t r e i n t a

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Sirius miró nervioso a los invitados de la boda, que no paraban de llegar en grupos de tres o cuatro personas, incluso más. Sin embargo, no había rastro de la rubia. Sabía lo mucho que se había arriesgado enviando esa carta, no es que Molly Weasley estuviera contenta con ninguno de los dos pero eso era lo de menos. ¿Qué tal que ni siquiera la había recibido? O aún peor, la había recibido y había preferido ignorarlo y alejarse de él tal como le había dicho cientos de veces. No podía dejar de torturarse con sus pensamientos, todo hubiera sido diferente si Ava Malfoy no fuera tan arrogante y se dignara a contestar un sí o un no, como si fuera mucho trabajo hacerlo. Suspiró. La rubia nunca haría nada parecido.

Apenas había hablado con nadie desde que había llegado y no tenía planeado hacerlo, no quería que nadie lo viera desesperado y nervioso por una mujer. Dejaría ser el arrogante y mujeriego Sirius Black aunque, a quién engañaba, ese Sirius había desaparecido desde hacía mucho tiempo.

—¿Aún no llega? —preguntó Remus sentándose junto a él, haciéndolo rodar los ojos.

—Llegó hace rato, sólo que prefiero estar sentado solo y miserable.

El licántropo puso los ojos en blanco.

—No hace falta el sarcasmo —se quejó.

—No encuentro otra forma de lidiar con el haber sido plantado, mis pies se convirtieron en raíces y mis manos en ramas, no dudo empezar a florear en cualquier momento.

Remus rió.

—Técnicamente, aún no te deja plantado, todavía sigue llegando gente.

—No me estás consolando.

—No lo estaba intentando —se burló Lupin, recibiendo una mirada asesina por parte de Sirius.

—Recuérdame por qué somos amigos.

—Soy lo único que tienes —sonrió Remus, haciéndolo sonreír ligeramente. No se equivocaba—. Además, viendo la mesa que nos tocó, te alegrará tener un amigo.

—No estaría tan seguro.

Se quedaron en silencio por un rato, viendo a los invitados, con cada minuto que pasaba dejaba de llegar gente y Sirius comenzaba a sentir una decepción creciente. Sabía que las probabilidades de que Ava Malfoy aceptara ser su pareja en una boda eran nulas, sin embargo había tenido tanta esperanza de verla cruzar el umbral. Incluso se había arreglado y vestido mejor que nunca, si Ava lucía como una reina él debía verse como alguien que pudiera estar junto a ella.

Suspiró con fuerza y forzó su mejor sonrisa, no tenía por qué estar triste y aún así lo estaba. Incluso sentía ganas de llorar, había hecho su último esfuerzo para pasar tiempo con ella y que lograra perdonarlo... De qué había servido.

—Iré por algo de tomar —dijo y Remus asintió.

Caminó sin ganas, buscando a algún mesero con las bebidas, trató de mantener la cabeza gacha y evitar las miradas inquisitivas que le lanzaban los participantes. Ya varias veces se había hecho el comentario de su perpetua soltería y no tenía ganas de lidiar con ello. Tomó una de las bebidas y se dirigió de nuevo a su mesa, aún mirando al suelo y dándole un buen trago al whisky.

—Sabes, Black, cuando invitas a una pareja a una boda lo cortés sería traer dos bebidas y esperarla en la entrada —dijo la cínica voz que tan perfectamente conocía, haciéndolo atragantarse.

Sonrió de oreja a oreja en cuanto la vio. Llevaba el cabello más corto, a los hombros, perfectamente bien peinado con ondas. Utilizaba un vestido color verde esmeralda, el cual constaba de un corset y una falda larga con una apertura en la pierna izquierda. Sus ojos resplandecían detrás del oscuro maquillaje al igual que su sonrisa ladeada con un labial rosado.

azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora