38 | rivalidad entre hermanos

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Cuando Tommy salió de la oficina de Alfie, Tessa seguía hablando con Ollie.

Ver a Tessa con una sonrisa en su rostro le trajo un poco de felicidad a Tommy, quien dejó que una pequeña sonrisa adornara sus rasgos. Alfie lo siguió fuera de su oficina, mirando a Tessa.

—Fue un placer conocerla, señora Shelby —dijo Alfie—. Aunque tu esposo está loco.

—No es mi esposo —lo corrigió Tessa—. Pero fue un placer conocerlo, Sr. Solomons. Y gracias por, ya sabes, no dispararle a Tom en la cara a pesar de que sé lo tentador que es.

Alfie rió, golpeando el hombro de Tommy—. Me gusta tu chica. ¿Dónde la encontraste?

—Larga historia —respondió Tommy, tomando la mano de Tessa—. Vamos, Tess.

—¿A casa? —preguntó esperanzada.

—Tenemos una cosa más que hacer.

Al despedirse de Alfie y Ollie, Tessa se dejó llevar por Tommy de la destilería, hasta que volvieron a salir a la calle y caminó a su lado. Viajaron más profundamente en Londres de lo que Tessa pensó que harían, hasta que Tommy le informó que se detendrían por un tiempo, esperando la llegada de alguien.

—Tommy, estamos en el medio de la calle —señaló Tessa, tomando el cigarrillo que le entregó—. ¿Quién nos va a encontrar en el medio de la calle?

—Esa es la cosa —murmuró Tommy, encendiendo su propio cigarrillo antes de hacer lo mismo con el de Tessa—. Ella no sabe que la vamos a buscar. De hecho, ella no sabe que nos fuimos de Birmingham, aunque si lo supiera, estoy bastante seguro de que se habría escondido nuevamente.

—¿Ada? —adivinó Tessa con sus ojos iluminados por la emoción.

Tommy asintió, señalando a través de la calle—. Ahí está ella.

Fiel a su palabra, Tommy señalaba a Ada entre la multitud, mirándola cruzar la calle con cuidado. Tessa casi se sintió mal por entrometerse en su nueva vida, libre de negocios, y estaba a punto de decírselo a Tommy cuando dejó la farola en la que se había inclinado y se dirigió hacia su hermana.

—¡Ada! —gritó, llamando su atención.

Cuando vio quien era, Ada suspiró—. ¿Cómo diablos me encontraste? Hola, Tessa.

—Ada —saludó Tessa con un movimiento de cabeza.

Volviéndose hacia su hermano, Ada suspiró—. ¿Estás leyendo las cartas de Polly?

—Polly me mostró la carta —respondió Tommy—. Ada, crees que estás a salvo porque te mudaste, pero no lo estás. Polly piensa lo mismo.

—¿Cuándo lo entenderás? —preguntó Ada desesperadamente—. Los quiero a todos fuera de mi vista.

—Ada, mírense —señaló Tessa, refiriéndose a sus diversas heridas; los moretones de Ada, los cortes de Tommy—. Ya has sido atacada, Tommy fue casi golpeado hasta la muerte y volverá a suceder.

—Sí, bueno, la próxima vez estaré lista —dijo Ada, buscando algo en su bolso—. De hecho, quiero que lo intenten de nuevo —ella reveló una pistola desde el interior de su bolso—, porques les dispararé en sus bolas.

—Ada, guarda eso —siseó Tommy.

—Aléjate de mí. Llegaré tarde al trabajo —espetó Ada.

—Bien, bien —cedió Tommy, levantando las manos—. Bien, solo toma esto. Toma esto. El lugar donde vives ahora está justo al borde del territorio de Sabini. Todos los policías allí trabajan para él —Tommy le entregó a Ada un sobre, en el que se había encerrado un juego de llaves—. Tengo mucho dinero entrando que no puedo pasar por los bancos. Mi contador dice que lo mejor es comprar una propiedad en efectivo y ponerla a nombre de un miembro de la familia.

—¿Una casa? —preguntó Ada escépticamente—. ¿Una casa entera?

—Es toda tuya —asintió Tommy—. Cuatro pisos, ocho dormitorios, cocina, lavadero y cuartos para una criada si tu conciencia política te lo permite. Al menos ve y echa un vistazo.

Ada no dijo nada. Asintió con la cabeza, se despidió de Tessa y se alejó. Al verla irse, Tessa levantó una ceja hacia Tommy—. Entonces, ¿dónde está mi casa?

—En Small Heath —respondió Tommy.

—Estoy bromeando —dijo Tessa—. No necesito una casa grande. No tengo a nadie con quien compartirla.

Tommy la tomó de la mano—. Algún día.

Tessa puso los ojos en blanco—. Sin casa grande.

—Sin casa grande —dijo Tommy, aunque en el fondo sabía que le compraría a Tessa la luna si ella lo pedía.


El viaje de regreso a Small Heath transcurrió sin incidentes ya que Tessa durmió la mayor parte del camino y Tommy hizo todo lo posible para cuidarla.

Cuando llegaron a Small Heath, solo dos días antes del cumpleaños de Polly, Tessa se encontró con un Mason increíblemente enojado, quien entró a su casa la noche de su regreso y cerró la puerta.

—¿Qué demonios, Tess? —gritó Mason—. ¿Desapareces del hospital y luego Charlie aparece y me dice que te fuiste a Londres?

—Estoy de vuelta, ¿no? —preguntó Tessa, evitando deliberadamente la mirada de su hermano—. Estoy bien.

—No puedes irte al maldito Londres sin decírselo a alguien —gritó Mason enojado—. ¿Y con Tommy medio muerto? ¿En qué estabas pensando?

—¡No estaba pensando! —gritó Tessa, golpeando su mano sobre la mesa—. No estaba pensando, ¿de acuerdo? Tommy estaba herido y no quería que se fuera solo. Él estaba allí, así que no era como si estuviera sola. Mason, estoy bien.

—Has estado fuera por diez malditos días, Tess —le informó Mason—. Pensamos que habían muerto o algo así.

—Nos tomó cuatro días hacer el viaje —dijo Tessa—. Leí un libro entero. Dos veces. Tommy hizo negocios con un tipo llamado Alfie, dueño de una panadería, pero no es una panadería, y luego fuimos a ver a Ada, que básicamente nos dijo que nos fuéramos a la mierda.

—La próxima vez que planees huir, avísame, ¿de acuerdo? —preguntó Mason, aliviado a pesar de su ira.

—Suenas como papá —dijo Tessa—. Cielos, Mase, relájate.

—Soy el mayor, Tess —señaló Mason—. Soy el jefe de esta familia. Por favor, la próxima vez dímelo.

—Bien —suspiró Tessa—. Lo siento, Mase. La próxima vez que Tommy haga un viaje sorpresa a Londres, lo pospondré hasta que pueda encontrarte y hacerte saber, ¿sí?

—No seas sarcástica —adviritó Mason.

Tessa sonrió—. ¿Eso es un desafío?

—¿Cómo me quedé atrapado contigo como hermana? —preguntó Mason—. Eres molesta.

—¡Lo mismo va para ti! —rió Tessa—. Mase, somos hermanos. Compartimos los mismos rasgos. Dios sabe que tengo toda la buena apariencia, pero actuamos igual.

—Eso es grosero —dijo Mason, arrojándole una camiseta recién lavada a su hermana—. Retira lo dicho.

—Bastardo —murmuró Tessa—. Acabo de limpiar eso.

—Retira lo dicho —demandó Mason.

—De acuerdo —dijo Tessa—. Lamento... que hayas nacido feo y mamá y papá desearan que otro hijo te compensara.

Tirando la camiseta a la cara de su hermano, Tessa salió disparada hacia la cocina y salió por la puerta trasera antes de que Mason pudiera perseguirla, trepando por la cerca y corriendo hacia la casa de Polly para esconderse de su hermano.

VIOLENT DELIGHTS | Thomas Shelby ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora