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—Ahora que las cosas parecen más calmadas entre ustedes, podría alguno de los dos explicarme, ¿cuál es la mentira que los tiene al borde del divorcio?. —les preguntó la terapeuta.
Naruto se cruzó de brazos visiblemente fastidiado, él no le contaba sus problemas personales a nadie, no lo hacía antes, tampoco lo haría ahora que era el Hokage.
—No hay ninguna mentira. —aclaró Sakura.
Naruto bufó, —omitir la verdad también es mentir Sakura-chan.
Haruno suspiró con aire cansino, —Lo que te dije el otro día, en parte fue lo que sucedió, no mentí sólo omito lo que no pudo decir —aclaró a punto de perder la paciencia, el rubio se puso de pie para marcharse, —Naruto ya deja de ser tan infantil, use guantes por kami-sama.
—¿Que es lo que omites? —le preguntó frunciendo el ceño, era la primera vez que ella reconocía que no le estaba contando todo.
Sakura guardo silencio un momento, no podía soltar tamaña historia delante de la terapeuta, además el Uchiha hasta amenazo con matarla, —no puedo faltar a mi juramento como médico, Sasuke-kun me pidió discreción y eso debo hacer.
Naruto abrió la boca para decir algo pero la terapeuta se le adelantó, —Señora Uzumaki entiendo su punto, pero si no habla no puedo ayudarlos.
A pesar de estar enojado con Sakura, Naruto no quiso presionarla más, ellos jamás había hablado de divorcio, su enojo radicaba en que Sasuke negaba lo que su esposa le contó, y aunque sabía que Sakura no le era infiel notaba que en algo raro andaban esos dos.
"¿Acaso es mucho pedir que confíen en mi?".
El rubio estaba decidido a continuar con la huelga hasta que su esposa hablara.—Tengo que regresar a la oficina.
El Hokage salió sin esperarla, regresó a la oficina para seguir revisando los informes de la misiones de los Genin, prefería mil veces firmar papeles que hablar sobre sus problemas maritales.
Llevaba siete días fuera de la casa, extrañaba dormir en su cómoda cama, ya tenía el pelo grasiento porque no se lo lavaba desde que se marchó, en el apartamento de Shikamaru la vida era precaria, el Nara era tan flojo que no hacia compras, tampoco cocinaba se iba a comer todos los días a casa de su madre, no entendía para que carajos tenía ese apartamento.
Dos golpecitos en la puerta y la cabeza de Konohamaru asomándose por la puerta lo sacaron de sus pensamientos —Hey viejo, tienes una visita.
Naruto levantó la cabeza aburrido.
—Vaya que asistente más confianzudo.
El rubio se puso de pie sorprendido.
Konohamaru se disculpo haciendo un reverencia y salió dejándolos solos, la mujer camino con elegancia y tomó asiento frente al escritorio del rubio, luego examinó la apariencia descuidada del Hokage, una barba insipiente y la ropa arrugada, la fémina arrugó la frente levemente, si había dos cosas que más le molestaban era la gente que no se preocupaba por lucir presentable y la impuntualidad.
—Deberías educar mejor a tus subordinados. —comentó colocando ambas manos en los reposabrazos como toda una reina.
—¿Tía Mei?, ¿qué hace aquí? —preguntó extrañadísimo.
La Mizukage sonrió afable y luego hablo con voz terriblemente seria —ten más respeto muchacho, que no tengo edad para ser tu tía.
Naruto se rascó la nuca, él aun no se acostumbraba al formalismo que conllevaba ser Hokage. —no me anunciaron su visita.