Las almas
Ursun custodiaba el hospital donde las almas heridas luchaban por mantenerse con vida. Muchas fueron las almas que no soportaron las explosiones y fueron ascendidas al siguiente plano.
Un día triste para la ciudad de Terraqua y otro acontecimiento más por parte del asesino para la lista. Blustono no estaba teniendo la mejor suerte en la galaxia.
Varias personas aseguraban que vieron a un hombre con una capucha corriendo de una de las torres principales de la ciudad a otra. Fueron estas dos las elegidas para detonar las bombas. Acabó con dos monumentos de la ciudad en menos de cinco minutos, y acabó con la vida de más de doscientas personas inocentes.
Los celestiales no se alegrarán con la noticia.
Ursun se hallaba dándole vueltas al hospital, atento a cualquier cosa extraña. No iba a permitir que nada malo le volviera a suceder a Terraqua.
Todos los cuerpos de policía se encontraban por las calles, vigilando y custodiando, atentos a todo.
Ya el asunto estaba en otro nivel.
El coronel Arthur Coin encabezaba una misión a las afuera de la ciudad. La prioridad número uno era encontrar al verdadero asesino, o al menos a todos los involucrados, porque cuando el jefe Barrows llegó a la estación con Handiel y notificó todo lo acontecido, se enteró que otro asesino fue quien hizo estallar las torres.
Así que eso les trajo confusión a todos. Más y más contratiempos.
Las declaraciones de Zylank y Peter estaban ahí. Ellos aseguraban que Handiel los atacó y casi los asesinaba, además, llevaba puesto el mismo traje que el asesino el día que mató a Jack Thompson.
No había dudas, pero sí muchas confusiones.
Por otra parte, habían declaraciones por parte de terraquanos que aseguraban haber visto al asesino cometer su siguiente ataque a la ciudad: hacer estallar las torres principales de Terraqua.
¿O era él o era Handiel Williams? ¿Quién era el asesino realmente?
Todo eso solo empeoraba el caso del asesino. Si los celestiales se enteraban de lo que estaba sucediendo iban a molestarse aún más. Ya no era Jack Thompson o Alique. Era más que eso. Ahora más de doscientas personas estaban muertas, y otras cincuenta luchaban por su vida en el hospital.
Griffin Barrows, completamente lleno de tristeza e invadido por decepción e ira, tomó asiento en su oficina y ojeaba una vez más el caso del asesino a sueltas.
—Esto no puede estar pasando—dijo, en modo de queja, mientras se frustraba.
Zylank esperaba en la sala de interrogación junto con Peter. Se les indicó que un oficial los llamaría a uno por uno para ser interrogados unos minutos más tarde.
—¿Qué crees que nos vayan a preguntar?—le preguntó Zylank a Peter, quien no quitaba la mirada del suelo.
—Lo más seguro es que te hagan preguntas sobre ti y la relación con Handiel. Es lo más probable. Necesitan unir todas las piezas. Ahora con todo lo que está pasando tanto aquí como en las Monagas, tienen que dar con el asesino lo más pronto posible.
—¿Cuánto tiempo crees que le quede al planeta?
—Son las diez de la mañana, fuimos condenados a las ocho de ayer. Quedan aún setenta horas.
—¿Crees que logremos dar con el verdadero?
—¿Descartas que tu amigo sea uno de ellos?
—No descarto la idea, pero confío en él y en sus palabras. Sé que me dijo la verdad. Por más decepcionado que esté, le creo. Puedo sentirlo.
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La Creación de un Magnífico Final
Science Fiction¿Qué se puede hacer cuando el destino de una civilización entera está en tus manos? Una pregunta que invadió la vida de Zylank cuando todo en su vida cambió repentinamente.