CAPITULO 9

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Observaba la hora sobre su reloj y no pasaba de las 2 de la mañana, se giraba con cuidado asegurándose que su mujer durmiera profundamente, se apoyaba en la mesa de noche y tomaba el bastón que guardaba cerca de su cama, suspiraba aliviada al llegar a la puerta y darse cuenta que Genoveva aún dormía. Se apoyaba en la pared y bajaba los escalones con mucho cuidado de no perder el paso y terminar con quien sabe cuantos huesos rotos, se acomodaba en su enorme sillón que tenía vista al jardín, movía el pequeño banco para apoyar su pierna izquierda y observaba su reflejo en el enorme cristal sintiéndose peor de lo que ya se sentía, su estado era lamentable y poco a poco perdía la movilidad de su cuerpo, los temblores la dominaban más y le impedían hacer lo que deseaba, ya no podía caminar sin su bastón y lo peor de todo es que ya no podía hacer nada para ayudar a su familia.

El recordar a Genoveva en el cuarto de baño llorando y desesperada por la situación de su familia la hacía sentir más miserable, por ser una inútil que no podía hacerse cargo de sus hijas y mujer, se limpiaba las lágrimas con la mano temblorosa y por más que intentará buscar una solución no la encontraba. Vendería la mansión y comprarían un apartamento en las afueras de la ciudad, en un cuarto podían dormir Emma y Lily, Verónica podría acomodarse en la sala de estar y ella con Genoveva podrían tomar una de las habitaciones, venderían los muebles más costosos y todo mejoraría.

-¿Madre?- se sobresaltaba al escuchar la suave voz -¿Qué hace aquí?-

-Princesa...- musitaba enfocando el rostro preocupado de su hermosa hija -No podía dormir y no quería despertar a mamá ¿Y tú?-

-Tampoco podía dormir...- escuchaba y veía como Emma se acomodaba a su lado -¿Desea que encienda la chimenea?- asentía suavemente -¿Desea que prepare algo para que bebamos?-

-¿Qué te parece leche caliente con galletas?- preguntaba sonriendo y la veía desaparecer en la cocina, veía los árboles de su jardín moverse con violencia debido a la tormenta que pronto azotaría la ciudad.

-Listo- tomaba la taza que le extendía -Le puse un poco de café a la suya, sé que así le gusta-

-Corrección- decía -Nos gusta- ambas reían por lo bajo -¿Cómo estás mi amor?-

-Bien...- escuchaba el tono apagado de su hija.

-Ayer...- aclaraba su garganta tratando de abordar ese tema que la tenía pensativa -Supe que alguien vino a buscarte-

-Si- respondía Emma bebiendo un poco de leche.

-¿Te gusta?- preguntaba y la veía asentir suavemente -¿Cuánto?-

-Aún nos estamos conociendo...- escuchaba con tono apagado -Pero es muy buena persona-

-¿Si?- asentía de nuevo -Mírame a los ojos- pedía notando la tristeza en el rostro de Emma -Sabes que si a ti te gusta alguien a mí también me gustara, sea quien sea la persona con la que tu decidas estar, yo te apoyaré siempre- decía extendiendo su mano para acariciar la mejilla de su hija -Emma, tu eres mi mayor tesoro y lo único que deseo es verte feliz con quien tu quieras, alguien que cuide de ti, que te valoré, que te ponga antes de cualquier otra cosa, porque eso es lo que yo hago por ti, no llores mi amor- decía al sentir como Emma se abrazaba a ella y sollozaba en sus brazos -Ya mi amor...-

-Oh madre...- escuchaba el llanto -Yo...-

-No llores, todo lo que digo es cierto- se apartaba un poco para limpiar las mejillas empapadas de su hija -Háblame un poco de Ariana- pedía y la veía reírse por lo bajo -¿De que te ríes? Oh si, su nombre es Anastasia ¿cierto?- sonreía al ver que su broma había funcionado y que su hija reía -¿Agustina? ¿O Aurelia?-

-Ese se parece más- respondía Emma limpiándose las lágrimas e intentando contener la risa -Arielle, su nombre es Arielle-

-Estuve muy cerca- decía divertida -Arielle- susurraba -¿Qué hicieron ayer?- preguntaba curiosa.

Volveré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora