CINCUENTA Y DOS

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Minho no podía creer lo que estaba sucediendo, todo parecía una mala broma, nada de eso era real. La historia que acababa de contarle Mark tenía mucho sentido pero no podía ser real. No quería que fuese real.
Por eso salió corriendo en busca de Chan, él le diría la verdad.

Sus ojos y garganta ardían y el nudo en su estómago se intensificaba con cada paso que daba. No estaba. Se había ido.
Llegó al patio trasero encontrándose con su madre y el director Kim, quienes se sorprendieron al verlo pero actuaron de lo más normal.

–¡Hijo! Justo estábamos hablando d- ¿qué sucedió?- Cínica, pensó Felix al llegar tras Minho, así como también Ungjae y Mark.

–¡Dime que no es verdad!

–¿Qué cosa amor? Tranquilízate ¿Qué está pasando?

–¡Fuiste tú la que hizo que Chan se fuera!

–¿Q-qué?- Rió nerviosa. –¿De dónde sacaste eso?

–¡DEJA DE MENTIRME EN LA CARA MALDITA SEA!- Minho perdió completamente la calma. –¡CREÍ EN TI! ¡CREÍ QUE HABÍAS CAMBIADO POR MÍ PERO NI POR TU PROPIO HIJO ERES CAPAZ!

–¡Minho!

–¡¿QUÉ?! ¿QUÉ VAS A HACER AHORA, ENVIARME A UN HOSPITAL PSIQUIÁTRICO?

–¡Estás diciendo puras estupideces!

–Minho tranquilizate.- Intervino Kim.

–Director no tiene derecho a meterse en esto. Es realmente decepcionante que haya sido cómplice de esto, ¿cuánto dinero recibió a cambio?

–N-no..- No sabía qué decir, si hablaba todo se pondría peor.

–Min...- Habló Felix, logrando que el nombrado se volteara a verlo. –El director Kim... es tu padre.

La cara de los mayores palidecieron por completo mientras que la de Minho se volvió aún más roja. Su cabeza parecía que iba a explotar.

–¡¿QUÉ DIABLOS DICES MOCOSO?!- Su madre sonaba terriblemente nerviosa y con miedo.

Niégamelo.- La voz de Minho congeló todo a su alredor. Sus ojos estaban fijos en la mujer que había amado toda su vida, atravesando con sus ojos el odio que sentía dentro.
La mujer enmudeció. Sintió como todo se vino abajo y ya no tenía fuerza ni voluntad para hacer algo contra su hijo. Finalmente vio la realidad, como sus acciones habían arruinado todo. Pero ya era tarde.

Es verdad.- Habló Kim.

Las lágrimas caían por el rostro de Minho. Su pecho dolía y sólo quería tirarse al piso y llorar. Llorar hasta morir deshidratado. Pero ya no lo haría.
Luego de un silencio tajante, levantó su cabeza y volvió a hablarle a su progenitora.
–Sé todo lo que hiciste por verme bien. Lo mucho que sufriste durante los años en que debías quedarte con un ojo abierto debido a mis ataques y las veces en que no quería salir de la cama ni tocaba las comidas que me dejabas durante el día.
Aún después de todo eso no lograste ver que comencé a avanzar, que logré conseguir amigos, que mi salud comenzó a mejorar. Sólo te importaba que no me juntara con "raritos" por lo que la gente pudiera pensar. ¿Y qué crees? El rarito resulté ser yo.
Me enamoré de un hombre que logró salvarme y en lugar de ponerte feliz sólo te preocupaste en idear un plan para alejarlo. ¿Acaso quieres que vuelva a lo que era antes? ¿Acaso te gusta verme destrozado?

–N-no hijo p-perdó- perdóname-

–Entonces no vuelvas a intervenir en mi vida. Ya no quiero verte, ni a ti ni a él. Él no es mi padre y jamás lo será.

–¡Hijo perdón!- La mujer cayó de rodillas mientras lloraba desconsoladamente. -Prometo. Te juro que no volveré a meterme en tu vida. Pero por favor no me alejes de ti, no me odies, eres todo lo que tengo.

–Déjame solo, al menos un tiempo. Así sabré si puedo dejar de odiarte.- Y sin más se dio la vuelta y caminó hacia sus amigos. –Llévame al aeropuerto.- Le habló a Mark, quien rápidamente aceptó.
Abrazó a Felix mientras le susurró un sincero gracias y prometió juntarse a hablar después.
Luego entrelazó su mano con la de Ungjae, necesitaba apoyarse en él o sentía que iba a desvanecerse, y sin más fueron hacia el auto del mayor.

Luego entrelazó su mano con la de Ungjae, necesitaba apoyarse en él o sentía que iba a desvanecerse, y sin más fueron hacia el auto del mayor

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Su pecho dolía como el infierno y las lágrimas no dejaban de caer por su rostro.
Se odiaba.
Los minutos seguían pasando y la hora de despegar estaba cada vez más cerca.
Deseaba que Minho apareciera. Que le dijera que todo estaba bien ahora y no había de qué preocuparse.
Sabía que era estúpido, esas cosas sólo pasaban en películas. Por eso se sorprendió tanto cuando levantó su vista y se encontró con el moreno que robó su corazón desde el primer momento.

–Minho...- Su voz tembló mientras se ponía de pie para quedar a su altura.

–Lo sé todo.

–Yo... Te juro que-

–Vine a despedirme.

–¿Q-q qué?

–Me mintieron. Las dos personas que más amaba en el mundo me mintieron.

–Min yo puedo-

–¿Acaso lo merezco? Después de todo, ¿lo merezco?

Y Chan sabía que no. Sabía que estaba cometiendo el peor error de su vida y su amigo se lo había advertido. Negó agachando su cabeza porque simplemente ya no pudo hablar.

–He llegado muy lejos y sé que un simple gracias no alcanza para agradecerte. Todo fue gracias a ti.
Enfrenté a mi madre ¿puedes creerlo? Por primera vez no me sentí culpable de que algo que dijera pudiera herirla. Por primera vez me estoy poniendo primero. Y por eso estoy aquí.
Te agradezco por todo Bang Chan.
Deseo que al regresar a tu hogar logres solucionar todo y tu familia logre valorar el gran hijo y hermano que tienen.
Que logres sanar, así como yo también lo intentaré hasta lograrlo.
Sé feliz.- Culminó tocando su mejilla por última vez y regalándole una triste sonrisa, recibiendo otra a cambio.

–Vas a lograr todo lo que te propongas, porque eres y vales mucho más de lo que crees. Y me alegra que lo estés notando.
Gracias a ti por salvar mi vida Lee Minho.

Y sin más, luego de dedicarse una última mirada, se dirigieron en distintos caminos. Con aún más lágrimas en sus ojos y sus corazones doliendo.

FIN.

INSOMNIA [MINCHAN-BANGINHO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora