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Tres años después...
Naruto dejo un clon en su oficina y se apresuró a dirigirse a la dirección que Sakura le había anotado en un papel, cuando llego al lugar indicado, que era una casa en la misma aldea, ella ya estaba allí, el Hokage arrugó la frente al verla con el ceño fruncido. Últimamente las cosas con Sakura no estaban marchando bien.
—Llegas tarde, la psicoterapeuta lleva veinte minutos esperando. —le recriminó.
—Ya te había dicho que no tengo tiempo para estas cosas Sakura-chan. —le respondió con algo de indiferencia.
Haruno se sintió indignada, —¿y crees que yo lo tengo?
Naruto se encogió de hombros, —tal parece que sí, fue tu idea la de venir aquí. —estiró los brazos y se sentó en el otro extremo del banco donde ella estaba sentada.
Frente a ellos se veía la calle y a varios niños jugando a la pelota, Sakura lo miró de reojo, era ridículo que una pareja de recién casados tuviera que solicitar los servicios de una psicóloga. Más cuando los dos estaban muertos de amor por el otro.
—¿Donde pasaste la noche?. —le interrogó ella, sabia de buena fuente que Naruto estaba quedándose en casa de Shikamaru, pero que la noche anterior no había dormido allí.
La puerta que daba a la calle se abrió y una bella mujer de cabello corto y rubio asomó la cabeza, —Oh, ya están los dos, denme un minuto y ya los atiendo.
Cerró la puerta y Sakura miró a Naruto. —¿Donde pasaste la noche?. —repitió algo enojada.
No soportaba la situación en la que se encontraban, lo extrañaba mucho, no era justo tener que llevar la culpa de algo que no había hecho.
Naruto se cruzó se brazos —En la oficina, pero descuida hoy dormiré en casa de Chouji.
Ella entrecerró los ojos y pidió paciencia a Kami-sama porque la terquedad de su marido la ponía de muy mal humor. —no tienes que involucrar a todo el mundo en esta pelea absurda, si lo que no quieres es compartir la cama conmigo, puedes muy bien dormir en el sofá o en la otra habitación.
—Hup... lo pensare.
—Eres un idiota. —murmuró entre dientes.
—Al menos yo no te oculto nada.
La puerta se abrió antes de que Sakura pudiera defenderse —Ya pueden pasar, —la mujer se hizo a un lado para que entraran, —tomen asiento por favor.
Ambos esposos se sentaron frente al escritorio y recorrieron el lugar con la vista, era espacioso y las paredes al igual que toda la construcción era de madera pulida, había cuadros de pinturas con paisajes, un florero en la mesa con girasoles y otras flores que Naruto no supo identificar, fijo su atención en la terapeuta y ella le sonrió.
—Hokage-sama es un placer tenerlo por acá.
Naruto le respondió con sinceridad, —para mí no, preferiría nunca tener que haberla conocido.
—¡Naruto! —lo reprendió Sakura, —discúlpelo, es que se pone bruto cuando tiene hambre.
La mujer sonrió y anotó algo en su carpeta, —yo soy Kikyo Abujami, soy experta en arreglar matrimonios fallidos, descuide, entiendo a lo que se refiere, nadie quiere tener problemas matrimoniales, recuerdo que cuando usted recibió el título de Hokage ya estaba casado, lo recuerdo porque mi hermana se deprimió mucho, esta locamente enamorada de usted.
El rubio se sintió incomodo y Sakura enojada, no le gustaba saber que otras chicas soñaban con tener a su esposo en la cama, probablemente atado, seguramente desnudo, hace tres años atrás había sido muy compresiva con lo de Hinata Hyuga, pero ahora no estaba de humor para soportarle enamoradas.