Furia suprema
El sonido de la gran puerta cerrándose hizo temblar a todos en la sala de reuniones. Los siete celestiales se encontraban sentados en la mesa redonda, dejando al celestial Kolen en el centro de ella.
Los demás, Ursun, el gobernador Arnic, el asistente del gobernador, el coronel Arthur Coin, el jefe de policía Christopher Barrows, y la jueza Carolina Green, tomaban asiento frente a los hermanos celestiales.
Arnic sudaba.
Ursun moría de intriga.
Ninguno que no fuera uno de los celestiales tenía idea de lo que estaba pasando, y mucho menos de por qué los celestiales estaban ahí con ellos.
Todos sabían quién sería el primero en hablar. Y a pesar que los siete querían hacerlo y tenían motivos para hacerlo, dejarían a Kolen, hermano celestial mayor, comenzar con la reunión de aquella mañana.
—Nunca había tenido la oportunidad de venir a este planeta, pues, simplemente estuve ocupado con otras cosas en el universo. Alique nos habló muy bien de Blustono. Creo que debo admitir que todo lo que nos dijo era cierto. En cierto modo, algún día este planeta superaría los límites de la inteligencia que él planeó para su creación, y es lamentable tener que saber que ese día llegó pronto y el resultado no fue positivo—Kolen cerró sus manos y las abría lentamente, dejando salir su ira poco a poco.
Por ser el celestial de la sabiduría no caía en la tendencia de molestarse o entristecerse, pero esta vez esas emociones lo invadían por completo.
—El día de hoy, en la madrugada, todas las estrellas del universo se apagaron por primera vez en la historia, y no lo volverán a hacer hasta conseguir su reemplazo—habló Junix, la celestial del poder.
—¿Reemplazo? Pero ¿qué fue lo que pasó?—preguntó Christopher Barrows.
—Alique, celestial de las estrellas, ha sido asesinado en la tierra de Blustono, su creación divina—respondió Kolen, luego, una lágrima cayó a la mesa.
Todos quedaron en un estado de shock cuando escucharon esas palabras salir del celestial de la sabiduría.
Algo increíble y difícil de creer, pero no por nada estaban los celestiales sentados junto a ellos.
—¿Qué?—dijo Ursun, completamente sorprendido.
—¿Cómo sucedió? ¿Qué fue lo que pasó?—preguntó la jueza Carolina Green.
—¿Es eso posible?—preguntó, sorprendido, el gobernador Arnic.
—Asesinado por lo que parece ser un monaguero, o algún ciudadano de Terraqua—añadió Cranun, celestial de la materia.
—El cuerpo de nuestro hermano fue encontrado sin vida en un lugar conocido como Valle Bajo, ubicado en la Monaga 4—dijo Sakar uno de los dos celestiales del tiempo—. Alguien con conocimiento previo, especialmente en historia del universo, supo muy bien cómo elaborar tal plan.
—¿Qué plan?—preguntó Arnic, confundido.
—Hicieron que Alique se dirigiera a Valle Bajo, lugar donde fue emboscado por una persona que lo ató con una cuerda hecha de diamante azul—añadió Junix.
Morda, celestial del universo, segunda al mando, se encontraba callada, sollozando entre los hermanos celestiales.
—Aún no estoy comprendiendo nada—dijo Ursun, confundido ante la situación.
—¿Qué no entiendes, Ursun?—respondió Poel, celestial de la fuerza, con tono de ira—. Ya lo han explicado varias veces y sigues sin entender—su voz se intensificó.
Realmente estaba mucho más molesto que el resto de sus hermanos.
—Poel, calma—dijo Junix, intentando calmar a su hermano celestial.
—¡No!—exclamó él—. Ahora somos nosotros quienes merecemos respuestas de lo que pasó—exigió.
—Señor celestial—comenzó Arnic—, al igual que usted estamos intentando procesar todo lo que está ocurriendo ahora.
—No me interesa ni una sola palabra de lo que usted diga—le respondió Poel.
—Como gobernante de esta ciudad y del planeta, es su responsabilidad, gobernador Arnic, todo lo que pasa aquí—dijo Sobernia, la otra celestial del tiempo—. Debe darnos respuestas inmediatas al igual que el general Ursun—lo miró y este bajó la mirada.
Kolen solo escuchaba detenidamente e intentaba analizarlo todo. Esperaba su momento.
—Temo decir que estamos fuera de tiempo ahora—dijo Sakar—. Es tarde para buscar respuestas. Si no lo hicieron cuando todo este caos comenzó, menos lo harán ahora que consiguieron dar en el blanco.
—Alique no era un simple blanco. Era mucho más que eso—dijo Morda, con lágrimas en sus ojos.
—Nadie en este planeta entendería el amor al plan asignado por Alique—añadió Poel, furioso.
Kolen seguía escuchando.
—Tic, tac—dijo Sakar.
Sobernia lo miró. Luego Junix y Poel.
Luego Morda y Cranun. Y por último Kolen.
—Habitantes de Blustono, lamento ser yo quien les diga esto pero como hermano mayor celestial debo decírselos. Tienen noventa y seis horas para dar con el asesino de nuestro hermano y causante del caos en la tierra de Blustono—dijo Kolen, en seco.
—¿Cómo que tenemos?—preguntó el jefe de policía, Christopher Barrows.
—Así como escuchan—respondió Kolen.
—Hemos tomado la decisión de acabar el progreso de toda la vida en este planeta. En nosotros está la decisión de si Blustono continúa existiendo en el universo o no—dijo Sobernia.
—Lamentamos haber tomado esta decisión, pero ya escucharon. Noventa y seis horas son suficientes para dar con el responsable de la muerte de nuestro hermano—añadió Junix.
—¿Qué?—preguntó el gobernador Arnic, envuelto en una nube cegadora de emociones.
Todos los demás, se encontraban al igual que él; confundidos, molestos, ansiosos, preocupados, asustados, y horrorizados por las palabras de los celestiales.
—¡No pueden hacernos esto!—exclamó la jueza Green.
—Sí podemos—le respondió Sobernia.
—Tristemente la muerte de nuestro hermano nos lleva a buscar un reemplazo—dijo Kolen—. Ursun—se miraron—, prepárate pronto para lo que sea—le dijo.
Ursun se confundió aún más de lo que ya estaba.
Los siete hermanos se levantaron al unísono.
—Monagueros, terraquanos—comenzó diciendo Kolen antes de dar fin a la reunión—, por favor, consigan al traidor y tráiganlo ante nosotros antes del tiempo acordado.
De las manos de Sakar salió una muestra de energía cósmica que se proyectó sobre el techo del salón de reuniones y se expandió en una esfera gigante de color naranja.
—Ya saben. Solo noventa y seis horas—dijo Sobernia.
—Tienen hasta que la última partícula de energía se apague. Hasta entonces, suerte, Blustono—dijo Kolen.
Luego todos los celestiales se transformaron y se materializaron cuando salieron disparados hacia arriba.
Ursun miró a Arnic, quien sudaba por completo. Luego miró a todos los demás quienes se encontraban asustados y casi temblando. Su futuro ahora era cierto y comenzaba a tomar una figura correcta pero extraña y repentina.
Y aunque estaba lleno de confusión como el resto de las personas en la sala, no dejaba de pensar en ¿qué pasaría con Blustono?
A la esfera en el aire se le apagaba la primera partícula entre miles.
Tic, tac.
El tiempo comenzaba a correr y Blustono no llevaba la delantera.
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La Creación de un Magnífico Final
Ficção Científica¿Qué se puede hacer cuando el destino de una civilización entera está en tus manos? Una pregunta que invadió la vida de Zylank cuando todo en su vida cambió repentinamente.