v e i n t i t r é s

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Sirius movió su varita con elegancia, desviando el hechizo que había arrojado Lucius Malfoy sobre su ahijado. Se encontraba en el Departamento de Misterios del Ministerio de Magia junto a varios miembros de la Orden del Fénix intentando defender a Harry y el resto de sus amigos. No entendía cómo habían llegado ahí pero qué tontos habían sido. Sin embargo, le venía bien, le había hecho tanta falta salir al mundo real.

—¡Expelliarmus! —escuchó gritar a Harry junto a él, arrojando a uno de los mortífagos al otro lado de la habitación.

—¡Bien hecho, James! —soltó Sirius sin pensárselo, apenas percatándose de su error.

Continuó luchando con Lucius Malfoy, quien no era precisamente hábil en combate, le estaba resultando bastante fácil desviar sus hechizos y atacarlo. Al cabo de unos segundos, arrojó a Malfoy al otro lado de la habitación.

—¡Avada Kedavra! —escuchó gritar a Bellatrix Lestrange a lo lejos.

Apenas se percató de lo que sucedía, su cuerpo se había tambaleado hacia atrás de la fuerza con la que lo habían empujado. Ava Malfoy se encontraba frente a él, con el cabello rubio suelto y sacudiéndose hacia atrás por la fuerza con la que había desviado el hechizo.

Escuchó a Bellatrix reír y sintió unos brazos intentando levantarlo, ni siquiera podía prestar atención a lo que ocurría a su alrededor. Ava, Ava estaba bien y lo había salvado. Se incorporó como pudo y se acercó a ella, tomándola del brazo y obligándola a mirarlo. Los ojos grises de la rubia resplandecían, tenía los labios rojos entreabiertos, su rostro había recuperado su color natural y había embarnecido. Su pecho subía y bajaba con agitación, tenía la piel helada.

La mujer lo miró por unos segundos antes de soltarle un golpe a puño cerrado en la mejilla.

—¡Merlín, Ava! —exclamó Sirius, tocándose el área lastimada.

No tuvo tiempo de reparar mucho en los daños, Ava caminaba alejándose de él, de todos en realidad. Los que quedaban en el lugar la miraban incrédulos, como si fuera un fantasma el que estaba frente a ellos.

—¡Ava, espera! —la llamó Sirius, casi corriendo detrás de ella.

La mujer ni siquiera la miró, llegó hasta donde estaba Lucius y murmuró un hechizo, envolviéndolo con una especie de cuerda y haciéndolo levitar.

—Te encantará Azkaban —escuchó decir a la rubia—. Celdas con vista al mar, comida hecha en casa... Ya verás.

Observó la escena a unos metros, cómo Lucius Malfoy miraba atemorizado a su hermana, él también lo estaba. Ava estaba fúrica, sus ojos destellaban odio hacia él y Malfoy, de hecho le sorprendía que no hubiera permitido que Bellatrix acabara con su vida, ¿por qué lo había evitado? No era que se alegrara de verlo, todo lo contrario. Merlín, nunca entendería a las mujeres.

• • •

Las siguientes horas fueron eternas, el Ministerio los había juzgado nuevamente cuando era más que obvio que ambos eran inocentes. Les habían quitado las varitas y sentado juntos, a pesar de Ava, quien se había orillado lo más que podía, evitando todo contacto con Black. De cualquier manera, no le estaba resultando, la banca era tan pequeña que sus brazos y piernas chocaban.

Ahora sólo estaban esperando el veredicto final, resultaba bastante tonto que habiendo aparecido Voldemort se preocuparan de dos "fugitivos" pero Sirius sabía que el Ministro tenía que hacer algo, al menos así aparecería en El Profeta que llevó a cabo un juicio y atrapó a uno de los servidores de Voldemort, cuando había sido Ava quien había llevado a Lucius ante el Ministerio.

—¿No vas a volver a hablarme? —se atrevió a preguntar Sirius, con el corazón latiéndole con fuerza por miedo a lo que Ava pudiera decir.

La mujer se quedó callada, sin señales de haberlo escuchado.

—Ava... Por favor, estos años han sido muy duros para mí, no paro de pensar en ti y...

La rubia se giró a mirarlo hecha una furia.

—¿En serio vas a hablarme de lo difíciles que fueron estos años? —habló rabiosa—, ¡me dejaste pudriéndome en una celda y vas a hablarme de lo difícil que fue para ti! Realmente eres un estúpido, Black, un gigantesco estúpido egoísta —bramó Ava—. Debí dejarte morir —agregó con veneno.

Sirius tragó saliva, ignorando lo mucho que le dolía escuchar eso.

—¿Y por qué no lo hiciste?

La rubia sonrió levemente, viéndose aún más aterradora de lo que ya lucía.

—Porque, después de dejarme en Azkaban creyendo tus patéticas mentiras, me juré a mí misma que si alguien va a matarte seré yo.




Muchas gracias por sus votos y comentarios<33, sobretodo por su paciencia. Ya estoy de vacaciones y podré subir más seguido, espero les guste<3.

azkaban || sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora