t r e c e

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Ava rió, mirando a Sirius divertida.

—Con razón tu madre quería matarte.

El Gryffindor la miró ofendido, para después sonreír.

—Sólo eran unos cuantos pósters inofensivos, no había por qué hacer tanto escándalo.

—No creo que a ninguna madre le gustaría que su hijo tuviera su habitación cubierta de mujeres con playeras mojadas.

—No eran tan explícitos, rubia, sólo una que otra foto.

La chica rió, no se podía imaginar la cara que hubieran puesto sus padres si su cuarto estuviera repleto de pósters de chicos muggles sin camisa, seguramente habrían hecho un escándalo y, de una forma u otra, se las hubieran arreglado para quitarlos.

—Yo siempre fui una hija más complaciente —reconoció—. Supongo que me resigné.

Sirius sonrió a medias.

—Nunca entenderé por qué, tienes lo necesario para hacer las cosas por ti misma, sabes.

La chica se sonrojó, haciendo reír a Black.

—Siempre que me haces cumplidos estoy casi segura que es para hacerme sonrojar y burlarte de mí.

—Obviamente, Malfoy, el hecho de que crea que eres maravillosa no tiene nada que ver con esto.

Ava lo miró boquiabierta, procesando lo que Sirius Black acababa de decirle, ¿pensaba que era maravillosa? Estaba segura que nadie había pensado así antes, ni siquiera ella misma. Sí, sabía que tenía bastantes cualidades y también era arrogante, como cualquier Malfoy, pero eso distaba mucho de creerse maravillosa. Nunca lo había considerado siquiera.

—Estás volada, rubia —se burló.

—No lo arruines, Black —sonrió.

Sirius le correspondió la sonrisa y extendió la mano, acariciando los dedos de Ava quien lo miraba entre dudosa e hipnotizada. Últimamente se sentía bastante cercana con Black, sabía que era una situación que acabaría por ocurrir pero no podía evitar sorprenderse. Dudaba mucho que el resto de los presos sintieran simpatía por sus vecinos de celda, seguro todo lo contrario. Sin embargo, a ella le agradaba Sirius, muchísimo. Le gustaba la persona real que había detrás de su fachada arrogante y mujeriega, Sirius Black era una persona real, con sentimientos y problemas reales.

—¿En qué piensas? —preguntó Sirius, sobresaltándola—. Así traerás la consciencia —se burló haciéndola rodar los ojos.

—En ti —murmuró Ava.

—¿Ah, sí? —preguntó Black, con un tono de voz lento y coqueto—. ¿Algo bueno?

La chica se encogió de hombros, mirándolo. Sabía que ambos estaban sucios y muy, muy delgados pero Black le seguía pareciendo atractivo. Había algo en él, en su mirada que le gustaba y la atraía tal como un imán.

—Depende de cómo lo veas —sonrió Ava.

—No puedes dejarme así —se quejó Black.

—¿Así cómo? —preguntó la chica con una sonrisa ladeada.

—Tienes suerte de que haya dos celdas separándonos —masculló Black, sin dejar de mirarla.

Ava lo observó mirarla, Sirius la miraba absorto, recorriendo y admirando sus facciones para después reparar en que sus manos aún seguían unidas.

—¿Por qué? —preguntó la chica, sabiendo cuál era la respuesta.

—Porque sólo puedo pensar en besarte cada rincón del cuerpo.




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azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora