v e i n t i n u e v e

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Ava Malfoy había desaparecido. Pasada Navidad no había vuelto a saberse de ella, no asistía a las reuniones de la Orden del Fénix, tampoco estaba en su apartamento y sus vecinos no sabían nada de ella. Era como si se hubiera evaporado. Remus, quien era lo más cercano que la rubia tenía a un amigo, no tenía ni idea de dónde podía estar y los Weasley no disimulaban el fastidio cuando Sirius preguntaba por ella. No le importaba, podían pensar que Ava formaba parte del otro bando y que por eso había desaparecido, porque "se había delatado". A veces la gente era tan estúpida. Malfoy salvó a Bellatrix porque se lo debía, después de todo la mortífaga había sido quien la sacó de Azkaban pero nadie ahí entendía ni tampoco quería entenderlo.

El mundo mágico se estaba desmoronando y los mortífagos eran cada vez más osados, secuestraban magos y brujas de diferentes profesiones, acababan con negocios enteros, más de la mitad de criaturas sobrenaturales ya formaban parte de su ejército... Estaban perdiendo la guerra, eso era más que claro. Los que se negaban a seguir a Voldemort estaban demasiado asustados para contradecirlo, lo cual afectaba a la Orden del Fénix pero no al Señor Tenebroso, por cada mago que se negaba a formar parte tenían otros diez que se unían a ellos.

Lo peor de todo esto había sido la muerte de Dumbledore, que los había dejado a todos con el ánimo por los suelos. El que el anciano estuviera muerto dejaba la vía libre para que los mortífagos hicieran con Hogwarts y sus alumnos lo que quisieran, cosa que los preocupaba a todos.

Snape lo había matado y eso lo enfurecía aún más, sabía que no se podía confiar en él, después de todo había sido un mortífago bastante allegado a Voldemort, ¿por qué hubiera cambiado de bando?, ¿por qué Dumbledore se había atrevido a confiar en él? Merlín, habían sido tan estúpidos. Snape sabía todo sobre ellos, quiénes formaban parte, sus planes, sus guaridas... Tenían suerte de que no hubieran aparecido ya.

Se encontraba en Grimmauld Place junto al resto de los miembros de la Orden del Fénix, eliminando cualquier rastro de evidencia que pudiera haber y dejando el lugar como si nunca hubieran estado ahí. Ojoloco se encargaría de los hechizos de defensa y, por parte de Sirius, ya había hecho lo que podía hacer, no se sentía con ganas de discutir con Molly Weasley, quien estaba hecha una furia.

Se sentó en una de las bancas del parque de enfrente, permitiendo que el viento le agitara el cabello que se rehusaba a cortar. Cerró los ojos por un momento, respirando con fuerza e intentando forzar a su mente para no evocar la imagen de Ava Malfoy. Aún recordaba el odio con el cual la miraba, la máscara que se colocaba frente a todos... Merlín, si él era falso, ella lo era aún más.

• • •

Ava observó el ataúd de Dumbledore a lo lejos, permitiendo que las lágrimas viajaran por sus mejillas mientras se mantenía alejada de la multitud. No quería tener que acercarse y lidiar con las miradas inquisitivas de los participantes, había desaparecido y seguramente le pedirían explicaciones, ¿qué excusa podría dar para desaparecer en uno de los momentos más críticos de la guerra? Además, le había prometido a Dumbledore guardar el secreto.

El anciano le había confiado la misión de descubrir los horrocruxes de Voldemort —objetos donde ocultaba una parte de su alma—, solamente había descubierto dos: la serpiente que lo acompañaba a todas partes, obviamente, y la diadema de Ravenclaw que, según los rumores, estaba oculta en alguna parte del castillo. Sabía que el restante tenía algo que ver con Hufflepuff, sin embargo, aún no estaba segura de qué objeto podría ser.

Dumbledore había sido muy claro en sus instrucciones, "desaparece, búscalos, no se lo digas a nadie salvo a Harry en cuanto estés segura de la información". Entonces ahí estaba, rindiéndole luto al director de Hogwarts y esperando el momento en el que pudiera hablar con Potter a solas.

No podía acercarse a él mientras estuviera rodeado de un séquito de personas que, como bien sabía, resentían su presencia. Poco o nada le importaba, había pagado su deuda con Bellatrix, no tenía por qué dar explicaciones de nada. Además, ellos nunca habían estado en Azkaban, no podían entender lo que significaba que alguien te dejara en libertad. Sí, quizá la mujer estuviera loca y delirante pero le estaría agradecida siempre.

Respiró con fuerza al ver que los magos comenzaban a dispersarse, buscando el momento para interceptar a Potter o que él la mirara y pudieran hablar.

Se mantuvo donde estaba, evitando a cualquier mago que no fuera Harry, no estaba de humor para lidiar con las miradas interrogantes de nadie ni con los murmullos que no tardarían en aparecer a su alrededor, después de todo, seguía siendo una Malfoy.

Vio la oportunidad cuando Harry se acercó a la tumba de Dumbledore, inclinándose y manteniéndose alejado del resto. Caminó deprisa y con la cabeza baja, evitando llamar la atención. Llevaba el cabello rubio recogido en un moño perfectamente bien hecho, sabía que éste era el primer indicio para reconocerla.

—Potter —murmuró en cuanto estuvo agachada junto a él. El chico la miró con cierto temor—. No le digas a nadie que estuve aquí. Dumbledore me contó sobre los horrocruxes, si mi información es correcta faltan tres: la serpiente, que siempre lo acompaña; la diadema de Ravenclaw, oculta en una parte del castillo, y algo perteneciente a Helga Hufflepuff, aún no estoy segura de qué objeto es o dónde pueda estar.

Harry asintió, musitando un apenas audible gracias. Ava no esperaba más, simplemente le deseó suerte y se alejó, aún con la cabeza baja y deseosa de poder salir de ahí. Había cumplido su cometido, no tenía por qué volver a acercarse a ninguno de los miembros de la Orden del Fénix, no deseaba estar involucrada en nada de eso después de la traición de Snape, sabía que sospechaban de ella y después de lo que había hecho el profesor de Pociones... se le echarían encima, sin duda.

Desapareció del lugar sin ningún percance, apareciendo de nuevo en su apartamento y esbozando una leve sonrisa, la cual desapareció al ver una lechuza en una de las ventanas. Intentó ignorarla pero el animal era bastante insistente. Finalmente abrió la ventana, dejándola entrar, seguramente ya había llamado la atención de todos los vecinos.

Le dio algo de comer y leyó la carta que tenía entre manos. La boda de Fleur Delacour y Bill Weasley, ¿por qué recibiría una invitación después de ser "amiga" de quien había destruido su casa?

Respiró con fuerza, leyendo la nota que acompañaba la invitación.

"No sé si recibas esto y si lo haces, estoy seguro que no querrás asistir. Sería un honor para mí equivocarme y que lo hicieras. Espero verte pronto, rubia, negaré que escribí esto pero te extraño, no dejo de hacerlo.

Por cierto, lucías bastante bien en el funeral. Podría reconocerte donde fuera, no todo el mundo tiene tu buen gusto para vestir.

—Sirius Black."



Muchas gracias por leer, votar y comentar<33. Ya casi llegamos al final de la historia, espero estén disfrutando<3.

azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora