Cap.75

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Estaba muy mal de la cabeza, sí pensaba, que yo había dejado de amarlo.
C: Hazlo de nuevo, presiona mi mano.-pidió suplicante. A duras penas, moví uno de mis dedos.- Si me estas escuchando.-dijo feliz. Quise sonreír, no pude.- Creo que debo dejarte descansar, podemos hablar cuando se te pase eso de estar casi dormida.-añadió.
Lo sentí quedarse en silencio y tras unos minutos, besó mis labios fugazmente. Sonreí internamente al saber que no me besaba solo por hacerlo, si no, porque quería hacerlo, quería besarme porque le gustaba, porque estaba enamorado de mí.
C: ¿Te gustaría abrir esos hermosos ojos y decirme que me amas también?-preguntó. Me sentí desfallecer.- Sería algo hermoso, mi amor.-añadió. Se le estaba haciendo costumbre llamarme así y claramente, no lo iba a negar, me encantaba.
La habitación estaba completamente silenciosa. La respiración de Crawford era regular, se había quedado dormido, tomando mi mano y brindándole pequeñas caricias. Ahora permanecía recostado, a mi lado, o por lo menos su cabeza y su cuerpo yacía en la silla. Nuestras manos aún entrelazadas y su respiración chocando contra mis dedos.
Claramente era de noche, aún con los ojos cerrados, podías darte cuenta que la habitación estaba casi a oscuras. Crawford se removió y siguió durmiendo. Profundice mi respiración y segundos después fui inconsciente de todo a mi alrededor.
No estoy segura de a qué hora desperté, pero estaba totalmente consiente de que era de noche. Apreté mis ojos y los abrí con suavidad. Al principio todo se veía borroso, pero segundos más tarde, todo era más claro y visible. Volteé a ver a Crawford, quien dormía como yo lo había supuesto. Apoyando la cabeza y los brazos sobre la camilla, mientras que su cuerpo estaba sentado en la incómoda silla negra.
TU: Crawford.-probé como salía mi voz. Horrible y rasposa. Tosí.
Iba a dejarlo dormir, pero no por eso, iba a dejar de tomarle la mano. Observé la habitación y me fijé en cada pequeño detalle. Era una habitación para un solo paciente, no había camilla al lado, solo un pequeño sillón, el cual, Crawford parecía rehusarse a usar. Todo estaba bajo la tenue luz de una lámpara a nuestro lado y la pared padecía de un color crema, claro que bajo los efectos de la tenue luz, podía ser un poco distinta por el día. Miré a Crawford y se removió un poco, siguió durmiendo. Acaricie el dorso de su mano con mi dedo gordo. Se veía tan lindo, dormido a mi lado. Me incliné un poco para observar la hora en su reloj. Cinco con trece minutos. Era tarde y temprano a la vez. ¿Qué podría hacer? Crawford estaba cansado y dejarlo dormir era lo mejor, para él.
TU: También te amo.-dije por lo bajo y me sentí genial al hacerlo.- Mucho.
Se removió un poco, nuevamente, y luego suspiró. Reí, había hecho morros mientras dormía. Se veía como un angelito en reposo. Aunque quería despertarlo, no podía hacerlo, estaba muy cansado y sería egoísta de mi parte, no dejarlo dormir. Pero, la enfermera había dicho que debían llamar a una enfermera, en cuanto yo, despertara.
TU: Crawford...-murmuré. Alzó la cabeza y me observó, volvió a tirar la cabeza contra el colchón y segundos más tarde volvió a levantar la cabeza y sonrió perezosamente.- Cuando yo duermo, tú estás despierto y cuando tú duermes, yo estoy despierta.-le dije débilmente y sonreí de la misma manera.
C: Dios.-susurró y se estiró para estrecharme en sus brazos.- Dios, ______. El susto que me he llevado.-besó mi frente y comenzó a bajar desesperadamente sus besos hasta llegar a mis labios.- No pienso alejarme de ti, te guste o no, vamos a vivir uno al lado del otro, todo el día.-susurró y me besó.- No vuelvas a asustarme de esa manera porque te juro que no sobrevivo.
TU: Ya, cálmate.-dije entre tiernas risas. Siguió llenándome de cortos besos en los labios.- Espera, Crawford, espera.-reí y se alejó un poco de mí. Sonrió y le devolví el gesto.
C: Debo avisar que estás despierta.-me informó.- Y cuando te dejen salir de este hospital, tendrás que presentarme a ese chico que te ha dado la bebida. Espero que tenga su obra social al día, porque va a necesitar un médico.-dijo indignado.
TU: No vas a hacerle nada.-dije mientras reía por sus comentarios.- Estoy bien, ¿no es lo que importa?
C: Claro que sí, mi amor.-respondió y me besó nuevamente.- He sido un egoísta, estando feliz porque estas has despertado y no me he preocupado por cómo te sientes.-se regañó a sí mismo. Le sonreí.- ¿Te encuentras bien?
TU: Si.-respondí sinceramente.- Me duele un poco la cabeza y cuando me sacudes de esa manera, siento nauseas. Pero no es nada de qué preocuparse.-dije y abrió los ojos con impresión.
C: Lo siento.-se disculpó al tiro y me abrazó.- Soy un bruto.-añadió.- Debo llamar a una enfermera. ¿Crees que puedas quedarte sola un momento?
TU: No llames a nadie.-dije en un quejido. Se sentó y me observó a los ojos.- Podemos llamarla dentro de tres horas, por ahora, no quiero remedios ni inyecciones.
C: Tranquila, eso lo han hecho mientras dormías.-me avisó. Bufé.- Estás bien, o por lo menos, eso dijeron.
TU: Siendo así, puedes llamarle.-accedí. Rió y me besó.- Nos queda una plática pendiente.-avisé. Sonrió.
C: ¿Entonces si podías escucharme?-preguntó mientras se separaba de mí y caminaba hacía la puerta.
TU: Claro que podía escucharte.-dije alzando una ceja. Me sonrió.
C: Ya vuelvo.-avisó y abrió la puerta.- Sé que se te hará difícil no extrañarme, pero has el intento.-sonrió. Reí.
Su egocentrismo me llevaba a pensar que capaz si creía que solo él existía sobre la tierra. Pero, luego pensaba en que siempre hablaba bien de su familia y que acababa de profesarme su amor. Solo era egocéntrico cuando se trataba de su belleza. Y cualquiera de nosotros sería igual si cargara con tantos kilos de sensualidad extrema y exuberante belleza.
Minutos después, volvió con una rubia vestida de blanco. Ella me sonrió al instante y se sentó en la silla que antes era ocupada por Crawford.
-Dime, ¿Qué es lo que sientes?
TU: Aparte de que me duele la cabeza...-expliqué.- me dan pequeños mareos.
-Supongo que es normal.-explicó ella.- Puede que te suceda eso por unos días. La combinación de pastillas en el alcohol, puede provocar graves problemas, para tu suerte, has salido perfecta.-añadió. Le sonreí.- Te hemos puesto suero y podemos quitarlo mañana a primera hora.-siguió hablando. Asentí.- Estamos a lunes y el miércoles pueden darte de alta.-avisó.- Cuando tengas ganas de ir al baño, no dudes en pedir ayuda para entrar y salir. Cuando te quiten el suero, te dará un terrible hambre, no podrás consumir mucho pero cuando se te dé, de comer, tendrás que hacerlo relajada y de a poco.-comenzó con las condiciones para mantenerme bien.- Y lo último, no podrás beber alcohol por más de dos meses, esa mezcolanza te ha destrozado el estómago.-hizo una mueca y Crawford se movió a mi otro lado.- Era solo eso, intenta descansar y si necesitas algo, no dudes en avisar.-se puso de pie.- Que tengan un lindo resto de la noche.-sonrió.
C: Gracias.-musitó Crawford. Le sonreí. La rubia se retiró del lugar y aproveché para hablar.- ¿Desde qué parte hasta que parte has escuchado?-me interrumpió.
TU: Desde que contaste lo de tu padre hasta que dijiste algo que de verdad me gustó mucho escuchar.-le sonreí. Me devolvió el gesto y se inclinó para besarme. Me dejé besar y al separarnos volvió a sonreírme.
C: ¿Me haces un hueco?-preguntó como un niño.- Quiero dormir contigo.-añadió.
TU: ¿Cómo negarse?-me pregunté mientras me movía a un lado de la camilla.
C: ¿Estas cómoda?-preguntó pasando su brazo por mis hombros.
TU: Sí, claro que si.-me acurruqué entre sus brazos.- No me sueltes.
C: Nunca, princesa.-murmuró. Cerré los ojos y aspiré su perfume.- No muevas mucho la mano donde tienes la aguja intravenosa.-me advirtió.- Luego tendrás un súper moretón.
TU: Está bien.-dije y reí.- No quiero parecer Barney.
C: No, gracias.-rió.- Imagina que la gente piense que me gustan los dibujos animados.
TU: ¡Oye! Barney no es un dibujo animado.-me quejé entre risas.
C: Lo que sea.-rió y me uní a sus risas.- Es lo mismo, un peluche de un dinosaurio morado que se hace grande.-explicó y reímos.- Hey, extrañaba tu risa.
TU: Crawford...-alargué riendo.- No me he muerto, tampoco estuve en coma, hace un día que no hablábamos.-reí.
C: Cuando intento ser tierno, me cortas el mambo.-se quejó.- ¿Quieres que sea un pervertido?-preguntó. Reí.- Hablaba en serio.
TU: Se como tú quieras ser.-le espeté. Me apretó más a él.- Si quieres ser pervertido, se pervertido, si quieres ser tierno, se tierno, si quieres...-me interrumpió.
C: Ya, entendí.-carcajeó.- Creo que debo tener un poco de ambas, ¿Qué dices?
TU: Si.-asentí.- Pero menos de pervertido, es que a veces te pasas.
C: Pero nunca te quejas.-bufó.- Te gusta lo que te hago y punto.
TU: Okay, como digas.-reí y me sonrojé.
C: No has negado que te gusta.-se burló.
TU: ¿Por qué negaría eso?-pregunté.- Estaría mintiendo.
C: Me ha gustado eso.-dijo y besó mi cabeza.- ¿Sabes? No voy a darte nunca ningún divorcio.-me avisó.- ¿Has escuchado esa parte?
TU: Si.-respondí rozando la punta de mi nariz en su camisa.- No pienso decirte que si, en caso que de que quieras dármelo.-admití.
C: Gracias, entonces.-murmuró.- Estoy muy bien a tu lado y no pienso separarme de ti.
TU: Eso es algo que tenemos en común.-le dije y alcé la vista para observarlo a los ojos.
C: ¿Qué más tenemos en común?-preguntó. Le sonreí. Sabía a qué se refería.
TU: Una casa.
C: ¿A parte de eso?-preguntó queriendo llegar a ese punto.
TU: La cama.
C: Vamos, _______.
TU: No sé a qué te refieres.-pronuncie atontada por la intensidad de su mirada.- ¿Tal vez el amor que nos tenemos?
C: A eso me refiero.-sonrió y se inclinó para besarme.- Esta no es la mejor posición para besarnos.-dijo luego de reír. Sonreí.
TU: Entonces...-lo incité a seguir.
C: ¿Qué quieres que te diga?
TU: Lo que sientes por mi.-titubeé al hablar. Me sonrió.
C: Ya lo sabes, ______.-respondió.
TU: Quiero oírlo nuevamente.-le espeté. Sonrió.- Quiero que lo repitas.
C: Te amo.-susurró y sonreí a la vez que lo decía.- Te amo como nunca amé a nadie, ______ Jarrel.

Beauty & the Beast ( Crawford Collins y tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora