CAPITULO 10

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Enfocaba la puerta cada tanto esperando ver a su hija aparecer, era la primera vez que Emma no llegaba a dormir a casa y peor aún que no le avisaba a nadie que no volvería. Sabía por Christina quien fue la última persona en contactarla que su hija se encontraba con Betancourt, de la cual nadie sabía nada tampoco. Esperaba que tal vez estuvieran refugiándose de la tormenta que azotaba a la mitad del país y que ambas se habían quedado sin carga para comunicarse con alguien.

No había podido dormir ni una sola hora pensando en Emma y lo peor de todo es que tuvo que mentirle a su mujer, porque Barbara sería capaz de ir a buscarla sin importar que el cielo se cayera en mil pedazos.

-Está bien- escuchaba en la entrada y se incorporaba rápidamente -No te preocupes, intentaré comunicarme más tarde contigo, ve a descansar un poco- a medida se acercaba podía reconocer la suave voz de Emma -Cuídate tú también- se detenía un momento enfocando a su hija quien vestía la ropa más horrible que había visto en su vida.

-Emma- decía con voz seria al verla cerrar la puerta –Puedo saber ¿Dónde diablos te habías metido? ¡¿Qué no has visto las noticias?! ¡Estamos en alerta roja debido a las lluvias!- gritaba.

-Buenos días también para ti mamá- respondía sin mirarla -Discúlpame, pero no he pasado una buena noche, ahora mismo solo necesito acostarme, no estoy de ánimos-

-¡¿Y tú crees que me importa que no estes de ánimos?!- cuestionaba tomándola del brazo -¡¿Dónde estabas?!- sentía como se soltaba con brusquedad de su agarre -¡Estaba preocupada por ti!-

-¿En serio?- preguntaba con tono altanero -¿Tú? ¿Preocupada por mí?- abría los ojos sorprendida al escucharla soltar una fuerte carcajada -Vaya mamá, veo que el clima te ha puesto graciosa- no supo que la llevaba a golpear la mejilla de Emma con fuerza.

-¿Quién te has creído para faltarme el respeto de esa forma? ¿Qué acaso olvidas que soy tu mamá?-

-No- respondía Emma sujetándose el rostro -A la que se le olvida eso es a ti- decía con enojo -Haz lo que quieras menos fingir que te preocupas o interesas por mí, me gustaría creerte, pero luego pienso que estás dispuesta a venderme a cualquier alfa de mierda que cruce esa maldita puerta- retrocedía un poco al ver el rostro enfadado de su hija, era la primera vez que la veía de esa forma -¡A ti lo único que te importa es casarme con el mejor postor! Te lo dije mamá... Me casaré y eso es lo único que debes saber, me entregaré a una alfa que podrá sacarte de la miseria a cambio de cogerse a tu hija, quédate, tranquila mamá, voy por un buen camino-

-¿Cómo te atreves?- alzaba la mano y escuchaba pasos detrás de ella.

-¿Mamá? Hermanita veo que por fin te dignaste a aparecer-

-Y tú- decía Emma dejando caer su bolso para después acercarse desafiante a una recién levantada Verónica -¡Hija de puta!- ahogaba el grito al ver el puño de Emma estrellarse en la mejilla de Verónica -¡¿Estás loca o qué?!- gritaba empujándola -¡¿Cómo te atreves a apostar dinero y decir que Arielle pagará por tus deudas, maldita hija de puta! ¡Te detesto!- la veía abofetear el rostro de Verónica quien inútilmente trataba de detenerla.

-Emma, cálmate, no quiero lastimarte- decía Verónica.

-Tranquilícense las dos, despertaran a su madre y...-

-¡¿No quieres lastimarme dices maldita?! ¡Vividora! ¡Muerta de hambre! ¡Te odio Verónica! ¡Te detesto! ¡Eres lo peor de esta familia!-

-¡No!- gritaba al ver como Verónica sujetaba los brazos de Emma, la diferencia de estatura y fuerza era exagerada y con un golpe Verónica podía dejar muy mal a Emma -Verónica, suelta a tu hermana-

Volveré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora