Cap. 37: Una esperanza

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Nunca debió de decir esas palabras, ahora estaba pagando las consecuencias, nuevamente se encontraba viviendo al lado de su casa, en el estúpido laboratorio de su esposa, y según palabras textuales de la pelirosa, mucho hacia con dejarlo quedarse allí. No era para menos, el Kage había insinuado que ella era la puta de Sasuke.

Ahora las pocas veces que cruzaban sus miradas ella lo miraba con rabia, Naruto no sabía qué hacer para arreglar las cosas, o si estas tenían arreglo, ¿tenía arreglo acaso?, Sakura no le había nombrado la palabra divorcio, pero el rubio no se sorprendería si se lo pidiera.

Si tan sólo pudiera retroceder el tiempo y no decir aquellas palabras...

El Hokage se encontraba dentro del laboratorio acostado en la cama individual que había comprado hace unos años cuando también te toco vivir allí. Mirando el techo se preguntaba que hacer para que Sakura lo perdonara.

Dentro de la vivienda Sakura ayudaba a comer a su hijo.

—¿Por qué papá ya no vive con nosotros?, ¿es que ya no me quiere? —preguntó con su voz infantil.

Ver el rostro triste de su hijo le partía el corazón, pero tampoco podía dejar que Naruto volviera como si nada, —No amor, no digas eso, tu papá te quiere mucho.

—¿Entonces porque no está aquí?, ya no come con nosotros, ni duerme aquí.

—Tu papá está castigado.

—¿Que hizo?

No podía decirle la verdad obviamente, —se ha portado mal y por eso merece un castigo.

El niño pensó un momento antes de preguntar, —¿Cuando termina su castigo pues? —ni Sakura sabia eso, —¿puedo llevarle una de mis galletas?, no me gusta que este triste porque está solo.

—Está bien, —sonrió con ternura, —puedes llevársela, pero primero debes terminar toda tu comida.

No era que Sakura no le dejarse ver a su hijo, de hecho cuando Naruto llegaba del trabajo, pasaba hasta la sala donde podía pasar tiempo con su hijo, pero no era lo mismo, Shinachiku quería que las cosas fuesen normales, que su madre no estuviera enojada con su padre, porque aunque era un niño podía darse cuenta de eso.

Naruto ya estaba casi dormido cuando sintió que alguien le movía el brazo, —papá, despierta.

El ninja abrió los ojos y vio al pequeño rubio que una vez también llego a dudar de que fuese su hijo, cuando pensaba en esas cosas tenia la certeza de que le había dado muchos disgustos a su mujer. Como si el destino quisiera darle una lección su hijo era muy parecido a él físicamente.

—Hola Shina-chan. —se sentó sonriendo.

—Traje una galleta de naranja para ti. —Naruto la aceptó mientras ayudaba a su hijo a sentarse en la cama, —mamá dice que estas castigado porque te portaste mal, ¿que hiciste papá?

—Hum, —se rascó la nuca sin saber que decir, —bueno, es algo feo realmente.

Con un dedito en su mejilla el rubito pensó, —ya sé, ¿no te duchaste después de hacer ejercicios y abrazaste a mamá? —le preguntó ingenuamente tratando de adivinar que era, ya había visto a su madre regañar a su padre por ese motivo.

Naruto rió alborotando la cabeza del niño, —no, fue otra cosa.

—¿Te comiste las uvas de mamá?

Los dos sabían que Sakura odiaba que se comieran sus uvas.

—No, algo peor que eso.

—Pero dile a mamá que estás arrepentido y dale uvas, eso la hará feliz, ¡muchas uvas! —exclamó levantando ambos bracitos.

El amor apárese narusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora