d i e c i s é i s

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—¿Qué harás cuando salgamos de aquí? —preguntó Sirius.

Ava estaba mucho mejor, habían vuelto a conversar a diario y ya dormía y comía, poco a poco se había estado recuperando y muchas veces se dedicaban a planear su futuro, para su sorpresa, era un futuro juntos. Y eso le gustaba, le gustaba saber que saldría de Azkaban y existiría una persona que lo entendería todo.

—Me gustaría conseguir un trabajo, aunque con mis antecedentes...

—Para ese entonces nuestros nombres estarán limpios, ya lo verás.

—Ojalá tengas razón, ¿a ti qué te gustaría hacer?

Sirius se encogió de hombros.

—Quiero empezar a rehacer mi vida... También me gustaría buscar al hijo de James, Harry, hablarle sobre sus padres y que sepa que no está solo.

Ava sonrió levemente, acariciando la mano de Sirius.

—Se alegrará mucho de poder contar contigo.

—Ojalá —suspiró.

Le aterraba mucho lo que Harry pudiera llegar a pensar de él, era su padrino y apenas lo había visto una o dos veces debido a que James y Lily habían tenido que esconderse; seguramente le preguntaría por qué no había ido a buscarlo al morir sus padres, ¿cómo le explicaría que por su error ellos estaban muertos? Quizá Pettigrew los había traicionado pero había sido por su culpa, por confiarse, por subestimarlo...

—Deja de torturarte —habló Ava, sacándolo de su trance—. No fue tu culpa, Sirius, nada de lo que ocurrió. El chico lo entenderá, ya lo verás.

—¿Y si no lo hace?

—Lo hará. Eres su familia.

—¿Sabes, Malfoy? Me molesta que hables todo en singular.

Ava sonrió a medias.

—Aún me cuesta procesarlo.

—¿Qué? ¿Salir y estar juntos?

La rubia asintió.

—No saldremos de aquí y nos casaremos, rubia.

—¿Ah, no?

—Por supuesto que no, pensaba llevarte a cenar antes.

La mujer sonrió, apretando la mano de Sirius.

—¿Debería jactarme de tener una cita con el rompecorazones, Sirius Black?

Sirius rodó los ojos y Ava rió, le gustaba verla reír, los ojos de la mujer se entrecerraban y esbozaba una sonrisa de oreja a oreja, haciéndola lucir más joven. La verdad es que nunca pensó que llegaría a disfrutar de la sonrisa de Ava Malfoy, mucho menos que haría lo posible por provocarla.

—¿A dónde te gustaría ir a cenar? —preguntó Sirius, sin soltarle la mano.

Ava sonrió.

—Vaya, realmente lo estás pensando —hizo una pausa—. Hay un restaurante italiano que me encanta, es muggle pero qué puedo decir, cocinar se les da bastante bien.

—No sólo lo estoy pensando, rubia, está decidido. Iremos al salir de aquí, podemos bañarnos juntos antes y vestirnos bonito.

La mujer rió.

—Deberías llevarme a cenar primero, Black, qué tal que resulta ser un fracaso, ya habrás tenido el gusto de verme desnuda y mojada.

Sirius sonrió.

—Velo como un seguro, aunque la pasemos mal en la cena seguramente la habremos pasado bastante bien antes.

—¿Y si no?

—Esa posibilidad no existe, rubia.

La chica sonrió y Sirius la imitó, desde que conversaba con Ava había comenzado a esbozar sonrisas sinceras y no las que acostumbraba, donde solamente ladeaba los labios y sonreía de manera coqueta. Ahora que lo pensaba, era bastante ridículo la manera en la que había sonreído todos esos años, esperando que las chicas cayeran muertas a sus pies y, lo peor, ¡lo hacían! Era completamente ridículo, ni siquiera lo conocían.

—¿En qué piensas, Black? —preguntó la mujer, sacándolo de sus pensamientos.

—Nuestro tiempo en Hogwarts... realmente fui un ridículo.

La rubia soltó una carcajada, mirándolo burlona.

—Al menos eras un ridículo guapo, viendo el lado amable —sonrió.

—Aún recuerdo cómo les sonreía a las chicas, Merlín, qué vergüenza —masculló.

Ava sonrió.

—Si te sirve de consuelo, sí resultabas muy sexy —rió—. El cabello alborotado, los ojos grises, la sonrisa burlona... Podrías haber sido personaje de novela erótica.

Sirius rió.

—¿Y tú serías la otra protagonista? Espero, pudimos haber desarrollado una escena en los baños de prefectos o algo así.

—En el Gran Comedor —se mofó la Slytherin.

—Qué atrevida, rubia, aún así, suena bastante tentador.

La mujer le guiñó un ojo y Sirius deseó, más que nada, poder abrazarla en ese momento. Sólo quería tenerla entre sus brazos y continuar conversando, adoraba conversar con ella. Ava era brillante, divertida, alegre, realmente lo era todo. Quizá no era lo ideal, pero casi podía agradecer que ambos hubieran sido encerrados en Azkaban, de lo contrario, seguramente nunca habrían entablado conversación alguna.

—Voy a cuidarte siempre, rubia.

Ava sonrió.

—Probablemente sea al revés.

—Seguramente —asintió Sirius, sin dejar de mirarla.



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azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora