Parte 7

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Las montañas de San Gabriel siempre habían sido el lugar de Stana para pensar y sentirse libre, sin que nadie la interrumpiera. El aire fresco de la puesta del sol, acaricio su cara. Diviso a lo lejos las olas chocar contra las rocas, haciendo un ruido silencioso, envolviéndose lentamente en aquel paisaje.

- ¿Podemos hablar?

- ¿Qué haces aquí? - Stana no tuvo necesidad de mirar, reconoció su voz de inmediato.

- Vengo a entregarte la llave - pensó - en realidad solo es un pretexto. Necesitamos hablar.

- se giró, ahora teniendo un contacto con sus ojos - Tu y yo no tenemos nada de qué hablar - no entendía porque se sentía tan traicionada, siempre supo que él y Krista estaban juntos. A lo mejor el fantasear con que Nathan la dejaría por ella le creo muchas ilusiones y expectativas en su mente.

- se sentó a su lado - Si tenemos que hablar - colocó su mano en sus piernas, a lo que Stana respondió separándose un poco más. - por favor, necesito que me escuches.

- miro hacia el horizonte - ¿para qué?

- Para explicarte todo lo que sucedió.

- río - Conozco muy bien lo que sucedió. Que fui una estúpida y te creí, pensé que lo que había pasado entre los dos anoche, cambiaría algo - no quería sentirse vulnerable frente a él, no en este momento.

- En mi lo cambio todo.

- Vale, te creo. Mira si cambio, que horas después te encuentro besando a tu novia, TU NOVIA, Nathan.

- se acercó, haciendo que la distancia que ella había marcado segundos atrás, se desvaneciera. La viro hacia él. Se miraron a los ojos - En mi lo cambio todo - repitió - anoche fue una de las mejores noche de toda mi vida. Krista...no significa nada.

- Anja - dijo irónicamente. Trato de separarse, pero Nathan hacia presión contra su cuerpo.

- acaricio su mejilla. Puso su mano en su corazón - Sientes como se acelera, pues eres la única que causa eso en mí. Stana, yo te amo y siempre lo he hecho - ella podía percibirlo, pero no comprendía si podía vivir con la duda de que a lo mejor algún día la traicionaría - y siempre lo haré. El momento que en te conocí, cambio algo en mí, un sentimiento nuevo creció. Pero prefería verte feliz, aunque no fuera conmigo, por eso todo este tiempo me refugie en todas esas mujeres, tratando de encontrarte en alguna de ellas - pudo ver algo de duda en sus ojos - Sé que no tengo la mejor de las reputaciones, pero necesito que me crees - Stana no hablo. Se volvió a separar, esta vez mirando a los árboles.

Hubo un par de minutos de silencio.

- No sé - dijo, bajando la cabeza.

- ¿No sabes qué?

- Si creerte. Siento que todo lo que me dices es verdad, pero no sé si es lo correcto.

- ¿Lo correcto?

- Si. Es como estar lanzándome al mar en un barco sin rumbo, solo sabiendo que es lo que deseo.... ¿y el mañana? Cuando el barco ya no tenga combustible, ¿qué será de nosotros?

- ¿El mañana? ¿Por qué pensar en el mañana? Vivamos nuestro presente. Entonces será cuando podremos forjar el mañana, pero siempre unidos. Mira...

- ella lo interrumpió- Te amo - le había salido del corazón, sin pensar.

- sonrío, tomándola por la espalda y pegándola a su cuerpo. Uniendo sus labios en un beso lento - Te prometo que haré que dejes las dudas en el pasado. Me encargaré de hacerte feliz todos los días de mi vida, y que nunca más hallan lágrimas en tus ojos.

Estuvieron unos minutos abrazados, solo sintiendo lo que su cercanía causaba en sus cuerpos y su alma. Entonces Nathan diviso a lo lejos un pequeño arbusto, creciendo fuerte, como su amor. La agarró del brazo y la llevo hasta él.

- ¿Que hacemos aquí?

- Delante de este árbol y con la marca de nuestro amor, te prometo que te haré la mujer más feliz del mundo y que siempre, pase lo pase, estaremos juntos.

Tomo una cuchilla que tenía en el llavero y talló SN15/4/15 se puso detrás de ella, la abrazo, haciendo que Stana se rindiera y se recostara a su pecho. El aferro su cuerpo al suyo, fuertemente.

- ¿Quieres ir a cenar? – preguntó Fillion.

- Pues sí, me encantaría.

- ¿En casa o en algún restaurante?

- Yo estaba planeando antes que pasara todo esto, ir a mi casa y preparar algunas de tus exquisiteces.

- Por mi está bien. Hoy me esmeraré más que nunca - la besó.

Ambos rompieron el abrazo y se dirigieron rumbo a la casa de Stana. No sin que antes esta volviera a mirar hacia el árbol, esta vez con el sol cayendo detrás, marcando un nuevo comienzo en su vida. Un comienzo en el que dejaría que su corazón siempre la guiara, dedicándose simplemente a vivir el presente junto aquel hombre que ahora caminando de su mano. Entonces recordó la pareja que había visto días antes en el parque, y pudo sentir la misma felicidad que se le reflejaba en los ojos a ellos, una felicidad que solo era causada por el amor.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora