Eco en el universo
Dicen que la curiosidad mató al gato, pero en este caso, ¿quién o qué matará al curioso Zylank? ¿Qué tan lejos podría llegar ahora que estaba a un paso del cuerpo de Alique?
La curiosidad por saber qué había sucedido realmente lo carcomía por dentro, y peor aún, el llamado seguía y era más intenso.
Aquella noticia que le dijo su mejor amigo, Handiel, lo había tomado por sorpresa, y no una muy buena.
Su reacción tampoco había sido tan positiva. Se sentía triste, decepcionado, molesto. Tantas emociones que no eran comunes en él.
¿Cómo alguien había podido ser capaz de haber asesinado a un celestial? Y peor aún, ¿cómo habían podido asesinar al celestial que les dio la vida en el universo?
El llamado que comenzó en la Monaga 7 no cesaba. Algo mucho más allá de los límites de la cuarta Monaga llamaba a su nombre de una sutil manera:
—Zylank—decía una voz, no identificada, hecha una especie de eco en el universo que solo Zylank podía escuchar.
Y a pesar de lo lejos, la escuchaba con perfecta claridad.
«Hay algo allá, algo que viene de aquel lugar, y está llamándome a mí», decía en su mente.
¿Debería ir realmente?
Nadie podría saberlo con certeza, ya que aquel que solo podía escuchar el llamado era él mismo.
—Los celestiales aún están en la ciudad—comentó Luna, mientras los cuatro caminaban a casa de Handiel.
Zylank no era muy conocedor de la Monaga 4 pero podría llegar muy fácilmente a Valle Bajo, lugar de los hechos y acontecimientos.
Quizás llegar hasta allá le resultaría fácil. Esta voz lo llamaba y le guiaba el camino. Solo debía escucharla con mucha atención. Estar atento a dónde provenía este eco en el universo.
—Zylank, ¿adónde vas?—le preguntó su mejor amigo, Handiel, al verlo tomar otro camino que no era a su casa—Mi casa está por este lado.
—¿No vienes con nosotros?—le preguntó Isaac.
—Sí. Sí iré—respondió.
—¿Y entonces? Debes dejar tu mochila—le dijo Handiel.
—Es que quiero ir a ver el cuerpo de Alique—dijo, sin rodeos, y todos quedaron en shock—¿Qué? ¿Qué pasa?—preguntó Zylank, al ver los rostros de sus amigos.
—No es nada. Solo que no creí que fueses venido hasta aquí para ver el cuerpo de Alique—le respondió Handiel.
—Ahora que estoy aquí quiero ir a verlo, ya que nunca lo he visto, y porque probablemente más nunca en mi vida vuelva a tener la oportunidad de ver un celestial muerto.
Su respuesta era válida ante toda lógica que quisiese aplicar a sus amigos.
El llamado provenía de Valle Bajo. Las posibilidades jugaban a su favor. Quizás era Alique. Quizás no.
Pero algo era. Sin duda.
¿Qué cosa? Aún no lo determinaba.
Pero sin duda era algo único en su especie.
—Quiero ir allá—dijo, firme—. Handiel, ¿puedes llevarme?—le preguntó.
Handiel se quedó unos segundos en silencio y luego procedió a responderle:
—No lo sé amigo. Había muchas personas hasta hace rato. Los celestiales siguen en el planeta y podrían ir a ver el cuerpo en cualquier momento.
—¿Tienes miedo de ir a donde lo asesinaron?
—No es eso, Zylank. Puede ser que esté prohibido ir allá—le advirtió.
—No importa. Tengo un plan B para ir.
—¿Qué dices?
—¿Zylank?—dijo Luna.
—Amigo, ¿qué vas a hacer?—le preguntó Isaac, mientras lo veía alejarse.
Se dio la vuelta y cruzó en un callejón a la derecha, que lo dejó cara a cara con una calle que daba a la plaza de la Monaga.
Ninguno de sus tres amigos se molestó en seguirlo. Handiel quería pero Isaac lo detuvo diciendo:
—Déjalo, se regresará pronto.
La voz continuaba llamándolo, y cada vez más se intensificaba.
Zylank continúo en línea recta, atravesó la plaza, algunas personas se encontraban allí hablando de lo acontecido. Siguió en línea recta hasta llegar a una colina que daba frente a un pequeño río que desembocaba justo allí.
Lo cruzó sin problemas.
Se empapó casi que hasta el pecho.
Valle Bajo se encontraba a unos cuarenta minutos de donde él estaba, aproximadamente. Solo debía seguir una valla vieja que marcaba los límites del Valle con la Monaga 4.
—Zylank—escuchó nuevamente, pero esta vez era más fuerte aún.
Pudo escucharlo resonando en el interior de su cabeza. Fue como si el mundo se fuese detenido por completo cuando su nombre se volvió a escuchar desde aquel eco universal.
Algo que era solo para él.
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La Creación de un Magnífico Final
Ciencia Ficción¿Qué se puede hacer cuando el destino de una civilización entera está en tus manos? Una pregunta que invadió la vida de Zylank cuando todo en su vida cambió repentinamente.