20 | negocio legítimo

4.3K 342 34
                                    

—Creo que nuestros amigos están jugando el juego —dijo Tommy, después de que todos se congelaron.

—¿Qué juego? —preguntó Tessa, caminando hacia la oficina.

John se colocó frente a ella, extendiendo su brazo para detenerla cuando un leve pánico brilló en sus ojos—. Tessa, no lo hagas. No toques nada.

Su voz temblaba de miedo, y Tessa sabía que algo andaba muy mal—. ¿Qué está pasando? Estoy harta de que me dejen fuera.

—Erasmus Lee estuvo en Francia —explico Tommy. 

—Mierda —siseó Scudboat, levantándose lentamente, como si la silla en la que estaba sentado pudiera explotar en cualquier momento.

—Cuando cedíamos terreno a los alemanes —continuó Tommy—, dejábamos atrás trampas explosivas instaladas con alambres. Les dejábamos cortadores de alambre como parte de la broma.

—En algún lugar aquí, hay una granada de mano —terminó John, mirando alrededor con cautela.

—¡Dios santo! —dijo Polly.

—Unida a un alambre —agregó Arthur, atravesando la habitación lentamente—. No muevan ninguna silla, ni abran ninguna puerta. Caminen tranquilos, John, Mason.

Tessa todavía estaba en su lugar, observando las expresiones faciales de Tommy. De repente se volvió hacia sus hermanos—. No, no. No está aquí. De ser así, ya habría explotado. Era mi nombre en la bala que envió Erasmus. Puso una trampa, pero no lo ha hecho solo para mí.

De repete, notando la ausencia del Shelby menor, las cejas de Tessa se fruncieron—. ¿Dónde está Finn?

Tommy maldijo—. Mierda.

Salió de la habitación, abrió la puerta y la cerró de golpe. Tessa estuvo casi tentada de seguirlo, pero en cambio comenzó a ayudar a limpiar la tienda. Una vez que desapareció la amenaza de la granada, todos parecían más relajados, y Arthur, John, Mason y Scudboat estaban hablando entre ellos.

Polly se acercó a Tessa—. ¿Qué fue todo eso allá atrás en el Garrison? ¿Tú y Tommy hablando de matrimonio?

—Nunca le dije a nadie —dijo Tessa en voz baja, su respiración temblorosa—, pero antes de irse a Francia, Tommy prometió que volvería y me pediría que me casara con él. Escuchar a John hablar sobre casarse lo trajo todo de vuelta.

Polly palmeó el hombro de Tessa—. Funcionará eventualmente. Y si no, bueno, siempre hay otros peces en el mar.

Tessa asintió con la cabeza—. Supongo que sí.

Al ocuparse de sus asuntos en la tienda, después de tomarse el día libre del Garrison a cambio de un turno nocturno, Tessa se puso a un lado con John, quien estaba reprendiendo a uno de sus empleados.

—Vamos Fred, podrías alimentar a la mitad de Birmingham con lo que acabas de almorzar. Vuelve al trabajo —ordenó.

Tessa se echó a reír—. ¿Alimentar a la mitad de Birmingham?

John se encogió de hombros—. Me alegra que mi autoridad te divierta.

—Eres demasiado dulce, John —dijo Tessa, acariciando su mejilla cariñosamente—. Te mereces a alguien que pueda cuidarte.

—Si se trata de Lizzie...

—No —sonrió Tessa—. Simplemente mereces toda la felicidad del mundo.

—Si Tommy no estuviera enamorado de ti, te propondía matrimonio —confesó John—. Eres buena con los niños.

—No estoy buscando matrimonio —respondió Tessa—. Aunque, seguiré cuidando de tus hijos. A Katie le gusta trenzar mi pelo y es mejor que Mason.

Compartieron una sonrisa y se movieron hacia la pizarra, para anotar los números que les gritaban. A Tessa le encantaba trabajar con ellos, porque le hacía sentir que tenía un lugar en el mundo. Todos trabajaban tan bien juntos que encajó en una de las cosas más fáciles que Tessa había hecho en un mundo que constantemente le decía que no pertenecía.

Riéndose de algo que alguien dijo, Tessa de repente vio a Tommy y al hombre parado detrás de él—. Mierda.

Giró sobre sus talones, dando un paso detrás de John para esconderse. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, John se hizo a un lado—. Tessa, ¿estás bien?

—Joder, es Kimber —susurró—. No puedo... John.

—Oye, respira, ¿sí? —dijo John, mirando por encima del hombro a Kimber—. Hay demasiada gente alrededor. Si intenta algo, lo mataré, ¿de acuerdo?

Tessa asintió—. Gracias, John.

—No puedo dejar que mi niñera se moleste —bromeó John.

Reprimiendo una respuesta, Tessa escuchó la voz de Tommy llamando a su equipo—. John, Lovelock, Scudboat. Vengan.

—Vuelvo en un minuto —dijo John.

—No —dijo Tessa en un susurro.

Como John ya no estaba cerca, Tessa dejó su puesto y se acercó a Arthur y Polly, susurrando mientras se acercaba—. ¿Qué diablos está haciendo aquí?

—Negocios, supongo —respondió Polly.

—Negocios —murmuró Arthur, notando la forma en que las manos de Tessa temblaban—. ¿Estás bien?

—No pensé que lo volvería a ver.

Arthur se frotó el brazo—. No te va a pasar nada, ¿de acuerdo?

Polly los miró a ambos—. ¿Qué está pasando?

Nadie le contó a Polly sobre las carreras, y no se sentía motivada para hacerlo ahora. Pero bajo el calor paralizante de la mejor mirada de muerte de Polly, Tessa se encontró con la boca abierta para contarle todo a la mujer. Pero antes de que pudiera, fue salvada por la puerta de la oficina que se abría.

Ni tres minutos antes de que John entrara en la oficina, Kimber salió, pasando directamente por la mesa donde Polly, Arthur y Tessa estaban reunidos. Sus ojos se posaron en Tessa, y una sonrisa se formó en su rostro. Arthur notó la forma en que Tessa parecía acurrucarse en sí misma y se puso delante de ella, mirando a Kimber mientras salía de la tienda.

—Bastardo presumido —murmuró Arthur.

Tommy salió de su oficina y se dirigió al frente de la tienda, llamando la atención de todos—. Señores —ante esto, Polly se aclaró la garganta. Tommy sonrió y sostuvo una mano en su dirección—, y señoras —Tommy levantó un pedazo de papel—. Tengo en mis manos un permiso de apuestas, emitido por la junta reguladora. La familia Shelby tiene su primer hipódromo legal.

El festejo era ensordecedor, pero Tessa no tuvo tiempo de unirse a las exclamaciones de celebración porque Arthur la levantó y la hizo girar felizmente. Mason y John se acercaron a ellos mientras Arthur arrastraba a Tessa hacia donde Tommy y Polly se estaban abrazando. La familia Shelby, menos Ada, se congreó en un círculo, compartiendo sonrísas cuando Tommy le entregó la licencia a John.

Tommy puso una mano sobre el hombro de Tessa—. ¿Puedo hablar contigo?

—¿Solos? —preguntó Tessa, y cuando Tommy asintió, ella se dejó llevar por él.

Al encontrar un rincón privado de la tienda, lejos del resto, Tommy se volvió hacia Tessa—. Sé que nada de lo que pueda decir hará que me perdones, pero puedo decirte lo agradecido que estoy de que hayas ido a las carreras conmigo. Sin tu ayuda, nunca habríamos llegado a Kimber, y no estaríamos aquí.

—Entonces, ¿me estás agradeciendo por mis habilidades de actuación? —preguntó Tessa incrédula—. Honestamente Tommy, acepté tu disculpa hace años. Estaba asustada por lo que casi sucedió.

—Lo siento, Tess —dijo Tommy en voz baja—. Nunca volveré a hacerte algo así, ¿de acuerdo?

Tessa sonrió—. Todos sabemos que eso no es cierto, Tom.

Le tendió la mano para que la estrechara y se soprendió gratamente cuando Tommy la abrazó con torpeza. La abrazó con fuerza durante unos segundos antes de soltarla y luego extendió la mano, esperando que ella la sacudiera.

Cuando lo hizo, él sonrió—. ¿Empezamos de nuevo?

—Empezamos de nuevo —dijo Tessa.

VIOLENT DELIGHTS | Thomas Shelby ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora