Capítulo 4

94 6 0
                                    

Pensamientos

La llegada de los monagueros a la escuela no fue bien recibida por parte de los jóvenes terraquanos.

Los problemas que probablemente tendrían los monagueros serían difíciles de evadir ese día, y a pesar que los profesores se comportaron de la manera más ética y profesional posible, los estudiantes no.

Podría decirse que el día entero en la escuela fue insoportable para todos los monagueros. Robert se cayó a golpes con uno de los brabucones de la escuela porque este joven se la pasó toda la tarde haciendo comentarios de que los monagueros eran unos asesinos y que tenían envidia de los terraquanos porque eran de la ciudad y ellos no.

Zylank pensaba y pensaba, sin cesar. Sus pensamientos de lo que estaba ocurriendo en la ciudad no pararían de un momento a otro, y menos con la presión de una ciudad entera encima de ti.

Pensó en lo ocurrido temprano; en que la multitud casi los atacaba en el centro de la ciudad por el simple hecho de venir de las Monagas. Entonces, ¿qué fuese pasado si el jefe y el general no hubiesen llegado a la escena? Lo más probable es que él y sus amigos, y quizás más monagueros, estuvieran muertos en este momento.

Solía estresarse a diario, y eso le generaba ansiedad, y la ansiedad lo ponía peor.

Odiaba eso.

Ahora tener que lidiar con ese maldito problema no le dejaría concentrarse en otras cosas. Y quizás él no era el único. Otros también lo hacían. Zaleen por su parte se sentía enojada, con ganas de matar a todos los terraquanos por su ignorancia y discriminación.

Luna sentía que lo poco que la ciudad la quería, ya no la querría nunca más.

Robert pensaba en trabajar duro una vez que se graduase y luego, años más tarde, abrir su propio negocio en la ciudad con ayuda de algunas influencias, pero, ¿cómo lo hacía ahora? ¿Cómo obtendría dichas influencias deseadas que lo ayudarían en sus planes?

La cuestión del asesino afectaba tanto ahora en el presente, como en el futuro de todos los monagueros, porque la ciudad entera no olvidaría jamás eso.

La única forma de que eso pasara es que todos mueran y crezcan nuevas generaciones, pero eso es imposible de hacerlo.

Ahora lo que faltaba y en lo que debían concentrarse todos era en atrapar al asesino y en probar que no se trata de un monaguero como todos en Terraqua pensaban.

Sería difícil, pero no imposible.

Las probabilidades estaban sobre la mesa y debían aprovecharlas al máximo. El general Ursun dijo que las autoridades ya se estaban encargando del caso. Pero si así fuese, ¿cuándo ocurriría?

Esa clase de preguntas eran las que carcomían de ansiedad a Zylank.

Se trataba de un asunto en común con el que todos los monagueros debían lidiar.

Zaleen lidió todo el día en la escuela con una chica que odiaba a Zaleen por ser la única en su clase que provenía de una de las Monagas.

Eva y Xali anduvieron todo el día juntas, intentando ignorar todo y no prestarle atención, pero era difícil hacerlo cuando tenían a tantos terraquanos encima, molestándolas.

Isaac era más tranquilo y paciente por esa parte, pero eso no significaba que no se molestase por dentro.

A pesar que el grupo tuvo un pésimo día, no estuvo tan malo como ellos creían. Pudo haber estado peor.

Al menos no hubo muertos.

Al final del día escolar, Zylank echó un vistazo a lo lejos, por encima de las residencias Valle dorado, a la gran fábrica y rezaba por dentro, pidiendo a los celestiales mismos con que su papá siguiera con vida.

No dejaba de pensar con el atardecer sobre su cabeza, y eso era algo que amaba del día en la ciudad, porque significaba que el día ya estaba terminando y que regresaría a casa junto con su hermana.

—¿Todo en orden?—le preguntó a su hermana.

—Pudo estar peor—respondió, desconectada del momento.

Sus amigos se despidieron y cada uno subió al aerodeslizador correspondiente a su Monaga.

Los dos hermanos Emia subieron al aerodeslizador de la Monaga 7 y este partió segundos después.

Zylank miró por la ventana y por primera vez sintió un sentimiento inusual relacionado a la ciudad. Decepción.

Era la primera vez que se sentía de esa manera y jamás lo olvidaría.

La Creación de un Magnífico FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora