v e i n t i c i n c o

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Sirius caminó junto a Remus por los alrededores de Grimmauld Place, aún faltaba un rato para que llegaran los miembros de la Orden del Fénix y desde que le habían otorgado su libertad paseaba varias veces al día.

Apenas había estado en contacto con alguien ese verano, no podía hablar con Harry ya que Dumbledore se los había prohibido a todos, no quiso dar razones pero no permitió un sólo reproche o cuestionamiento. Ava tampoco era una opción, la mujer había desaparecido de la faz de la tierra, había pasado algunas veces por su apartamento pero nunca la veía entrar o salir, y tampoco es que pudiera preguntarle a alguien dónde estaba, los vecinos se habían negado a hablar con él, más al ver lo extraño de su vestimenta. Los miembros de la Orden del Fénix no eran precisamente sus amigos, con dificultad lo toleraban. Sólo tenía a Remus, quien cada vez lucía más agotado, además de que tenía una especie de relación con Nymphadora Tonks, prima de Sirius.

—¿Ava sigue sin aparecer? —preguntó el hombre lobo.

Sirius asintió, apretando los dientes.

—¿Dónde se pudo haber metido? Dudo que haya salido de vacaciones.

Remus se encogió de hombros.

—Quizá si dejaras de ser un idiota obstinado y le pidieras perdón, lo sabrías —dijo su amigo, haciéndolo rodar los ojos.

—Ella sabe de sobra que lo siento.

Lupin rió levemente.

—Merlín, Sirius, ¿cómo va a saberlo si nunca te molestaste en explicarle? No me sorprende que se aleje de ti, a decir verdad.

Sirius respiró con fuerza.

—¿De qué lado estás, Remus?

—No se trata de eso, te estoy diciendo lo que hacen las personas maduras en una relación. Reconoces tu error y te disculpas, si no lo haces es porque quizá no lo sientas.

—Sí lo siento —masculló Sirius—. Muchísimo. Y la extraño, llevo extrañándola todos los días desde hace dos años.

—Habla con ella —concluyó Lupin al ver que Ojoloco aparecía con Tonks, quien le dedicó una enorme sonrisa.

Sirius sonrió levemente, desde que Remus estaba con Tonks lucía mucho más feliz, incluso sonreía más a menudo. Sin embargo, su amigo aún seguía reacio a formalizar la relación, ya que Tonks era algunos años menor. Estando en guerra, la edad de la chica debería ser lo menos importante.

• • •

Ava terminó de acomodar su ropa en la maleta: era momento de volver a casa. Se había quedado con Narcissa y Draco una temporada, quienes estaban destrozados desde el arresto de Lucius. Sorprendentemente, ninguno la había culpado ni reprochado nada, contrario a lo que se esperaría de la familia de Lucius Malfoy, ambos habían sido bastante comprensivos con la rubia.

Ava no había querido decirlo en voz alta pero sabía que el que Lucius no estuviera había sido liberador para su cuñada y su sobrino, quienes lucían mucho más tranquilos. La mujer sabía que su hermano no era precisamente el marido o padre del año, solía ser bastante abusivo con ambos.

—¿Puedo? —preguntó Narcissa en el umbral de la puerta a lo que Ava asintió.

Su cuñada observó el cuarto con curiosidad, Ava había vivido ahí toda su vida antes de que su padre muriera y Lucius se quedara con la casa. La habitación estaba iluminada, la ropa de cama era blanca, contrastando con el oscuro suelo de madera y los muebles. Había un librero en donde no cabía una sola hoja más y un enorme espejo.

—Sólo quería agradecerte por estos días —sonrió Narcissa—. Draco y yo estamos muy tranquilos de saber que contamos contigo.

Ava sonrió levemente.

—No tienes que agradecérmelo.

—Sí tengo que —sonrió Narcissa—. Lo siento por todo, Ava —suspiró con los ojos llenos de lágrimas—, yo sabía la verdad y no fui lo suficientemente valiente para...

La rubia la cortó con un ademán.

—Queda en el pasado, Cissy —sonrió Ava—. Sé cómo es Lucius y estoy consciente de qué hubiera ocurrido si hablabas, viste por tu bien y el de Draco.

Narcissa asintió, aún con lágrimas en los ojos. Ava se acercó a ella y la abrazó brevemente.

—Ya sabes dónde encontrarme —murmuró la rubia, a lo que Narcissa asintió.

Salió de la habitación con su maleta levitando detrás de ella, Draco ya la esperaba en el umbral de la puerta para despedirse.

—Gracias, tía —murmuró el rubio en cuanto estuvo frente a ella.

Ava asintió, dándole un leve apretón en la mano. Estaba preocupada por su sobrino, muy, cada vez lucía más pálido y más delgado, lo que sea que tuviera en mente lo estaba destruyendo.

—Siempre estoy disponible —le recordó la rubia antes de salir, dirigiéndole una leve sonrisa a lo que Draco asintió.

La rubia salió de su antiguo hogar y caminó hacia la verja, tenía el tiempo contado para dejar su maleta en casa y llegar a tiempo a la reunión.

Al cabo de unos segundos se encontraba en su apartamento, se colocó un abrigo negro que le llegaba a los tobillos y apareció frente al número 12 de Grimmauld Place. Tragó con fuerza, hacía mucho no visitaba la casa de los Black, desde su compromiso con Regulus para ser exactos.

Suspiró antes de entrar, iba algunos minutos tarde por lo que su entrada no pasaría desapercibida. Mucho menos con su cabellera rubia y los ojos grises, todos sabían muy bien de quién se trataba.

Escuchó voces en el comedor y vaciló antes de caminar, no quería tener que ver a Sirius, no cuando sabía que su orgullo importaba cien veces más que ella y que seguramente el hombre no le quitaría la vista de encima.

Sacudió la cabeza, intentando recobrar la compostura, por Merlín, era Ava Malfoy, hija de Abraxas Malfoy, no tenía por qué sentirse nerviosa por la presencia de Black, mucho menos dudar de sí misma. Caminó con paso decidido hacia el comedor y abrió la puerta de golpe, haciendo que todas las miradas se dirigieran hacia ella.

Los Weasley la miraron con cierto rencor, Remus sonrió levemente al igual que Snape, mientras Sirius, sentado en la cabecera, la miraba incrédulo.

—Ya, ya, parece que vieron un fantasma —se quejó Ojoloco Moody—. Siéntate, Malfoy, hablábamos de las medidas de seguridad para Hogwarts.

Ava asintió, sentándose en la única silla disponible que era frente a Black, en la otra cabecera. El hombre aún la miraba intensamente, sin importarle que los demás ya habían notado que la observaba por más de la cuenta.

—¿Dónde estabas? —preguntó Sirius, interrumpiendo a Ojoloco, sin quitarle la vista de encima a Malfoy.

—No veo por qué eso sería de tu incumbencia, Black —masculló la rubia, manteniéndole la mirada fija.

Ninguno de los presentes se atrevió a decir nada, era tanta la tensión que podía cortarse con un cuchillo.

—Creo que es incumbencia de todos, de hecho, desapareces y repentinamente eres parte de la Orden del Fénix.

—No tengo por qué explicarte las decisiones de Dumbledore, pero si de verdad estás tan interesado —habló, alargando la "a" en el tan— puedes preguntárselo.

—¿Dumbledore te incluyó? —preguntó Sirius, sin creer lo que escuchaba.

—Veo que a ti no te hizo el honor —se burló la rubia.

—Yo no necesito...

—Dejemos los temas personales a un lado, ¿quieren? —acabó por interrumpir Remus.

Ava asintió, aún con la fulminante mirada de Black sobre ella.




Muchas gracias por sus votos y comentarios<33, espero les esté gustando.

azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora