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La chica se atrevió a estirar la mano a través de la celda, intentando alcanzar la de Sirius. El pasillo era angosto, si ambos estiraban la mano...

—¿Qué haces, Malfoy?

La chica se encogió de hombros, dejando su mano justo donde estaba. Sirius la miró dudoso, como si no supiera cómo tomar su mano o la intención de hacerlo, lo cual era ridículo, Ava sólo intentaba mostrarle apoyo. Finalmente, el chico la tomó. Las manos de Sirius estaban hirviendo, haciendo que una ola de calor la recorriera, la rubia tenía las manos de un muerto.

Se quedaron tomándose de la mano un rato, sintiendo la presencia uno del otro, lo reconfortante que era tener a alguien en ese lugar, el apoyo que ambos se proporcionaban.

Le costaba reconocerlo pero había comenzado a apreciar a Sirius, podía ser una persona agradable si dejaba a un lado su irritante soberbia. Además, el chico tenía razón, había algo más detrás de toda esa fachada: una persona real, con sentimientos reales y problemas reales. No era el perfecto Sirius Black al que no le importaba nada que siempre había hecho creer.

—Nunca pensé que tomaría a alguien de la mano —admitió Black.

Ava sonrió.

—Mucho menos a mí, supongo.

Sirius rió levemente.

—No puedes culparme por eso.

—No lo hago. Yo tampoco pensé que te daría la mano.

—Bueno, en tu defensa podemos decir que estamos en Azkaban y probablemente ya estemos más chiflados que Lovegood.

Ava soltó una carcajada.

—Habla por ti, Black, yo siento que estoy más allá de Lovegood.

Sirius sonrió.

—Obviamente, Malfoy, fuiste tú quien me tendió la mano.

La chica rió, sin soltarlo. Le gustaba esa cercanía, no porque fuera Black, simplemente le gustaba sentir a un ser vivo cerca de ella después de tanto tiempo. Por primera vez, en mucho tiempo, sentía que no estaba sola.

—Pettigrew entregó a James y a Lily a Voldemort —admitió Sirius, al cabo de un rato en silencio—. Ambos murieron, su hijo está a salvo, creo.

Ava le dio un leve apretón en la mano.

—Cuando salga de aquí, me encargaré de darle a Peter su merecido. La muerte de James y Lily no quedara impune.

La chica asintió, sintiendo un creciente odio por Pettigrew. Ninguno de los Merodeadores había sido su amigo, quizá lo contrario, pero jamás les hubiera deseado la muerte, no así.

Nunca había hablado con James, ambos se eran indiferentes el uno al otro, pero Lily era bastante agradable. La ternura en persona. Siempre la saludaba y habían llegado a intercambiar algunas palabras, sobre todo cuando se topaban en algún baño. La pelirroja, a diferencia de muchos Gryffindor, era amable con todos, hasta con los alumnos de Slytherin, incluyéndola.

—Lo siento mucho —murmuró la rubia.

Sirius se encogió de hombros, intentando mostrarse natural aunque la rubia sabía que estaba por soltarse a llorar.

—Yo también lo siento —musitó, acariciándole la mano.

No supo en qué momento se quedó dormida, recargada junto a los barrotes de la celda y aún con la mano de Sirius entrelazada a la suya, transmitiéndole calor. Por primera vez en meses, durmió tranquila. 

azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora