33 | londres está llamando

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La reunión con la médium pasó como un borrón para Tessa, que podía escuchar zumbidos en sus oídos.

Escuchó a Polly explicarle a la médium por qué había buscado a alguien de su profesión, describiendo los sueños que había tenido por noches. La médium había sonreído con la misma sonrisa siniestra que tenía cuando entraron, y luego intentó llamar a la hija de Polly, buscando las respuestas a las preguntas que Polly planteó.

Le debe haber dicho algo que molestó a Polly, porque la mujer mayor se puso de pie repentinamente, una llamarada de ira la atravesó mientras recogía sus abrigos y se iba. Tessa la vio irse y se levantó para seguirla. Cuando llegó a la puerta, oyó hablar a la médium.

—Quería respuestas que ya sabía —dijo la mujer.

Tessa se dio la vuelta con los ojos en llamas—. ¿Cómo te atreves a hablarle así sobre su hija? ¿Cómo te atreves?

Con un portazo, Tessa se fue y salió a la calle solo para ver a Polly pasearse como si no supiera qué hacer consigo misma. Tessa casi saltó del susto cuando Polly dejó escapar un grito de dolor a pesar de que no se le había infligido nada físico.

Tessa atrapó a la mujer en sus brazos cuando casi se desplomó contra ella, sollozando violentamente en el abrigo de Tommy. Se pararon en medio de la calle vacía, con Tessa tratando de consolar a una Polly afligida, pero nada de lo que ella pudiera decir o hacer haría que el dolor de perder un hijo fuera más fácil.

—Todo va a estar bien —dijo Tessa, ayudando a Polly a ponerse de pie—. No estamos seguras. Podemos... podemos desenterrar los registros. Puedo hacer que Tommy eche un vistazo. Polly, no sabemos nada con seguridad.

—Pero, ¿y si tiene razón? —preguntó Polly entre lágrimas—. ¿Qué pasa si ella está muerta y nunca supo cuánto la amaba?

El corazón de Tessa se rompió—. Polly, está bien —sintió lágrimas en los ojos—. Lo descubriremos. Ella sabía cuánto la amabas, lo prometo.

Tessa no sabía cómo consolar a Polly, por lo que las dos caminaron a casa en silencio, abrazándose mientras Polly lloraba en voz baja. Cuando llegaron a la puerta de Polly, la mujer dejó de llorar y se volvió hacia Tessa—. No le digas a nadie.

—No lo haré —respondió Tessa.

—Ni siquiera a Tommy —adviritó Polly.

—No, no lo haré —repitió Tessa con una voz más fuerte—. Cielos, Polly, no le cuento todo a Tommy.

—Promételo —exigió Polly, y Tessa puso los ojos en blanco.

—Lo prometo, Polly. Ahora, ve a dormir un poco —ordenó Tessa—. Resolveremos esto por la mañana.


Tessa descubrió la mañana siguiente que su casa ya no era su lugar privado de residencia, y que Arthur Shelby a menudo se encargaba de dormir en su sofá, o donde pudiera encontrar sentirse cómodo.

Como tal, Tessa bajó las escaleras la mañana después de su visita a la médium con Polly y tropezó con lo que parecía un cuerpo, dejando escapar un grito cuando golpeó el piso y se alejó.

—Oye, ¿por qué demonios gritas?

Los ojos de Tessa se abrieron con incredulidad y su mandíbula cayó—. ¿Arthur? ¿Qué demonios haces en mi casa?

—Mason dijo que podía quedarme —respondió Arthur—. Para Tommy es más fácil recogernos a los dos en el mismo lugar.

—Van a Londres —adivinó Tessa, antes de patear la pierna de Arthur—. Levántate de mi piso; lo limpié ayer y estás babeando por todas partes.

VIOLENT DELIGHTS | Thomas Shelby ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora