Capítulo 17

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El despertar

El reloj de la sala de espera del hospital de la cuarta Monaga marcaba las 5:58pm. Más de tres horas habían pasado ya y Zylank aún no abría los ojos.

Seguía con vida, pero en un estado de coma.

Handiel se encontraba junto a sus padres, Carl y Samantha Williams. Junto a Isaac y Luna también. Todos preocupados por la vida del joven Emia.

Sin entender qué pasaba y por qué estaban ahí esas otras personas, el mismo hombre que vivía cerca de Valle Bajo vio todo lo que sucedió en primera fila. Luego, al ver el cuerpo muerto de aquel joven, lo tomó y buscó ayuda rápidamente para llevarlo al hospital. Por suerte para Zylank, el hombre llegó a tiempo al hospital de la Monaga y, con ayuda de las enfermeras, le colocaron oxígeno tan pronto como pudieron.

El cuerpo de Zylank estaba frío completamente. Isaac pudo sentirlo cuando lo tocó para ayudarlo a acostarlo sobre la camilla de hospital.

Pensó en infinidades de cosas que le pudo haber pasado a su amigo.

—Al menos sigue vivo, ¿verdad?—preguntó Luna.

—Bueno, así parece—respondió Handiel, tomando de la mano a su amigo en coma.

«Vamos, amigo, despierta», pensaba y pensaba.

—¿Crees que se acuerde de lo que pasó?—preguntó Isaac a Handiel—Así podría decirnos qué sucedió allá en el valle.

—Para ser honesto, no tengo la menor idea de lo que pueda pasar con Zylank ahora—respondió su mejor amigo, triste.

—Debemos llamar a sus padres. Notificarles—dijo el señor Carl Williams, padre de Handiel.

—No. Es mejor que no lo hagas—respondió su hijo.

—¿Qué? ¿Por qué?—preguntó su padre.

—Porque aún sigue con vida, papá. Y con todo lo que está pasando ya es suficiente para preocupar a su familia.

La familia de Zylank ya estaba lo suficientemente preocupada con lo que estaba sucediendo en todo Blustono. La condena que debían pagar por el alto precio del asesino del celestial ya era más que suficiente para alarmarlos.

Todo aquello se envolvía en una nube de estrés y ansiedad para todos.

El destino de todos en el planeta dependía de ello y nadie tenía la más mínima idea de quién era el culpable. Y el culpable jamás revelaría su identidad, pues no le convenía hacerlo.

Hay personas que preferirían que el mundo entero se acabase, que atraicionarse a sí mismos.

—Está bien, hijo. Vamos a esperar—respondió su padre, quien abrazó a su esposa y, segundos después, salieron del cuarto.

—Voy a perder la cabeza. Lo juro—dijo Handiel, al mismo tiempo que se echaba su largo cabello castaño hacia atrás.

—Tranquilo, ¿sí? Todo va a estar bien—le dijo Luna, intentando calmarlo, y luego lo abrazó.

Isaac se quedó viendo fijamente al cuerpo de su amigo inconsciente. Lo analizaba, intentando buscar algo diferente en él.

Buscaba y buscaba, pero no encontraba nada.

Estaba agotado mentalmente con todo lo que estaba pasando, pero podría jurar que lo vio moverse.

Moviendo uno de los dedos de sus manos, el cuerpo de Zylank cobraba movimiento de nuevo.

—Chicos—comenzó diciendo Isaac, al mismo tiempo que se reincorporó—, creo que se acaba de mover.

—¿Qué? ¿Qué cosa?—preguntó Luna.

—El cuerpo de Zylank. Lo vi...

Y entonces despertó de aquel sueño profundo.

La Creación de un Magnífico FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora