t r e i n t a y s e i s

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Sirius había buscado a Harry por todo el castillo con desesperación, había recorrido los pasillos, los salones, las salas comunes... No había ni rastro de su ahijado.

Sentía cómo el corazón le latía con fuerza y la desesperación comenzaba a acumularse dentro de él, incluso sentía ganas de llorar. Si Harry se entregaba... No, no podía perderlo. Nunca se lo perdonaría, James tampoco se lo perdonaría: tenía que encontrarlo.

Al cabo de un rato, Ava se unió a él, la mujer había registrado los invernaderos y los jardines, tampoco había rastro de él. Ni Ron, ni Hermione sabían dónde estaba, parecía que se había esfumado sin dejar rastro alguno y Sirius no dudó ni un segundo que llevara la capa de invisibilidad consigo, lo que volvería su tarea de encontrarlo imposible.

Acabaron por sentarse en una esquina del Gran Comedor, aislados del resto del grupo. Los Weasley estaban desconsolados por la muerte de uno de los gemelos, Fred, con quien Sirius había convivido bastante poco pero le agradaba. Les dio el pésame y regresó a sentarse junto a Ava, quien tenía la mirada fija en el suelo.

Ambos estaban sucios y tenían algunas partes de la túnica desgarradas aunque ese era el menor de sus problemas, Sirius no podía dejar de pensar en Harry y sabía que Ava tampoco soltaba el pensamiento de Lucius.

—¿Estás bien? —acabó por preguntar Sirius a lo que Ava se encogió de hombros.

—No lo sé —suspiró—. Realmente mi vida no ha parado de sacudirse desde hace dieciséis años.

Sirius asintió, pasándole la mano por los hombros y abrazándola contra él.

—Saldremos de esta —sonrió levemente, siempre lo hacemos.

Conforme pasaban los minutos seguían apareciendo camillas y camillas, Sirius sabía que los portadores estaban muertos y no se atrevía a mirar por miedo a que fuera alguien que él conocía.

—Sirius —llamó Ava y la miró, la rubia tenía lágrimas en los ojos y observaba una camilla que habían puesto frente a ellos.

Black ahogó un grito antes de acercarse a su mejor amigo, el cual yacía muerto en el suelo junto a su esposa. Lloró con desesperación mientras lo abrazaba, teniendo la esperanza de que en cualquier momento despertaría y lo abrazaría de vuelta.

—No tú, Remus, no tú —susurró, dejando ver el dolor en su voz.

Lloró sin atreverse a soltar a Lupin, deseando que despertara. Su cuerpo estaba frío y pálido, inerte mientras Black lo zarandeaba.

Sintió a Ava agacharse junto a él, también con lágrimas en los ojos y lo abrazó, escondiendo su cabeza en su pecho.

—Lo siento mucho, Sirius —susurró contra su oído sin soltarlo.

Sirius la abrazó con fuerza, utilizando uno de sus brazos mientras tomaba la mano de Remus con el otro. Cientos de recuerdos comenzaron a amontonarse en su mente: su primer año en Hogwarts, la primera vez que fueron a Hogsmade, cuando descubrieron el secreto de Remus, cómo se transformaron en animagos sólo para poder acompañarlo. Las imágenes parecían bombardearlo y dejó que las lágrimas continuaran saliendo, Lupin había sido su mejor amigo, al igual que James, era quien le decía la verdad sin tapujos y quien le ponía un freno. Quizá habían sido todo lo contrario en todos los aspectos y, sin embargo, ambos se adoraban.

—Era mi mejor amigo —musitó, recibiendo un abrazo más fuerte por parte de Ava.

Sus pensamientos lo llevaron hasta el hijo de Remus, quien había quedado huérfano con sólo unos meses de edad. Se prometió a sí mismo y a Lupin que nada le faltaría a Ted mientras él existiera, lo cuidaría como si fuera su propio hijo.

azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora