CAPITULO 5

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Le entregaba su abrigo y bufanda a una de sus empleadas para después entrar al despacho de su esposa y buscar con desesperación el mini bar, se servía un vaso lleno del whiskey y lo bebía sin detenerse.

-Maldición- susurraba recordando el rostro altanero de esa mujer y lo humillada que se sintió al tener que aceptar cada una de las condiciones que propuso.

-¿Mamá?- se giraba rápidamente enfocando los ojos verdes que la veían preocupados -¿Estás bien?-

-Estoy bien Lily- respondía limpiándose los ojos -¿Qué sucede?-

-No te ves bien- escuchaba -¿Necesitas algo?-

-¡Estoy bien!- gritaba sin poder contener las lágrimas -¡Estoy bien!-

-Mamá...- se sujetaba del enorme escritorio de madera -No llores mamita- sentía los brazos de su hija menor rodearla en un intento de consolarla, recordar el rostro de su esposa conectada a toda clase de máquinas, el verla tan débil y cada vez más deteriorada solo la hacía pensar en que su Barbara pronto la abandonaría y dejaría sola en ese mundo, luego pensaba en el hermoso rostro de Emma y en todo lo que ocurría con ella, el sentirse la peor de las madres por tener que poner ese peso sobre los hombros de ella.

-Lilian, ve a tu cuarto ahora- ordenaba Verónica -Déjame a solas con mamá-

-Vero... Yo no sé qué le paso, la encontré llorando y...-

-Vete ahora mismo- pedía Verónica y podía escuchar los pasos de Lily alejarse del estudio -Mamá-

-Ahora no Verónica, créeme que lo último que deseo es verte o escucharte- soltaba incorporándose de golpe.

-Dime... ¿Conseguiste las escrituras?- preguntaba con un hilo de voz y eso bastaba para abofetearla con fuerza -Mamá...- musitaba sujetándose la mejilla.

-Todo esto que está pasando es por tu culpa- soltaba -Fuiste tan imbécil que no se te ocurrió pensar ni un momento en tu familia, entregaste tu casa a cambio de pagar unas deudas que obtuviste por estúpida... Y yo tuve que entregar a tu hermana a la mujer más ordinaria e irrespetuosa de todas- gruñía entre dientes.

-Mamá...-

-¡Cállate!- gritaba -No quiero escucharte- pedía alejándose -Por tu culpa no solo podemos quedarnos sin casa... Sino que también arruinar la vida de tu hermana- decía apretando sus puños al recordar la sonrisa altanera de Arielle -Esa mujer no me regresará las escrituras-

-¿Y entonces? ¿Qué pasará?-

-Pagará por la empresa- susurraba sirviéndose otro trago -Y pagará todas las deudas que tenemos...-

-Eso es algo bueno ¿no?- preguntaba Verónica acercándose a ella.

-Pero si no ve ningún tipo de interés amoroso de parte de tu hermana y si las cosas no llegan a formalizarse, tú sabes, matrimonio... Vamos a tener que pagarle el doble de cada centavo que nos dé- decía -¡Y tendremos que abandonar esta casa!- gritaba lanzando el vaso contra la pared -Todo por tu culpa-

-Mamá... Perdóname por favor...- escuchaba -Yo sé que me equivoqué... Pero nunca pensé que terminaríamos así-

-¿Y cómo pensabas que terminaríamos, Verónica? Dímelo, tu madre claramente no puede seguir trabajando y tú a tus 31 años no sabes lo que significa ganarse un dólar, la herencia de tus abuelos la gastamos en todas esas empresas que perdimos porque madre fue demasiado...-musitaba -Todo es una mierda...-

-No todo mamá...-

-Quiero que te quede algo muy claro Verónica- dejaba escapar con un hilo de voz -Si alguien... La persona que sea... Se presentara un día a pedirte... Te entregaría sin dudarlo y sin pedir nada a cambio, porque estoy segura que todos nuestros males terminarían en el momento que tu...-

Volveré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora