Capítulo 36

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La mente más oscura

Ahí estaba Ursun, flotando a la deriva del universo, muy cerca de los manantiales volcánicos de Eralia, uno de los planetas más peligrosos por su flora y fauna. Solo era un pequeño espécimen de su raza, uno que jamás nadie pensaría que sería un ser tan supremo y peligroso. "Los Acrix", o conocidos comúnmente como Los Supremos por sus habilidades especiales y sobrenaturales.

Fue de los primeros especímenes nacidos de los destellos celestiales de las creaciones de los celestiales.

En los primeros años de la divina creación los celestiales terminaban de dar los últimos detalles al planeta Eralia y, justo antes de irse, lo vieron. Flotando a la deriva del espacio, a punto de congelarse por completo. Junix lo acogió en sus brazos y creo el calor suficiente para evitar el congelamiento del pequeño espécimen.

Kolen desde el primer momento lo supo, él lo sabía muy bien. Todo el tiempo siempre lo supo; el pequeño espécimen crecería, evolucionaría y se perdería del camino en algún momento. ¿Cuándo pasaría eso? En cualquier momento. Sí. Exactamente con certeza pensaba que no sería él el responsable de la muerte de Alique, pensaba que para la revelación de Ursun faltaba mucho más que eso, pero ya se había perdido desde mucho antes.

En los tiempos de guerra.

Y así como Kolen lo vio, así sucedió, pero nunca perdió la esperanza. Le brindaron la vida al pequeño y todo lo demás que eso conllevaba. Era su deber y misión en el universo como los creadores del todo.

Entonces Kolen nunca perdió las esperanzas de que algún día el pequeño espécimen nunca se descarrilaría.

Ojalá fuese sido así.

Fue Morda, la celestial del universo quien le puso el nombre de Ursun. Fue Junix quien lo enseñó a evolucionar y a tomar una forma similar a los humanos. Con la evolución y el pasar tanto tiempo en el Oasis, llegaron sus poderes. Fue Poel el responsable de enseñarle a pelear y a ser de los mejores guerreros en el universo. Fue Cranun el responsable de enseñarlo a utilizar sus poderes a niveles creativos e inimaginables. Sobernia y Sakar, que lo enseñaron a manipular mentes. Alique, que le mostró el lado bueno de todo ser viviente en el universo, que sin darse cuenta le dio a conocer todo lo que necesitaba para ser un asesino de celestiales supremo. Y Kolen, que fue el que lo aceptó en el Oasis desde el inicio.

Todos eran culpables por el descarrilamiento de Ursun. Y todos le dieron motivos para ser odiados y envidiados. Ursun, a medida que fue evolucionando, creciendo y conociendo, se dio cuenta que jamás sería como uno de ellos, un celestial, y que estaba lejos de serlo, por eso siempre estaría en las sombras.

Entonces pensó que tal vez podría ser uno de ellos si le enseñaban, pero ¿quién iba a hacer eso? Por supuesto que había alguien, el más bondadoso de ellos, el magnífico celestial de las estrellas.

Se hizo hermano de todos ellos, pero más cercano a Alique. Ambos fueron los mejores guerreros en la guerra universal en contra de los anti-celestiales. Fueron los que le dieron fin, acabando con los antis desde la raíz.

Y fueron ellos dos, juntos, quienes hicieron que el universo pudiera seguir creciendo sin percances en el camino.

Los celestiales le debían muchísimo a Ursun, tanto como el día de su juicio, un día que Ursun esperó con ansias desde que fue anunciado.

Se llenó de ilusiones, sueños y falsas esperanzas. Pobre.

El día del juicio solo lo ascendieron a General Supremo y le asignaron ser el guardián protector de un planeta que llevaban creando en secreto durante varios años. Blustono.

Ursun no se llenó de felicidad como esperaba. No quería ser un maldito general, quería ser un celestial. Con constancia decía que merecía serlo, que había nacido para eso. Que no era coincidencia que los mismos celestiales lo acogieron en el Oasis y le hayan enseñado todo lo que sabía. Por eso no se conformaría jamás con ser general supremo.

Era absurdo, estúpido y mediocre para él, un ser que dio fin a la guerra contra los antis, que dio el segundo inicio al universo, que vivió en el mismísimo Oasis. Le parecía una falta de respeto, pero no lo demostraría.

Kolen no podría ascenderlo a celestial. Conocía los límites y las posibilidades. Decidió darle el puesto de general supremo como el primero de ellos, haciendo honor a su raza, y dándole méritos a sus años de servicio, lealtad y buen comportamiento.

Kolen jamás se atrevería a darle el poder de un celestial. Sabía que Ursun era peligroso ya con ser general supremo, siendo celestial sería un ser imparable. Entonces recordó todo lo que vio en él la primera vez que lo vio.

No podía permitirlo. Fue el único en el juicio aquel día que notó que Ursun no estaba muy feliz con la noticia de su ascenso, pero eso era lo único que tenían para el por ahora.

Y debía aceptarlo así, quisiese o no.

Ursun creció en Blustono toda su vida, nunca más volvió a pisar el Oasis hasta ese día. Aprendió de los humanos y conoció los miedos, pesadillas y traumas de todos, lo que lo llevó a utilizar sus poderes a niveles superiores.

Conoció a los celestiales en sus formas originales, le mostraron sus debilidades y fortalezas, por eso es que en ese momento estaba tan preparado de dejar salir la locura.

Fingió por muchísimo tiempo y planeó a detalle todo lo que iba a hacer y cómo lo iba a hacer, tanto que en sus últimos días en Blustono ya no podía fingir más.

«Kolen, ya déjame. Libérame», dijo en su mente.

Sus secretos más pequeños y sucios se daban a conocer. Lamentablemente era un ser sin remedio, sin reparación y sin rumbo.

«Kolen, ¡ya basta!»

Ojalá las cosas hubieran sido diferentes. Nada de eso fuese sucedido en primer lugar, Alique seguiría vivo y Blustono no se extinguiría.

«Un momento... Blustono».

«Sí, Blustono».

Kolen se debilitó al recordar que el inocente planeta estaba al borde de terminarse y capaz el verdadero responsable de las atrocidades fue Ursun.

Ursun aprovechó el momento y se liberó del encarcelamiento mental, lo que hizo que Kolen saliera volando lejos, hacia la otra división de la isla.

Cranun y Poel lo atraparon antes que impactara contra el suelo.

Sakar estaba llorando de rodillas. Cada lágrima le quemaba el rostro y lo marcaba para siempre.

—URSUN—gritó Sakar, enfurecido y dispuesto a cortarle el cuello.

—¡Te estoy esperando!—le respondió Ursun a Sakar desde lo alto.

Zylank intentó esconderse detrás de unos escombros pero fue demasiado lento. Ursun, con su poder telequinético lo atrajo hacia él. Zylank invocó la espada de Alique y le cortó su brazo derecho.

El brazo cayó al suelo junto con la sangre azul, la cual se tornó negra unos segundos después y al secarse, dejó una marca profunda sobre el suelo, como si fuese ácido.

Ursun empezó a reírse de una manera macabra y retorcida. Zylank lo miró y notó que un nuevo brazo creció.

—¿Qué? ¿Cómo es posi...?

—¿No te lo enseñó Alique? La regeneración viene en el paquete completo.

Ursun procedió a atacarlo cuando una distorsión del tiempo impactó contra él.

Al levantarse vio a Sakar detrás de él creando grandes burbujas de tiempo para atacarlo, a lo que Ursun respondió:

—He esperado tanto este momento como no tienes idea.

La Creación de un Magnífico FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora