CAPITULO 18

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Se giraba un poco dando de lleno con el hermoso rostro dormido a su lado, estiraba su mano para apartar los mechones que caían despeinados sobre él, sonreía al escuchar el suave suspiro y trataba de moverse con cuidado para no despertarla. Se sentaba lentamente sin despegarle la vista a Emma y no podía creer que pronto se casaría con ella, recordaba la primera vez que la vio y todas las emociones que le provocó, mismas emociones que siguen presente hasta ese día. Su corazón latía fuertemente con el simple hecho de recordar sus besos y todas las veces que terminaban haciendo el amor como si no existiera el mañana, el saber que fue la primera mujer que pudo disfrutar el cuerpo de Emma provocaba que su fascinación por ella aumentara, el pensar que Emma no dudo en entregarse a ella por primera vez le decía que sus sentimientos eran igual de fuertes que los suyos.

Buscaba en la mesita de noche la cajetilla de cigarros y caminaba a paso lento hasta el balcón, calculaba que la hora no pasaba de las 2 de la mañana y que probablemente todas dormían, suspiraba sintiendo como el humo inundaba su garganta, cerraba los ojos disfrutando de la brisa y de la tranquilidad de la noche mientras pensaba en lo diferente que era su vida en esos momentos, en lo extrañamente feliz que se sentía y de como le costaba trabajo convencerse de que todo lo bueno que le estaba pasando era real.

-¿Qué haces aquí?- se sobresaltaba al sentir los delgados brazos rodearla por detrás y se estremecía al sentir el pecho desnudo de Emma pegarse a su espalda -¿Estás fumando?-

-Tal vez- respondía por lo bajo -¿Te desperté?- se giraba para envolverla en un abrazo -Hola, mi amor-

-Me moví y no te sentí a mi lado- respondía Emma escondiendo su rostro en su cuello -¿Te gusta mucho estar sin camisa, cierto?-

-Pues le recuerdo que no soy la única- decía divertida besando la frente de Emma –¿Tienes frío?-

-Ya no- susurraba Emma y sentía como se pegaba más a su cuerpo -¿En qué pensabas?-

-En ti- respondía moviéndose un poco para enfocar el rostro adormitado -Eres en lo único que pienso, Emma-

-¿Tanto me quieres?- cuestionaba sonrojada.

-Comienzo a dudar si la palabra correcta sería querer- susurraba besando sus mejillas -Me encantas, me provocas, me excitas, me vuelves loca- musitaba bajando un poco para besar su cuello y sonreía victoriosa al comenzar a percibir las feromonas dulces de Emma -Te deseo, Emma-

-Arielle... Nunca me acostumbrare a escucharte decir esas cosas- sentía la punta de los dedos de Emma recorrer su espalda desnuda -Creo que no tengo que decir que también me provocas lo mismo- musitaba con voz ronca.

-¿Si?- preguntaba tomando su mentón con ternura para enfocar la hermosa mirada verde.

-Me encantas Arielle...- escuchaba -Mi cuerpo y mi alma te pertenecen- sentía como se colgaba de su cuello y como buscaba sus labios con desesperación, el simple roce de sus bocas provocaba que todo su cuerpo se activara y se estremeciera de golpe -Soy tuya... Lo sabes ¿cierto?-

-Me gusta mucho cuando lo dices de esa forma- decía con voz ronca.

-Dígame algo doctora Betancourt- pedía Emma esbozando una sonrisa traviesa -¿Es normal que todo el tiempo que estoy cerca de usted, desee hacer el amor sin parar?- soltaba una fuerte carcajada ya que no terminaba de acostumbrarse a los comentarios provocativos de Emma.

-Veamos- decía aclarando su garganta y acariciando el torso desnudo de Emma -Tomando en consideración que tiene como alfa a la mujer más guapa y atractiva de todas- sonreía escuchando la carcajada de Emma -Y que difícilmente puede resistirse a mis encantos y no hablo de lo que más le gusta tocar- susurraba a su oído -Sino a que soy casi perfecta-

Volveré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora