10 | las acusaciones de tommy

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Con todos los sentimientos a la vista, Tessa se sintió desnuda delante de Tommy. Se había desmoronado por completo frente a él, y ahora él sabía todo sobre cómo se sentía.

Sus ojos, azules como el océano, se clavaron en ella mientras se limpiaba las lágrimas no derramadas e intentaba ignorar el hecho de que sus manos temblaban. No dispuesta a hablar más sobre su relación, y contenta con el hecho de que Tommy ahora sabía cómo se sentía, Tessa enderezó su postura, habiéndose acurrucado sobre sí misma como una niña a punto de recibir un regaño.

—Entonces —dijo, maldiciendo mentalmente su voz ronca—. ¿Cómo está tu hermoso caballo?

Los ojos de Tommy se nublaron y Tessa se encontró apartando los suyos para concentrarse en el único mechón de pelo húmedo que le colgaba de la frente y observando la gota de agua pegarse a la punta de su pelo.

—Le puse una bala en la cabeza —respondió Tommy sin ninguna emoción en su tono, aunque Tessa podía ver cuánto lo estaba afectando.

—¿Por qué? —preguntó Tessa, extendiendo la mano para colocar una mano en la rodilla de Tommy—. ¿Era cojo?

Tommy hizo una pausa—. Me miró de manera incorrecta. No es una buena idea mirar a Thomas Shelby de la manera incorrecta. 

—¿Hay una manera correcta de mirarte? —preguntó Tessa, intentando aligerar el estado de ánimo. Se sorprendió de lo rápido que volvió a la rutina con Tommy, como si nunca hubiera pasado nada.

Estar cerca de él se sentía familiar. Era como un soplo de aire freco en medio del hollín y el humo de Birmingham.

Tommy y Tessa compartían algo que otras personas nunca entenderían.

Por ejemplo, el gesto de Tessa. Su mano sobre su rodilla hizo que Tommy sintiera que su vida on iba a terminar después de que un caballo muriera. Por supuesto, lamentaba la decisión de matar al animal, pero para evitar que sufriera haría lo que fuera necesario.

—Qué despericio. Ese caballo era hermoso —dijo Tessa.

—Sí —contestó Tommy, con su voz aún baja—. Un desperdicio es lo que es.

—¿Lo hiciste rápido? —preguntó Tessa.

Tommy asintió, incapaz de contestar. En cambio, tomó su bebida y la terminó, recostándose en su silla y apartando la vista de Tessa—. Sabes, en Francia —Tessa se puso rígida. Este era el momento que había esperado; cuando Tommy finalmente se abriría a ella—... en Francia me acostumbré a ver morir a los hombres. Nunca me acostumbré a ver morir a los caballos. Mueren feo.

Tessa dejó escapar una exhalación suave, acercando su silla a la de Tommy para poder tomar su mano—. Todo estará bien —queriendo cambiar de tema, ella dirigió el tema de conversación a las carreras—. Saqué un vestido como me pediste.

Le pasó un cigarrillo y Tessa lo tomó con un suave agradecimiento. Tommy colocó un cigarrillo entre sus labios, y Tessa se encontró mirando las curvas de sus pómulos y la agudeza de su mandíbula. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, salió de su estupor y miró a sus pies.

—¿Es de Cheltenham de quien estás hablando? —preguntó—. El gran asunto de Cheltenham, ¿no es así?

—El rey estará allí —proclamó Tommy.

—¿El Rey George?

—No respondió Tommy con una sonrisa en su rostro que duró una fracción de segundo—. El rey Billy Kimber y todos sus hombres.

Tendrías que ser sordo y tonto para no conocer el nombre de Billy Kimber. Un hombre fantasma que era el rey de la industria de las carreras, Kimber controlaba todas las pistas de carreras en Inglaterra y era responsable de todo lo que sucedía. Arreglaba las carreras cuando lo deseaba, lo que siempre se hacía para su beneficio personal, pero recientemente Tommy había invertido tiempo en sacarlo.

Tessa golpeó su cigarrillo contra el cenicero, mirando las cenizas acurrucarse—. ¿Y qué debo hacer?

—Por dos libras, harás lo que te diga que hagas —respondió Tommy.

Ante esto, Tessa se levantó indignada, golpeando la mesa con la mano—. No me vas a pagar como a una puta, Thomas Shelby. No te atrevas a hacer esa mierda conmigo. He aceptado ir a las carreras contigo, pero no me llevaré tu dinero ni haré "lo que me digas que haga". ¿Estamos claros?

—Te daré tres —dijo Tommy. Si te encuentras con un rey, no puedes usar un vestido barato.

—Eres una pequeña mierda descarada —Tessa se enfureció—. ¿A quién llamas barata?

—Tess, siéntate. Estaba bromeando —le aseguró Tommy, viendo a Tessa hundirse en su silla. Te pagaré por el vestido, ¿de acuerdo? Nada más.

Cruzando los brazos, Tessa miró a Tommy—. Bien. Pero no me presentes como una puta.

—Bien —contestó Tommy, agarrando su cigarrillo—. No confío en esa nueva camarera. ¿Cuál es su nombre? ¿Grace? Está escondiendo algo.

—No confías en mucha gente —afirmó Tessa—. ¿Qué la hace tan diferente?

—Aparece aquí de la nada alegando ser de Dublin. Pregunté por ahí y el bar en el que dijo que solía trabajar no existe —respondió Tommy—. Solo ten cuidado con ella, Tess.

—Lo haré —dijo Tessa.

—Y con el inspector. No confío en él —continuó.

Tessa frunció el ceño—. De acuerdo.

—Solo necesito que estés a salvo —dijo Tommy en voz baja, antes de volver a cambiar de tema—. Entonces, ¿todavía cantas como lo hacías antes de la guerra?

—No he cantado en mucho tiempo —respondió Tessa.

—Bueno —dijo Tommy, inclinándose hacia adelante y golpeando su palma contra la mesa—. Levántate. Me vas a cantar.

—¿Lo haré? —preguntó Tessa, levantando una ceja mientras se levantaba.

—Por los viejos tiempos —dijo Tommy. 

Tessa puso los ojos en blanco y trepó a una silla antes de girarse para mirar a Tommy—. ¿Feliz o triste?

—Triste —dijo Tommy, después de una larga pausa.

Tessa sonrió de lado—. Te advierto, te romperé el corazón.

Tommy sacudió la cabeza—. Ya está roto.

Aclarando su garganta, Tessa juntó las manos mientras se preparaba para cantar. Tommy la miraba expectante, sin creer completamente que ella iba a cantar. Cuando eran niños, Tessa cantaba en todo lo que hacía, ya fuera lavando los platos o acomodando los libros, siempre había una melodía que cargaba mientras trabajaba. Tommy no la había escuchado cantar desde que se fue, y ahora ella se estaba preparando para hacerlo nuevamente.

Al lanzar una interpretación temblorosa de una canción que Grace le había enseñado, Tessa sintió que sus cuerdas vocales se tensaban mientras intentaba llevar la melodía, solo para encontrar que su voz se volvía temblorosa. Sin embargo, cuanto más cantaba, más fácil se volvía, y las acciones le regresaban naturalmente. La segunda sensación natural de estar frente a la gente regresó, y Tessa encontró que su confianza la llenaba. Los ojos de Tommy se fijaron en ella mientras cantaba, y ella nunca rompió su mirada.

Hasta que la cabeza de Tommy cayó un poco y sus ojos se cerraron. Cuando Tessa terminó la última línea de su canción y dejó el silencio suspendido en el aire tras ella, se bajó de la silla y descubrió que Tommy se había quedado dormido. Mientras dormía, se veía tan tranquilo, y Tessa no quería molestarlo.

Presionando un suave beso contra la parte superior de su cabeza, Tessa sonrió—. Buenas noches, Tom.

VIOLENT DELIGHTS | Thomas Shelby ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora