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La mayoría de sus pacientes en la prisión podían catalogarse en tres categorías especificas: los que se sentían culpables, los que estaban orgullosos de lo que habían hecho y los indiferentes.
Choi Yeonjun parecía no encajar en ninguna o, más bien, en todas ellas.
Por momentos, el temido asesino serial estaba desprovisto de cualquier tipo de simpatía por sus víctimas, burlándose de ellas y repitiendo una y otra vez que se lo merecían. En menor medida y cuando Soobin sospechaba que había sido colocado en aislamiento prolongado, el muchacho exhibía conductas que se asimilaban a las de quien se arrepiente verdaderamente por sus crímenes. Había veces en las que ni siquiera parecía un ser humano, su mirada vacía y sus palabras, escasas.
Le fascinaba.
Cuando Soobin llega, Yeonjun está en la sala de entrevistas, esposado. Al contemplarlo desde el otro lado del falso espejo puede notar que tiene los ojos entornados y, debajo de ellos, unas sombras manchan su piel; su cabello se ve sucio y desarreglado y una de sus manos, la misma en la que apoya la barbilla, esta vendada.
— Acaba de salir de aislamiento — le informa uno de los custodios. Soobin asiente distraídamente y mira la ficha técnica que su asistente le tiende. Sospecha que en esta sesión el criminal se mostrara frío, a la defensiva. Pero Soobin sabe cómo tratar con él.
Yeonjun apenas se mueve cuando entra a la sala; su mano que no está vendada sigue trazando símbolos sin sentido en la superficie de acero inoxidable de la mesa y sus ojos permanecen clavados en el espejo, ignorándolo por completo. Soobin toma asiento en la silla frente a él.
Lo saluda, intentando atraer su atención, pero, aunque el chico suspira pesadamente y detiene los movimientos de su mano, no parece tener intención de devolver el saludo. Soobin opta entonces por un poco de adulación — Extrañe a mi paciente favorito — dice, su voz dulce como la miel. No miente. Disfruta hablar con Yeonjun, excavando su mente en busca de respuestas; el muchacho guarda secretos que Soobin desea con todas sus fuerza saber. Cualquier otro podría notar que en esa fascinación se ocultaba algo mucho más obscuro y terrorífico, algo peligroso.
Yeonjun por fin lo mira y aunque pretende desinterés, cuando sus ojos se encuentran, un destello de emoción cruza su rostro, demasiado fugaz para que Yeonjun lo reprima. Así que es una actuación, piensa Soobin, mordiendo su labio para reprimir la tentación de sonreír. No lo logra. Su sonrisa parece llevarse algo de la tensión en el contrario.
— ¿Ya le había dicho que tiene una sonrisa preciosa, doc? — dice en un suspiro mientras sonríe, como si esa sala mal iluminada fuera un parque o un restaurante, cualquier otro lugar en donde ese tipo de coqueteo fuera aceptable.
— ¿Cómo has estado? — dice Soobin, ignorando el efecto de las palabras del criminal en su corazón. Yeonjun se endereza y hace una mueca agria — Igual que siempre. Atrapado — responde. Soobin asiente y lee rápidamente unos datos en el expediente del muchacho. Siente la mirada del contrario sobre su rostro, examinándolo.
— Luce pálido — advierte Yeonjun de pronto. Soobin murmura algo sobre que ha estado demasiado ocupado para tomar el sol. — Debería ir a la playa. Yo lo llevaré cuando salga de aquí — dice. Soobin sabe que es poco probable que eso ocurra: a menos de que escape, Yeonjun morirá en la prisión. No se lo recuerda, pero hace una nota mental para abordar esa idea más adelante. — ¿Me llevarías a la playa?
Yeonjun asiente — Iríamos en coche, ya sabe, conduciendo a toda velocidad por la autopista escuchando música en el estéreo y cuando lleguemos nos pasaríamos la tarde tendidos en la arena, bebiendo cerveza y bronceándonos. Suena bien, ¿no?
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Yeonbin One shots (Pedidos Abiertos)
Roman d'amourOne shots Yeonbin Aquí encontraras: ♡ Smut ♡ Soft ♡ Omegaverse ♡ Historias un poco raras Pedidos abiertos.