12 | la moneda

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—Quiero saber lo que quieres —dijo Tommy, aparentemente imperturbable por el comentario de Kimber sobre Tessa.

El socio de Kimber miró de reojo a su jefe antes de hablar en su nombre—. Hubo patrones de apuestas sospechosos en Kempton Park. Un caballo llamado Monaghan Boy. Ganó por mucho dos veces y luego terminó último, con una apuesta de tres mil libras en él.

—¿Con cuál de los dos estoy hablando? —preguntó Tommy en un tono burlón—. ¿Cuál de ustedes es el jefe?

—Yo soy el asesor y contador del señor Kimber —respondió el hombre.

—¡Y yo soy el maldito jefe! —gritó Kimber, poniéndose de pie—. ¿Bien? Fin de la conversación. Arreglaste una carrera sin mi permiso. ¡Maldita escoria gitana! ¡Viven de las pensiones de guerra de estas pobres viudas de Garrison Lane! ¡Ese es tu nivel! Yo soy Billy Kimber, ¡yo manejo las carreras! Y tu arreglaste una de ellas, así que voy a hacer que te fusilen contra un paredón.

Tommy apagó el cigarrillo y se levantó. Kimber, de inmediato, apuntó tres armas en la dirección de Tommy, y las manos de Tessa se apretaron en un puño. Tommy le arrojó algo a Kimber y éste lo atrapó con facilidad—. Mírela. Tiene mi nombre. Es de la familia Lee. Usted también está en guerra con los Lee, Sr. Kimber, ¿estoy en lo cierto?

Tessa susurró una maldición en voz baja mientras Kimber caminaba hacia Tommy, que continuaba sin retroceder—. Los Lee están atacando a tus corredores de apuestas y robando tu dinero. Tus hombres no pueden controlarlos. Necesitas ayuda.

El contador de Kimber fue el primero en hablar—. Quizás deberíamos escuchar lo que el Sr. Shelby tiene para decir, antes de tomar nuetras decisiones.

—Bien, los Lee hablan mucho en las ferias. Tienen muchos parientes. Dicen que las pistas de carreras son dinero fácil porque la policía está ocupada con las huelgas —explicó Tommy—. Ahora, nosotros tenemos conexiones, sabemos operar. Usted tiene la fuerza. Juntos podemos vencelos. Separados, tal vez no.

—Señor Kimber —dijo el contador—. Quizás deberíamos tomarnos algo de tiempo para pensarlo, tal vez hacer arrelgos para una segunda reunión.

—Lo admiro, señor Kimber —dijo Tommy—. Comenzó sin nada y construyó un negocio legítimo. Sería un honor trabajar con usted, señor Kimber.

—Nadie trabaja conmigo. La gente trabaja para mí —dijo Kimber. Sacó una moneda del bolsillo y la arrojó en dirección a Tommy. Tessa se estremeció cuando golpeó el suelo, mirando a Tommy permanecer impasible. Kimber miró entre la moneda y Tommy—. Recógela, gitano.

 Nadie se movió. Tessa, Arthur, Mason y John tenían sus ojos puestos en Tommy. La mirada en blanco que Tommy había puesto en su rostro permaneció sin cambios mientras miraba a Kimber por unos segundos más.

Luego se movió.

En un instante, Tessa salió de detrás de la barra, John empujó su silla hacia atrás en señal de protesta, Arthur se inclinó hacia delante, ahora completamente alerta. Mason se había movido hacia su hermana y estaba de pie junto a ella, y los hombres de Kimber le estaban haciendo saber que tenían la ventaja.

—Siéntate —le dijo Tommy a John, señalando con el dedo a su hermano antes de inclinarse hacia delante para recoger la moneda.

John apretó los dientes, pero se sentó obedientemente, observando derrotado a Tommy mientras recogía la moneda, jugando con la obsesión de Kimber de ser el jefe supremo. Tessa sintió la mano de Mason en su brazo, agarrando su muñecan para evitar que arremetiera. Sabía por experiencia que cuando las personas hacen el ridículo a Thomas Shelby, le harían lo mismo a Tessa, y ella no era una persona para sentarse y dejar que sucediera.

—Es para tu techo —dijo Kimber, mirando el agujero que puso en la pintura ya despegada.

Tommy apenas parpadeó—. Gracias, señor Kimber.

Cuando Kimber pasó junto a Tessa y Mason, sus ojos recorrieron el cuerpo de Tessa, incitándola a cruzar los brazos sobre su pecho y a Mason a moverse un poco delante de ella. Apretando sus dientes, Tessa lo observó caminar hacia la puerta, deseando nada más que apuntarle con un arma y dejar descansar su bonita discusión.

—Estaremos en Cheltenham —informó el contador de Kimber a los Shelby.

—Al igual que yo —respondió Tommy, expulsando el humo de su cigarrillo.

Los hombres de Kimber se fueron, dejando a los hermanos Shelby y James dentro del Garrison. Siguiendo a sus figuras en retirada, en el momento en que salieron por la puerta, Tessa la cerró de golpe y con seguridad. Volviendo a donde estaban los Shelby, Tessa notó que todos parecían más relajados.

Tommy se acercó a ella, sus ojos se movieron por todas partes, desde su rostro hasta su vestido y la forma en que sus puño estaban cerrados y sus mejillas enrojecidas por la furia. Llegando hacia ella, los dedos de Tommy rozaron su aire, y cuando se fueron,le mostró la pintura que se había asentado.

—Gracias —murmuró Tessa, pasándoe una mano por el pelo y sacudiendo la cabeza.

—Te dije que te fueras —dijo Tommy en voz baja, con una voz que solo podía ser escuchada por Tessa.

Ella se acercó a él, sus narices prácticamente se tocaban—. No recibo órdenes de hombres como usted, señor Shelby.

—¿Desde cuándo nuestra Tessa recibe órdenes de alguien? —preguntó Arthur en voz alta, haciendo que John se riera.

—Creo que la última vez que alguien trató de darle una óden, ella le pegó un rodillazo en las bolas —dijo John y le dio un codazo a Arthur a sabiendas—. Eh, Arthur.

—Le pedí que me trajera un trago —dijo Arthur tímidamente—. ¿Cómo se suponía que debía saber que me iba a patear en las bolas?

Tessa se encogió de hombros—. Era mi día libre. No soy una maldita esclava,

Arthur se recostó en su silla y observó a Tommy y Tessa interactuar mientras él abandonaba la conversación con las mejilas enjorecidas por la vergüenza. Cuando Tommy se volvió hacia sus hermanos, una mirada de comprensión cruzó la cara de Arthur. De repente, todo tenía sentido; Tommy se puso del lado equivocado de los Lee, fue a la feria y arregló las carreras para que Monaghan Boy perdiera. Todo se estaba reconstruyendo.

—Así que provocaste una pelea con los Lee a propósito —afirmó Arthur—. Tommy, no podemos meternos con el cabrón de Billy Kimber.

—Consigue un corte de pelo decente, hermano —dijo Tommy, tomando un vaso y actuando como si su hermano no tuviera toda la razón—. Nos vamos a las carreras.

VIOLENT DELIGHTS | Thomas Shelby ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora