Capítulo 20

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Jo


Jamás me imaginé que Mariza llegaría con la idea de reclamar lo que le dije hace semanas, pensé que solo quería hablar y cosas por el estilo. Además, si quería algo, sería algo tranquilo. Veo que está dispuesta a todo esta noche.

No hablamos nada, durante nuestro trayecto en la motocicleta guardamos silencio. Incluso en cada semáforo rojo ella desviaba la mirada cada vez que giraba para mirarla al rostro. En cuanto llegamos nos dirigimos al ascensor y seleccioné mi piso. Una tensión se hizo presente en este espacio; pero no era de esas tensiones incómodas, al contrario, de esas que te excitan y solo piensas en cómo vas a empezar esa noche que tanto has esperado.

—Todavía tienes oportunidad de arrepentirte —dije mientras cruzaba los brazos y me apoyaba en el metal del ascensor—. No quiero que pienses mal de mí.

No nos vimos al rostro, solo veía su reflejo en las puertas.

—¿Por qué lo dices?

—Tal vez solo te dejaste llevar por el momento y...

—Nada de eso. —Interrumpió—. Es ahora o nunca.

En el fondo me imaginaba que tal vez se arrepentiría, por eso la pregunta. Pero ¿a quién vamos a engañar? Los dos estamos conscientes de lo que queremos y que nos hemos resistido durante semanas. Ya no somos unos niños para pensar que esto es malo; somos lo suficientemente grandes para disfrutar de algo que hemos anhelado. Solo asentí, se abrieron las puertas y caminamos a mi departamento.

En cuanto llegamos confirmé que mis amigos no se encuentran, lo cual se los agradezco.

—Bien, ya estamos aquí... —hable, nervioso. Eso no lo niego, incluso hasta me tiemblan un poco las manos.

—Todo se ve tan ordenado —menciona mientras miraba todo alrededor—. Se nota que les gusta tener todo en su lugar.

—Eso es más de Pete, aunque claro, los tres ponemos de nuestra parte.

—Ya entiendo.

Nos vimos por un segundo y después desviamos nuestras miradas. Un silencio se hizo presente en el lugar, me desabotoné los primeros dos botones de mi camisa negra y solté un suspiro.

—¿Quieres algo de beber? —volví a preguntarle mientras dejaba las llaves de la moto sobre la barra de la cocina—. Agua tal vez.

—No, gracias. Así estoy bien.

—Zumo de naranja o Coca-Cola. A mí me gusta mucho la Coca-Cola, aunque dicen que hasta cierto punto hace daño.

—No.

Frenesí [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora