La sombra
Luego de que la reunión terminó, Alique abrió vuelo sobre la noche y se convirtió en materia de estrella y comenzó planeando alrededor del edificio.
Hipnotizados por su belleza, todos se le quedaron mirando hasta que se perdió en la distancia.
Alique, momentos antes de terminar la reunión pensó en dar unos vistazos a cada una de las Monagas. El universo conspiraba a su favor y conocía la alineación de las estrellas a la perfección. Así que trazó un mapa y se dispuso en ir echarles un vistazo a todas, y ver si ocurría algo extraño en ellas antes de partir al Oasis.
Blustono formaba parte de su hermosa creación en el universo. Había sido su idea crear ese planeta después de todo, con el propósito de que todos los seres vivos que allí habitasen superaran la inteligencia misma, así que no existía otro celestial que amara ese planeta más que él.
Con toda la fuerza de las estrellas, Alique salió disparado en dirección a la primera Monaga en ser visitada: la Monaga 1.
Su brillo celestial se tornó gris con tonos azules para pasar desapercibido en el cielo oscuro.
Todos se encontraban en sus casas. Alguno que otro monaguero en el patio de su casa, pero nada de qué preocuparse. Los sitios públicos se encontraban solos, como debía ser a tales horas de la noche. Siguió a la siguiente Monaga.
La Monaga 2.
El camino entre Monagas y la ciudad también era vigilado por el celestial.
Los bosques, las montañas, los ríos y cualquier otro paisaje eran detallados con precisión por Alique y sus estrellas.
La segunda Monaga parecía estar tranquila y en orden. Un gato se peleaba con otro en el techo de una de las casas de la Monaga.
Todo tranquilo por los momentos. Siguió con su recorrido.
La Monaga 3 era la más pequeña de todas las Monagas. Zylank no conocía a nadie de allí pero sí sabía que era la Monaga más pequeña entre todas las demás. No solo porque el mapa de Blustono así lo decía, sino que oía a muchos monagueros hacer ese comentario de la Monaga.
Todo seguía tranquilo.
No podía fiarse de que el asesino viviera en la ciudad. Las posibilidades existían y él las conocía. Provenía de un lugar en algún punto de la existencia de donde las posibilidades nacían.
Estar fuera del Oasis lo convertía vulnerable.
La Monaga 4 parecía estar tranquila cuando notó algo extraño. Una ventana de una de las casas se encontraba abierta. La habitación se encontraba vacía y con las luces apagadas.
Sin duda, alguien que vivía allí estaba fuera de cama y se había escabullido desde el segundo piso de su casa y ahora merodeaba las calles de la Monaga 4. Pero ¿quién?
Aún convertido en una estrella, Alique se dispuso a seguir las huellas de esta persona misteriosa cuando hizo que el rastro brillara para él.
Este parecía ir lejos, más allá de las afueras de la Monaga, justo a campo abierto, al muy conocido Valle Bajo, lugar donde circulaban historias de supuestas desapariciones.
A Alique le parecía extraño todo, pero las huellas llegaban justamente a la entrada del Valle.
Se materializó de nuevo y reveló su presencia en el Valle.
¿Cómo era eso posible?
Alguien estaba jugando con él, alguien muy astuto que conocía muy bien su poder y que sabía que iba a estar allí.
¿Cómo alguien podría saber todo eso y cómo alguien podía hacer eso?
¿Era el asesino?
No. De ninguna manera podría ser.
Pero, ¿y si...?
¿Podría ser posible?
—Alguien sin duda ha superado los límites de la inteligencia—susurró.
Dio unos cortos pasos al atravesar la tétrica entrada al Valle. Entonces escuchó un crujido que provino de su espalda. Se giró rápidamente. No vio nada.
Activó sus poderes: de sus manos caían destellos dorados que atravesarían cualquier cosa que tocaran.
Sea lo que sea lo que lo había llevado hasta allí, conocía todos los límites y los riesgos.
El poder de un celestial no se comparaba ante nada en el universo entero, así que el que estaba detrás de todo el misterio en el Valle tenía agallas verdaderas.
Alique se giró nuevamente cuando de reojo vio una sombra.
Disparó.
Falló.
Dio al suelo y abrió un cráter en él.
Segundos después volvió a ver la misma sombra.
Nuevamente disparó.
Volvió a fallar.
Sus manos se juntaron y se ataron a juego con una cuerda que fue disparada desde su derecha. Dicha cuerda parecía ser hecha de un material peculiar.
Alique cayó el suelo y lo primero que intentó hacer fue liberar sus manos de la cuerda, pero no podía, y no lo haría tampoco.
—Diamante azul—susurró Alique al ver sus manos atadas con la cuerda hecha de esta piedra.
El diamante azul solo se encontraba en las minas de la Monaga 4 de Blustono. No existía ningún otro lugar en el planeta donde pudiese encontrarse semejante piedra tan hermosa y dañina.
Se llamaba así por el simple hecho de que brillaba y era de color azul, pero científicamente aún no contaba con un nombre único. Se utilizaba para atrapar y canalizar energías cósmicas en un área cerrada por su poder.
Y en este caso, la cuerda ataba las manos del celestial.
Entonces la sombra ya no era una sombra, sino que era una silueta, una que Alique no reconocía. Pero podía distinguir que al menos era una persona. Alguien malo e inteligente, sin duda.
Ambos se miraron y fue allí cuando las estrellas en el cielo se apagaron.
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La Creación de un Magnífico Final
Ciencia Ficción¿Qué se puede hacer cuando el destino de una civilización entera está en tus manos? Una pregunta que invadió la vida de Zylank cuando todo en su vida cambió repentinamente.