Entrelazaba sus manos con las de su mujer sintiendo como las apretaba con suavidad al tiempo que ahogaba los gemidos sobre su cuello, abandonaba su interior y se hundía nuevamente en Emma, disfrutaba el sentirla temblar debajo de su cuerpo, el escuchar sus suaves gemidos la acercaban al cielo.
-Arielle...- susurraba Emma -Muévete más- suplicaba y como buena esposa no dudaba ni un momento, se soltaba del agarre de sus manos para apoyarlas en la almohada mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas. Las manos de su mujer se aferraban en su cintura y los gritos se volvían cada vez más fuertes -Te amo, Arielle- escuchaba. Se alejaba un poco y sonreía al ver el rostro completamente excitado de Emma, la veía abrir la boca y fue cuestión de segundos para sentir su interior volverse más cálido y húmedo que antes, disminuía el ritmo disfrutando de los espasmos de su mujer y como aferraba a su espalda.
-Alguien acaba de llegar de nuevo- musitaba besando su cuello -Me moveré un poco más ¿está bien?- sentía como se abrazaba a sus hombros y asentía una vez -Te amo- susurraba acercándose a su oreja y retomaba el movimiento de sus caderas, sentir a Emma tan entregada a ella, tan vulnerable y lo más importante, tan suya era de los placeres más grandes de su vida. Decir que la amaba se quedaba corto, esa mujer era su adoración, su vida y su mundo y trataba de demostrárselo siempre, pero en ese momento el hacerle el amor era su forma de gritarle lo mucho que la adoraba.
-Me encanta cuando me ves así- decía Emma acariciando su rostro -Quisiera saber que pasa por tu mente-
-Tú- respondía -Solo tú- apretaba la almohada sintiendo que faltaba poco para llegar -Te amo- musitaba al sentir los dedos de su mujer rozar sus labios.
-Ya casi ¿cierto?- sonreía al ver el rostro travieso de Emma -No te salgas- pedía tirando de su cuello para besarla con suavidad -Te quiero en mi- esas palabras bastaron para empujarla al límite y desbordarse en el interior de su mujer, por mucho que intentará no gritar siempre terminaba rendida y convulsionando ante Emma -Mi amor...- sentía sus delgados dedos acariciar su cuello -Debo decir que...- abría los ojos como platos al sentir el fuerte dolor recorrer su espalda -Arielle-
-No te muevas- pedía sujetando la cintura de Emma, abría la boca sin entender porque dolía tanto -Por la mierda...- las uñas de su mujer se clavaban en sus hombros y sentía como intentaba alejarse -No- pedía -Amor no te muevas-
-Duele mucho- susurraba Emma y veía la mueca de dolor en el rostro sonrojado -¿Qué está pasando?- gritaba sobre el cuello de Emma al sentir como su nudo seguía expandiéndose en el interior de su mujer, era la primera vez que lo sentía formarse así y nunca imagino que el dolor sería tan fuerte -Mi amor...-
-No te muevas- pedía agitada -No te muevas...- cerraba los ojos tratando de soportar lo mejor que podía, pero cada segundo en el interior de Emma se volvía más doloroso y desgarrador que el anterior -No puede...- gritaba de nuevo al sentir la electricidad recorrerle las piernas y debía empujar un poco más su cintura para hundirse más en Emma antes de desbordarse de nuevo -¿Te lastime?- preguntaba preocupada -Emma...- la escuchaba gemir con suavidad y su interior comenzaba a sentirse más cálido -¿Llegaste de nuevo?-
-¿Cómo piensas que podría quedarme tranquila cuando tengo semejante nudo dentro de mí?- preguntaba avergonzada -Al principio dolió mucho... Incluso más que la primera vez que hicimos el amor, pero ahora...- enfocaba su rostro excitado y sentía como se movía un poco -Se siente muy bien... Es el más grande ¿cierto?- asentía una vez -¿Te sientes bien?- asentía de nuevo -¿Te duele?-
-Un poco- mentía escondiendo su rostro sobre el cuello de Emma y recordando que un nudo alfa podía llegar a expandirse tanto como su puño y sabía que en esos momentos uno de ese tamaño se había formado, lo que había olvidado era el dolor que el alfa podía experimentar.
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Volveré Junto A Ti
RomansaCuando dos personas están destinadas a estar juntas, siempre encontraran la manera de volver a encontrarse.