Capítulo 33

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El escape

Peter yacía sentado en uno de los viejos sofás de la sala de la casa de Zylank, quien no dejaba de mirarlo con ira. Pero más allá de eso, la ira no era solo ira. Era decepción y dolor. Peter lo había dejado solo cuando Zylank más lo necesito, sin mencionar que dos o tres días antes eran unos simples desconocidos. Quizás de haber ido con él Zaleen no habría muerto.

Pero ¿quién podría haber vencido a Ursun?

Las posibilidades jugaban a favor de Zylank y aun así perdió algo que jamás recuperaría en su vida.

Peter había ido hasta su casa en la Monaga 7 porque lo escuchó entre las personas de la ciudad, y a pesar que llegó tarde a la escena y vio a lo lejos a Zylank levantando el cuerpo inerte de su hermana, ensangrentado y lleno de dolor, quiso correr de entre la multitud y abrazarlo delante de todos sin importar qué. Sin importar la discusión que habían tenido horas antes.

Y por eso estaba ahí.

Porque realmente lo sentía. No eran amigos de toda la vida, pero sentía que esos tres días juntos en el final del mundo habían sido suficientes para confiar en alguien al que no conocía.

¿Estaba viviendo la vida? ¿Realmente lo había hecho como quería él?

Lo estaba descubriendo, y ahora que le quedaba menos de veinticuatro horas, lo veía sentado frente a él, mirándolo con decepción y enojo, un amigo que no fue como toda la mierda que le tocó vivir, y le falló.

—¿Para qué has venido?—le preguntó Zylank, mirando el suelo.

—Estoy aquí por varias razones—respondió Peter, inmediatamente.

—Dilas y luego puedes irte.

—Zylank, no estoy aquí para pelear otra vez, ¿está bien? He oído lo que pasó con tu hermana...

—No lo digas por favor—lo interrumpió.

—Escuché lo que ocurrió en la ciudad y por eso estoy aquí principalmente. Vengo a abrazarte. A que me veas. Que sepas que tienes un amigo. Quiero decirte que lo siento por haberte dejado solo cuando más lo necesitaste. Perdón. Perdón por eso.

—¿Es todo?—respondió Zylank, continuando viendo al suelo, lleno de ira pero con sus ojos llenos de lágrimas.

—Sé que estás molesto, y tienes todo el derecho de estarlo. Somos seres humanos y es justo eso, las emociones, los que nos hace ser humanos. Te exigí demasiado con lo de salvar al planeta del asesino a un punto donde siento que te obligué a hacerlo.

—No más que Alique.

—De igual manera... Lo siento, Zylank. Todo eso te llevó a la situación que hoy en día enfrentas—sus ojos comenzaron a destilar lágrimas.

—Por favor, no llores. Ya es suficiente la lástima.

—Esto no es lástima. Es entender la situación del otro. Sabes bien por todo lo que pasé y que otra persona pase por una situación igual o similar hace que me sienta mal también.

—Pues es mejor que dejes de sentirte así por mí. No es necesario. Ya esos sentimientos no importan. Lo que sea que hayamos vivido solo se quedó en compasión, ayuda y lástima.

—Te dije que no vengo a pelear o hacerte sentir mal. Estoy aquí porque quiero reparar las cosas, que podamos seguir, pelear hasta el final como habíamos dicho. Aún nos queda tiempo.

—¿Tiempo para qué? No ves que ya no tenemos tiempo.

—Los celestiales vendrán pronto. Es el momento. Serás la carnada perfecta.

—¿Carnada? ¿Te estás escuchando, Peter? ¿Sabes algo? Vete al demonio. No vuelvas a dirigirme la palabra de nuevo en lo que nos queda de existencia.

—Tienes el poder y espíritu de Alique dentro de ti. Aún hay esperanza.

—No hay esperanza. No queda nada y ya no tengo nada. Alique ya no está.

—¿Cómo que ya no está?

—Se ha ido. He hecho que Alique se esfumara en el infinito universo. Quien sea el escogido ahora que se encargue de resolver nuestros problemas.

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque así lo quise. Era mi cuerpo, mi energía, mi alma, mente y corazón que se desgastaban a cada segundo. ¿Y pensaron alguna vez en eso?

—Tienes razón. Bueno... Si así son las cosas, entonces quiero que sepas otra cosa más antes de irme. Habrá un último lanzamiento en Blustono.

—¿Lanzamiento?

—Sí. El más grande de los aerodeslizadores, habilitado y capacitado para viajes a otras galaxias, será el que parta mañana hacia otra civilización. Es un secreto a voces entre los monagueros. Con el miedo corriendo entre las personas han abierto la posibilidad de que varios monagueros del planeta sobrevivan y logren escapar antes de que los celestiales extingan al planeta. Las personas que puedan subir al aerodeslizador antes del fin serán los únicos sobrevivientes al final de todo Blustono. Quedará en la historia del universo.

—Gracias.

—Vine también por eso. Dile a tu familia. El viaje es mañana a las siete de la mañana, tres horas antes del fin. Si tienes más amigos o conocidos... Puedes decirles también. No importa qué suceda de ahora en adelante. Ya lo que sigue es seguro.

—Ya no tengo amigos. No tengo nada—respondió, triste.

—Aún te queda tu familia. Te queda todo lo que has hecho y más.

—Nunca entenderías.

—Créeme que sí, Zylank. Espero cambies de opinión. Aún estás a tiempo.

—Ya puedes irte, Peter—finalizó Zylank, e intentó fingir una sonrisa, pero ni eso pudo hacer.

Peter se levantó del viejo sofá y tomó sus cosas de la pequeña mesa. Se dirigió a la puerta y dijo una última cosa antes de salir.

—Hoy será la ceremonia del general Ursun como el celestial de las estrellas. Imagino que ese poder ya está en manos de los celestiales. Estaré allí, viendo, por si quieres ir también.

Y entonces eso fue lo último que le dijo Peter a Zylank.Era un gran dato para él, pues, eso lo motivaba a salir de casa a cobrar suvenganza.

La Creación de un Magnífico FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora