17 | lo prometiste

4.4K 387 6
                                    

Tessa estaba junto a la ventana que daba al jardín de Kimber.

Mientras él era una desagradable persona, su casa ciertamente no lo era. Era la casa más hermosa en la que había estado, y su hogar en Watery Lane no parecía más que la casa de muñecas de un niño.

Kimber entró en la habitación, se dirigió al gramófono y juegueteó con la aguja—. Me demostraste allá atrás, en la carreras, que no bailo como tu —dijo, poniendo una pieza lenta de música—, ¿por qué no me enseñas a bailar correctamente?

—Todavía me duele el tobillo —mintió Tessa.

—Tonterías, estás bien —dijo Kimber, tirando a Tessa hacia él.

—La música es demasiado lenta —se quejó Tessa—. Ponga un charlestón.

—Entonces estaríamos muy separados. Quiero bailar así —respondió Kimber, y Tessa hizo una nota mental de patear a Tommy en las bolas en lugar del hombre delante de ella—. Vamos, no estabas tan rígida allá atrás, ¿verdad? ¿Alguna vez has estado en una casa tan grande? —Tessa se apartó de Kimber cuando sintió su aliento contra su oreja. Él la observó por un momento, girando su pelo entre sus dedos—. Mírate. Te ves como una maldita estrella de cine.

Y luego se tiró hacia Tessa, tan rápido que ella no tenía idea de cómo reaccionar más que retorcerse en sus manos. Sus labios estaban contra su cuello, y ella lo empujó lejos, mirándolo tambalearse hacia atrás con sorpresa.

—Quiero un cigarrillo —anunció, mirando a Kimber acercarse a los vasos y botellas de whisky. 

Mientras buscaba un cigarrillo en su bolso, Tessa escuchó un vaso romperse y se dio la vuelta para descubrir que Kimber había dejado caer uno deliberadamente en el suelo.

—Oh, mira, se me ha caído algo —dijo burlonamente—. Recógelo.

—Recógelo tú mismo —espetó Tessa.

—Eres una maldita camarera —gritó Kimber—. Si se me cae un vaso al suelo, lo recojes. Quiero verte recogerlo.

Tessa permaneció firmemente arraigada en el lugar, hasta que los ojos de Kimber cambiaron. su ira regresó y marchó hacia ella, pisando el vidiro roto cuando Tessa se alejó de él, atrapada entre la mesa y Kimber.

—De acuerdo, maldita zorra —se enfureció, agarrándola bruscamente por los brazos—. He tratado de ser amable.

—¡Aléjate de mí! —gritó Tessa, mientras Kimber la forzaba contra la mesa de billar.

Presionó sus caderas contra las de ella, y Tessa luchó para liberarse. Tenía una mano contra la parte posterior de su cuello, manteniéndola contra la mesa mientras intentaba realizar múltiples tareas con una mano.

La puerta se abrió cuando Tessa gritó, y la cabeza de Kimber se giró hacia la puerta—. ¡¿Qué?! —rugió, mientras Tommy entraba en la habitación, liberándose del hombre que intentaba contenerlo. Los ojos de Kimber brillaron con furia—. ¿Qué estás haciendo aquí? Tengo otra hora.

Kimber soltó a Tessa y ella se levantó, bajando la falda sobre sus piernas, temblando como una hoja. Los ojos de Tommy se movieron de ella a Kimber y una oleada de náuseas rodó sobre él al pensar en lo que acababa de interrumpir.

Tommy dio un paso hacia él—. Solo espera. Escúchame. Solo escúchame. Iba a dejarte seguir adelante, pero al final mi consciencia se apoderó de mí. Parece sana por fuera —Tommy parecía tener dificultados para encontrar palabras—, pero tiene sífilis. Alguien me dijo que tenía sífilis, y pensé: "¿qué me importa?". Digamos que es mi naturaleza. Ella es... es una puta.

En todo el tiempo que Tommy había estado hablando, Kimber había intentado recuperar algo de la dignidad que perdió cuando Tommy irrumpió. Se enderezó la chaqueta y miró a su alrededor mientras Tessa buscaba su bolso y no miraba a ninguno de ellos, sus manos temblando tan violentamente que dejó caer el cigarrillo que sostenía.

Tommy fue a tocar su brazo—. Ahora, ve y espera en el auto.

Tessa se apartó de él—. Puedo caminar sola.

Como último "jódete" a Tommy Shelby, Tessa salió directamente de la casa y pasó el auto, bajando por el camino de entrada de Kimber. No estaba segura de lo que planeaba hacer, pero quería alejarse lo más posible de Tommy. Y si eso significaba caminar de regreso a Small Heath, con mucho gusto arriesgaría tener ampollas.

Metiendo la mano en su bolso, Tessa sacó otro cigarrillo y una caja de fósforos, encendiéndolo lo más rápido que pudo. Todavía le temblaban las manos por lo sucedido, y todavía podía sentir la mano de Kimber en la parte posterior de su cuello y sus caderas forzando la suya contra la mesa de madera. Se estremeció ante la idea, y aunque estaba increíblemente enojada con Tommy, agradecía que llegara justo a tiempo.

Tessa dio una calada y observó el humo que se enroscaba frente a su cara mientras caminaba, tratando de poner tanta distancia entre ella y esos hombres como pudiera. Estaba sola en sus pensamientos hasta que un auto rodó a un ritmo constante a su lado, Tommy se inclinó sobre el asiento delantero para hablar con Tessa.

—Entra —exigió Tommy.

—Vete a la mierda —respondió Tessa.

—Tessa, sube al maldito auto.

—Caminaré.

—¿Hasta Small Heath?

—Si debo hacerlo, lo haré.

—Tess, lo siento, ¿sí? Llegué tán rápido como pude.

—¡Ese no es el punto! —gritó Tessa, finalmente deteniendo su furiosa marcha lejos de Tommy. Ella se giró hacia él, acercándose al auto para gritarle—. Me entregaste voluntariamente a Billy Kimber, ¡ibas a dejar que me violara! Tú causaste todo esto. Y pensar que pensé que todo iba bien entre nosotros. Pensé que tal vez, solo tal vez, me invitaste a las carreras porque me extrañabas. Vete a la mierda, Thomas Shelby.

—Tess, por favor, entra al auto —suspiró Tommy.

—No puedo creerte. ¿Sabes qué me hace sentir aún peor? —ella no esperó a que Tommy respondiera—. El hecho de que, justo esta mañana yo era Lady Sarah de Connemara. Y ahora, solo soy una puta común que tiene sífilis. Todo porque le maldito Thomas Shelby lo dijo.

Al abrir la puerta trasera del auto de Tommy, Tessa trepó al asiento, evitando por completo a Tommy. Él detuvo el auto, giró en su asiento para mirar a Tessa, notando la forma en que sus ojos estaban iluminados por la ira no expresada.

—Tessa, por favor, lo siento tanto —dijo Tommy—. Cuando entré a esa habitación y lo vi inclinándose sobre esa maldita mesa, estaba malditamente aterrorizado. Nunca he sentido tanto miedo. Prometí que nunca te pasaría nada, y rompí esa promesa. Lo siento mucho, por favor, perdóname.

—Lo prometiste —dijo Tessa secándose las lágrimas.

Parecía tan rota que Tommy solo quería abrazarla y decirle que estaría bien—. Sé que lo hice. Y soy una mierda para cumplir promesas. Pero escúchame, Billy Kimber nunca volverá a poner sus manos sobre ti.

Tessa se frotó los ojos y asintió—. Sólo... déjame en paz, Tommy. Por favor.

En el camino a casa no hablaron, aunque Tommy observó a Tessa mirar sus manos temblorosas hasta que el sol comenzó a ponerse. Condujo lentamente, tratando de convencerla para que hablara con él todo el tiempo que pudo, pero no le sorprendió darse la vuelta después de veinte minutos para encontrarla dormida, tumbada en el asiento trasero.

Deteniendo el auto, Tommy se quitó la chaqueta y cubrió a Tessa con la mayor suavidad posible, sabiendo lo frío que a menudo se ponía en la parte trasera del auto. Tommy trató de tragarse el nudo en la garganta al ver moretones en sus muñecas por el asalto de Kimber. Si hubiera llegado solo diez segundos más tarde...

Tessa nunca volvería a confiar en él, y no sabía si eso era bueno o malo.

VIOLENT DELIGHTS | Thomas Shelby ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora