CAPITULO 32

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Escuchaba la voz de Sergio cada vez más alejada, veía de reojo las imágenes de las radiografías y de los otros exámenes. Sabía que no debía ser una experta para entender que su condición era la más lamentable.

-Hicimos todo lo posible para reparar el daño, pero la bala desgarro aquí y aquí llevándose a su paso nervios, músculos sin mencionar el daño que hizo al hueso. Tuvimos que reconstruir- suspiraba con pesadez y enfocaba el cielo que lograba verse desde la habitación. Se preguntaba si tal vez ese ser que existía más allá del cielo se olvidaba demasiado de ella porque siempre que comenzaba a disfrutar un poco o a conocer un poco de felicidad en su vida sucedía algo que acababa con todo. Tal vez no tenía ningún propósito en ese lugar.

-¿Y eso... que quiere decir?- preguntaba su esposa quien sostenía con firmeza su mano.

-Que mi carrera de médico se fue a la mierda- susurraba y todas las miradas se posaban en ella con espanto.

-No lo diría de esa forma Be, es solo que...-

-Lo digas como lo digas, no volveré a operar y es algo que tú mejor que nadie lo sabe, a ellas puedes disfrazarle las cosas, pero a mí no- decía con molestia -A mí no- el aire comenzaba a volverse más extraño y podía escuchar el ritmo de las máquinas a las que estaba conectada aumentar el sonido -A mi...-

-¡Arielle!- escuchaba y sentía como soltaban su mano.

-¡Traigan el carrito, está entrando en paro! ¡Salgan de la habitación ahora!-

°°°

-¿Y tú que quieres ser cuando seas grande?- preguntaba caminando detrás de la chica más genial que conocía.

-Rica- escuchaba -¿Y tú?-

-No lo sé, aún estoy muy pequeña—respondía –¿Estás segura que Nicholas no nos encontrará?-

-Ari, te he dicho mil veces que dejes de ser una cobarde- escuchaba -Además ya soy una adulta y puedo hacer lo que yo quiera-

-Tienes dieciocho años Jen- decía sentándose a su lado -Y eres muy fea- bromeaba.

-¡Mocosa engreída!- reía a carcajadas al sentir como la atacaban con cosquillas -Espero que aprendas a respetar a tus mayores-

-A los mayores sí, pero a ti no- decía con tono burlón -Oye Jen... ¿Crees que nuestras mamás piensen en nosotras donde sea que estén?-

-Espero que si pequeña Ari- sentía como despeinaban su cabello -Estoy segura que tu mamá te cuida desde donde sea que esté- sonreía ampliamente imaginando como era su mamá.

-¡Aquí estaban!- se sobresaltaban al escuchar el grito masculino -Jennifer, espero tengas una buena explicación para haber sacado a Arielle de sus clases-

-Yo me escapé- respondía defendiendo a su amiga.

-Par de rebeldes, volvamos a la hacienda ahora- ordenaba y caminaban un poco -Arielle... Espera aquí- no sabía porque el tono de Nicholas cambiaba repentinamente -Jennifer, lleva a Arielle a...-

-¡Nicholas!- el grito de la mujer hacía que los tres se congelaran de golpe -Aquí estabas y veo que vienes acompañado-

-Margaret, buenas noches- respondía Nicholas y sentía como Jennifer la cubría con su cuerpo -Íbamos de camino a la casa grande- se movía un poco y se escondía de nuevo al ver la mirada seria fija en ella.

-Es ella ¿cierto?- cuestionaba apartando a Nicholas -Ven aquí niña, tengo tiempo de no verte- veía a la alta mujer acercarse a Jennifer -¡Que vengas!- gritaba -Y tú, apártate- sentía como tiraban de su brazo y la mujer se agachaba hasta quedar a su altura -Jajajajajaja ahora entiendo porque mi mujer la odia tanto, si es que es igualita a mi ¿no?-

Volveré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora