CAPITULO 22

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Dos días habían pasado desde que llegaron a la hacienda y desde entonces no había visto a su esposa. Salía de la habitación y caminaba por el pasillo hasta llegar a la recamara principal. Se detenía en la puerta y pensaba si tal vez lo mejor sería tocar antes de entrar o simplemente entrar. Se sobresaltaba al escuchar como abrían la puerta.

-Buenos días patrona- saludaba Maribel y después enfocaba la bandeja con el desayuno intacto.

-¿No comió?- preguntaba con un hilo de voz.

-No, desde que llegó no ha probado un bocado- escuchaba -¿Desea que deje la bandeja?-

-No- respondía -Puedes llevártela- pedía empujando la puerta para entrar a la habitación principal, tragaba grueso al ver a Emma acostada sobre la enorme cama y podía escucharla sollozar fuertemente -Emma-

-Vete...- pedía con voz entrecortada.

-Me dijeron que no has comido nada- decía acercándose a paso lento.

-No tengo hambre- escuchaba y la veía moverse incomoda sobre la cama -¿Por qué insistes en seguir con esto, Arielle?- preguntaba con un hilo de voz -Déjame volver a casa... Por favor-

-Tu casa es esta- decía rodeando la cama hasta quedar frente a ella, notaba el rostro inflamado y sonrojado de tanto llorar.

-¡No es mi casa!- gritaba alterada -Me tienes aquí encerrada y secuestrada, no sé cuántas criadas tienes vigilando mi habitación ¡¿Te sientes bien hacer esto?!- cuestionaba.

-Te recuerdo que hace un par de días intentaste escapar y aunque te cueste creerlo, afuera hay personas mucho más desagradables que yo- decía sin mirarla -Aunque ahora que lo pienso de seguro el que trataras de escapar también era parte del plan que tenías con tu amante ¿cierto? En caso me descubriera toda tu mentira-

-¡Esto no tiene nada que ver con Miranda!- gritaba y la veía incorporarse de golpe.

-¡¿Piensas que soy imbécil?!- cuestionaba tomándola por los brazos para acercarla a ella -Tiene todo que ver con esa infeliz. Estás muy equivocada si piensas que sigo siendo la misma estúpida que creía en cada cosa que salía de tu boca- decía entre dientes -Y por lo que más quieras... No vuelvas a mencionar su maldito nombre-

-¡Entiende que no podemos seguir así!- gritaba Emma empujándola y alejándola con violencia -¡No soporto tenerte cerca! Solo deseo ir a mi casa, con mi madre y...-

-¿Por qué actúas como si la ofendida eres tú?- cuestionaba con voz ronca -En lugar de estarte comportando como la victima hipócrita que eres deberías de estar de rodillas suplicándome perdón- gruñía.

-¿Para qué? Si las cosas seguirán de esta forma, si no te gusta escucharme ¿Por qué mierda no anulas este maldito matrimonio?-

-¡¿Y yo que ganaré?!- gritaba tirando de ella -¡¿Quieres que anule esto para correr a revolcarte con esa maldita, así como lo hiciste tantas veces conmigo?!- decía entre dientes.

-¿Y qué ganaras con tenerme aquí, Arielle? ¿No te das cuenta? Te detesto... Te odio porque has hecho todo lo posible para enredarme con tus...- en un rapido movimiento tomaba el delicado rostro de Emma hasta acercarla  a pocos centímetros del suyo.

-¿Enredarte, Emma?- cuestionaba con tono amenazante -¿Cuántas veces te pregunte si estabas segura de querer casarte conmigo? ¡¿Por qué mierda tenías que regresar a mi casa esa noche después de rechazar mi propuesta de matrimonio?!- gritaba -Si nos casamos en dos meses... Fue porque tú así lo pediste... Te ofrecí tiempo para que pensaras las cosas... ¿Por qué me hiciste esto, Emma? ¿Por qué?- preguntaba sin poder contener las lágrimas.

Volveré Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora