Cap.85

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-Oh, vamos, ¿es en serio?-gritó Crawford.
-Perdona-chilló Mali
Suspiré antes de terminar de bajar las escaleras. Entré a la cocina y vi a los dos pequeños observando como Crawford levantaba los pedazos del nuevo vaso roto.
-Es el sexto vaso, Mali, el sexto-siguió regañándola.
-Se le ha resbalado de las manos-la defendió David.
Me apoyé sobre el marco de la puerta y los observé discutir como hermanos.
-David, tú, silencio-le dijo Crawford
David se cruzó de brazos y su boca se frunció para luego hacer un pico y más tarde sacarle la lengua a su hermano mayor.
-Compórtate, niño-dijo Crawford enojado y se puso de pie-. Vas a pagar cada vaso, ¿entiendes?
-¿Cómo haré eso?-preguntó Mali ladeando la cabeza.
-Vende tus muñecas-sugirió David.
Reprimí una carcajada y los tres se giraron a verme. Crawford hizo una mueca antes de dejar los pedazos de vaso en el cesto de la basura.
-________, ¿cómo te sientes?-preguntó y se acercó a mí.
-Bien, mucho mejor.
Besó mis labios y apartó el cabello de mi rostro.
-Desagradable-gritaron los dos niños cubriéndose los ojos.
-Besos en la boca, no-dijo David y abrió sus dedos para observarnos.
-Pero ellos son novios-le dijo su hermana.
-Igual, da asco, Mali-respondió David
Crawford y yo, reímos. Mali y David se quitaron las manos de la cara y Mali las unió frente a su estómago para luego decir:
-¿Puedes perdonarme, Crawford? No lo hago adrede-hizo morros.
-Voy a perdonarte, solo porque hoy voy a necesitar la ayuda de ambos.
-¿Mía?-gritó David emocionado.
-¿Mía también?-preguntó Mali.
-De ambos.
-Genial-dijo David sonriente.
Reí levemente y Crawford volvió su mirada a mí.
-He llamado al hospital y podemos pasarnos esta tarde para hacerte los estudios-me informó-. Dejé las pastillas sobre tu mesa de noche, debes tomarlas cada seis horas.
Asentí comprendiendo y luego volví mi mirada a Mali y David, se decían secretos y reíamos. Crawford rió al verlos sonreír estúpidamente y Mali levantó su mano para preguntar.
-Mali tiene una pregunta-nos informó David.
Como en el colegio primario, Mali alzaba su mano para hacer una pregunta respecto a sus dudas.
-Pregunte, señorita Collins -le dijo Crawford.
Ella rió y preguntó:
-¿Es que _______ tiene un bebé?
Crawford me observó a mí y yo sonreí.
-Creo que si-murmuró David
-No lo sabemos-respondí.
-¿Cómo que no lo sabes?-preguntó David.
-_______ ira hoy al médico para hacerse los estudios y allí veremos si va a tener un bebé o no.
Mali se cubrió la boca con ambas manos y luego pegó un gritó a todo pulmón.
-¿Voy a tener un primo?-preguntó David a los gritos.
-No, no, no es un primo-rió Crawford y lo tomó en brazos-. Es un sobrino.
¿Quién iba a decir que David iba a ser tío de tan pequeño? De solo pensarlo, mis ojos se llenaron de lágrimas y algunas de ellas rodaron por mis mejillas. Mali corrió hacia mí, sin tomarla en brazos me agaché a su altura y besé su mejilla. Ella me abrazó efusivamente y luego rió.
-Te quiero, ________. Gracias.
-¿Gracias por qué?-pregunté en un susurro.
-Por darme una sobrinita para cuidar por siempre-dijo y me abrazó con más fuerza.
Definitivamente, la idea de tener una vida dentro de mi vientre, era hermosa. ¿El problema? No se sabía si era en serio, o no. Quizá Crawford y yo, nos estábamos haciendo la película, y no pasaba nada. Si eso llegaba a suceder, ambos íbamos a tener que hacer algo por encargar un bebé, lo más rápido posible.
-¿Qué piensas?-preguntó Crawford tomando mi mano.
Estábamos entrando al hospital. Habíamos pedido la colaboración de los dos pequeños, debían quedarse en casa, con Ashton y Chris Lo que los niños no sabían, era que los amigos de su hermano, no tenían la menor idea sobre pequeños seres humanos, y no iban a poder cuidarlos como Crawford lo hacía, o como yo.
-Nada, es solo que estoy algo nerviosa.
Besó mi mejilla y luego susurró:
-No tienes por qué, mi amor. Pase lo que pase, siempre podremos tener niños.
-¿Tú dices?-pregunté preocupada.
-Claro, ________. Si no es ahora, puede ser luego-me sonrió.
-Igual estoy nerviosa-suspiré.
-No voy a mentirte, yo también lo estoy.
Avisamos en recepción que ya habíamos llegado y pronto nos cobraron la consulta. Crawford y yo, caminamos por el largo pasillo, para luego tomar el ascensor y llegar al quinto piso, donde estaba repleto de mujeres embarazadas.
Crawford sonrió.
-¿Qué es gracioso?-pregunté desconcertada.
-Tu rostro al verlas a ellas-carcajeó-. Siéntate, ven.
-No, Crawford, no quiero-me quedé quieta en el lugar.
-No vas a decirme que te quieres ir.
-Sí, vamos-respiré profundo.
-_______, no hagas un papelón, por favor-me tomó de la cintura y empujó un poco mi cuerpo para que me moviera de la puerta-. Es normal que sientas nervios pero no he pagado para que te acobardes y tienes que hacerte los estudios.
-Pero, no, no, no, Crawford-me quejé.
-________-gruñó-. Siéntate allí y deja de hacer escándalo.
Al ver su tono amenazante, solté su mano y me senté al lado de una mujer que tenía un niño en brazos y su barriga era un globo bien inflado.
Crawford se quedó de pie, a mi lado. No habían más asientos y era más que obvio que él iba a insistir en quedarse de pie, porque las mujeres primero y todo el sermón. Así que, no me tomé el tiempo en discutir con él.
Cuando comenzaron a llamar a otras mujeres y llegaban más, se iban otras, y pedían turnos y más turnos, me sentí desfallecer. Yo no estaba lista para eso, era solo una niña, una adolescente con mente de niña, inocente y huérfana. Casada a los dieciocho años, con mi esposo siendo mi dueño.
-Quiero irme-me puse de pie.
Crawford desvió la mirada del cuadro y se remojó los labios antes de posar una de sus manos en mi pecho y empujarme hasta que tomé asiento nuevamente.
-No vamos a discutir, _______. Tienes que hacerte la ecografía.
Suspiré y entrelacé mis manos para posarlas sobre mi regazo.
-¿Madre primeriza?-preguntó la mujer a mi lado.
La observé un segundo y luego con una leve sonrisa de miedo, asentí con la cabeza.
-No te preocupes, a todas nos da miedo la primera vez que venimos. ¿De cuánto estas?
-¿Meses?-pregunté arrugando la nariz.
-Claro-rió-. ¿Si no, que?-preguntó en una carcajada.
Crawford rió levemente a mis espaldas y pronto fue fulminado por mis ojos verdes. Que se callara porque no era conversación suya.
-En verdad estoy en duda, quizá lo esté o quizá, no-respondí-. Pero el médico me mandó a hacerme los estudios.
-Oh, comprendo-me sonrió.
El ecógrafo llamó a un apellido y la mujer se puso de pie.
-Bueno, me toca a mí-tomó la mano el niño y me sonrió-. Vamos, Thomas, debemos ver a tu hermanita. Suerte-dijo antes de caminar hacia el médico.
Crawford vio el lugar vacío a mi lado y no dudó en sentarse allí. Suspiró profundamente y recostó su cuerpo contra el respaldo de la silla. Apoyé la cabeza en su hombro y cerré los ojos. Ni dos segundos pasaron, cuando Crawford comenzó a brindar caricias a mi mano.
Veinte minutos después, el médico nos llamaba a nosotros. Mis nervios estaban de punta y la cara de emoción de Crawford, no ayudaba para nada.
Me recosté sobre la camilla y mientras el médico hablaba, untaba un gel frío sobre mi abdomen.
-¿Edad?
-Dieciocho-respondí observando a Crawford
Él me sonrió.
-Pequeña-murmuró-. ¿Te has hecho pruebas de embarazo? Me refiero a que, ¿estás embarazada o vienes a saberlo?
-Vengo a saberlo-respondí-. Me mandó el médico, sin hacerme pruebas.
-Está bien-sonrió y buscó un aparato conectado a una máquina-. Ustedes solo deben observar la pantalla, allí arriba-señaló-, y yo voy a decirles que estamos viendo.
Ambos asentimos a la vez que el médico posaba el aparato sobre mi abdomen. Unos dos minutos después, nadie hablaba, el médico no decía nada sobre un posible embarazo y mis lágrimas ya iban a comenzar a brotar.
-Un mes y medio-sonrió.
-¿Qué?-preguntó Calum
-Es más pequeño que un huevo.
-¿Ella... está... está... em... em... em...?
-Crawford -reí y lo vi abrir los ojos con entusiasmo.
-¿Vamos a ser padres?-preguntó a los gritos.
El médico rió y luego nos señaló un punto negro en la pantalla.
-¿Crawford es tu nombre?-le preguntó. Crawford asintió-. Crawford, ¿ves ese punto allí?
-Sí, es pequeño, pero sí.
-Bueno, obsérvalo bien porque ese es tu hijo.
Crawford abrió su boca, impresionado y amago a pegar unos cuantos gritos. Reí a la vez que dejaba mi cuerpo relajarse, no era la gran cosa una ecografía.
Nos quedamos en silencio mientras el médico anotaba unas cuantas cosas y luego nos avisaba cuando podíamos pasar por el video y los resultados y el estado del bebé.
Cuando por fin salimos del consultorio y nos metimos en el ascensor, Crawford frenó el ascensor de golpe y me abrazó. Reí por su efusividad y luego comenzó a besarme el rostro, por todos partes, los parpados, los labios, las mejillas.
-Ya, calma, Crawford-reí.
-¿Entiendes eso?-preguntó en un susurro-. Aquí-apoyó su mano en mi vientre-, está el fruto de nuestro amor.
-Es lo más maravilloso que te he escuchado decir-le sonreí.
Me besó.
-Pero, voy a pedirte por favor, que bajemos de aquí porque eres claustrofóbico y no estoy en condiciones de cargar contigo hacia una habitación de aquí.
Rió y presionó el botón para poner en marcha la caja metálica.
Luego, fuimos a hacerme los análisis de sangre y más tarde pasamos por un café para tomar la media tarde. Crawford no paraba de pensar en nombres para el bebé, pero para mí iba a ser una niña, por lo tanto, diferíamos en varias cosas.
Llegamos a casa alrededor de las nueve de la noche. La planta baja de la casa, estaba totalmente a oscuras y la planta de arriba, estaba totalmente encendida, con todas las luces prendidas, por todos lados.
-¿Les han causado mucho trabajo?-preguntó Crawford a Chris que bajaba las escaleras.
-No, no tanto-suspiró-. David ya está dormido y Mali está teniendo una conversación con Ashton.
-¿Qué ha hecho?-pregunté quitándome las zapatillas.
-Ha roto un vaso.
-¡Estás bromeando!-gritó Crawford.
Comencé a reír como una loca de atar. Crawford se pasó las manos por el cabello y luego cerró los ojos con fuerza.
-El séptimo vaso, séptimo, Chris, séptimo.
Reí nuevamente y encendí las luces de abajo. Ashton y Chris se despidieron de nosotros y partieron a sus casas. Mali y David, dormían plácidamente.
-Bueno, siendo las diez de la noche, nos vamos a dormir.
-Muy temprano, ¿no crees?-pregunté metiéndome entre las sábanas.
-Pero anoche no ha sido de las mejores noches.
-Lo sé-apoyé la cabeza sobre la almohada-. Pero hoy ha sido uno de los mejores días, ¿no crees?
-Oh, claro que sí, nena-se acostó a mi lado y apagó las luces.
Nos quedamos en silencio y pronto sentí la respiración de Crawford, apaciguarse.
Mis lágrimas no tardaron en salir, extrañaba a mis padres y ahora los necesitaba más que nunca. Una madre era la que se encargaba de ponerse tan feliz como su hija cuando estaba embarazada, la que la ayudaba con el nuevo bebé, la que molestaba para que se cuidara. Y claro, su padre, él que le diría todo el tiempo a Crawford lo que debía hacer respecto a su hija y al niño en camino. Iba a querer llevárselo a jugar por allí, bromear con él y exponerlo como a un trofeo. Los extrañaba tanto, tanto, tanto que con palabras no podía expresarlo, pero mi corazón se encogía de solo pensar en que no los iba a ver nunca más en mi vida.
-¿Estás despierta?-preguntó Crawford.
Me quedé en silencio para hacerme pasar por dormida. Pero, Crawford encendió la luz, obligándome a cerrar los ojos y derramar unas cuantas lágrimas más.
-¿Por qué lloras?-preguntó abrazándome-. ¿Te sientes mal? ¿Vamos al hospital?
-No, no, no es eso-murmuré entre lágrimas.
-¿Qué es, linda?-preguntó cariñosamente.
-Suena muy infantil.
-Dime.
-Extraño a mis padres.
-Oye, ¿crees que eso es infantil? Oh, vamos, es normal, mi vida-me estrechó más entre sus brazos-. Pero todo va a estar bien, amor. Eres fuerte y si has podido con esto, dos años, puedes hacerlo más tiempo, ¿sí?
-Es difícil.
-Lo sé, amor, lo sé-acarició mi cabello-. Pero estamos juntos en esto, si es que tienes miedo, te sientes insegura, necesitas algo, lo que sea que sea, házmelo saber, dime que es lo qué pasa, amor. Entiende, somos uno, si tú sonríes, yo sonrío, si tú lloras, yo lo haré también.
-Tú no debes llorar-murmuré mientras él secaba mis lágrimas.
-Entonces tú tampoco lo hagas. Si hay algo que me rompe el corazón, es verte llorar. Amor, no estés mal.
-Los necesito-sollocé.
Sin decir nada, Crawford volvió a apretarme contra su pecho. Esparció un par de besos sobre mi cabello y luego acarició mi espalda en un tierno gesto.
-Te amo, _______ y te prometo que vas a salir adelante. Piensa que ahora tienes a un hermoso niño dentro tuyo-alcé la mirada para verlo a los ojos-, él y yo, te necesitamos, no puedes estar mal, ¿sabes? Odio verte llorar y dicen que los niños sienten lo que las madres.
-Pero es más pequeño que un huevo, no puede sentirlo.
-Créeme, es todo tan raro.
-Como tú-bromeé.
-Como yo-rió-. Claro que sí. Como nuestras peleas, nuestro matrimonio, nuestras salidas, nuestras conversaciones, nuestras acciones. Oh vamos, nunca engañaríamos a nadie, diciendo que somos normales.
Reí y lo abracé.
-Te amo, Crawford.
-Yo también te amo, princesa. Y te prometo que no voy a dejar que estés mal. Nunca mi amor, ¿has escuchado eso? Porque Austin y yo, vamos a hacer lo posible porque estés bien y seas feliz.
-Eres la ternura en persona-le sonreí-. ¿Pero quién es Austin?
-No me digas a mí, él quiere que le llamemos así.
-Hablas de Ashley-le sonreí.
-Recuerdo una vez que peleamos en México y tú me dijiste que nuestra hija se iba a llamar Ashley, pero será Megan y lo sabes.
-Crawford, no seas malo, déjame elegirlo a mí-reí
Limpió mis lágrimas.
-Ya veremos, ya veremos, ahora quiero que descanses, mi amor-besó mis labios-. Y recuerda, Austin, Megan o Ashley, como sea, vamos a cuidar de ti, lo prometo.

Beauty & the Beast ( Crawford Collins y tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora