestos permanece intacta, incluso si la firmeza de sus manos se ha ido perdiendo con los años.

Contrario a él, Yeonjun ciertamente había cambiado mucho desde la noche en la que — casualidad o no, Yeonjun ya no lo sabe con certeza — se conocieron. 

Yeonbin One shots (Pedidos Abiertos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora