Parte 40

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Angustia; el sentimiento que más temió, y temerá en toda su vida. Angustia sintió cuando le dijeron que había muerto, y volvía a repetirse. Volvía a sentirlo, volvía a llamarla como flecha que cubre todo su pecho, sin permiso.

Quería imaginar que estará bien, que la vida no sería igual de cruel, y esta vez la dejara disfrutarlo más tiempo, la dejara demostrarle que lo amaba como nadie.

Llora sin pensarlo, piensa llorando.

Sus latidos aumentan, podría decirse que como nunca antes, ya que esta vez la esperanza, o al menos una pizca de ella, permanecía en su corazón.

Caminó; o corrió, por la sala blanca de aquel hospital tan ajeno a tus sentimientos. Suspiró, con todo su ser; lentamente, pero fuerte.

Paró, rápido, frente a su habitación. Temió, otra vez. Esta bien, se repitió unas cuantas veces antes de rozar la cerradura de metal. Suspiro. Y solo lo hizo.

Sus ojos se contagiaron de las cúpulas que su corazón desprendían. Verlo, con aparatos conectaros por su cuerpo, y respirando artificialmente, la desvaneció. Maldijo su suerte; su vida.

Aún paralizada, recordó todos sus momentos, todos sus besos; y se permitió realizar todo aquello que gusto hacer tiempo atrás. Recordar, y vivir de ellos. Quería que Nathan la sintiera, sintiera todo aquel sentimiento que había tenido guardado para el.

- Que ha pasado...? Como...puede ser? - respiró, y se limpió las lágrimas. - Óyeme tonto, no...no me puedes dejar, ni a tu pe...pequeña. Babe, te quiero....te quiero, tanto. - acarició sus mejillas. - Te amo,  no me importa nada...más, quiero... - movió la cabeza. - comenzar de nuevo contigo...tú y yo, como siempre debió ser...y nadie más. No me importa, donde estuviste, o que hiciste. - sus fuerzas se fueron de su cuerpo, y colocó su cabeza en su pecho. - solo necesito que estés bien, que reacciones...que me ames como solo tú sabes.

- mmmm.... En serio? - Nathan, poco a poco abrió los ojos. Le costaba tanto, porque todo le dolía; pero ella estaba ahí. Se quitó la máscara de oxígeno que cubría su boca, y dejó ver una ligera sonrisa.

- Que tonto, por dios. - sonrío, aún con lágrimas en sus ojos, y sin pensarlo lo besó lentamente, ya que nunca quiso dejar de hacerlo. Unió sus labios, con toda su ternura, a la vez, que la mano de Stana los acariciaba. - Te amo.

- Y..... - sus ojos volvieron a cerrarse.

Salió de la habitación, al imaginar que el médico era la persona que estaba detrás de la puerta, pero después le pareció solo su ilusión. Entonces, salió para buscar una enfermera, o alguien que lo viera, que le dijera que todo volvía a estar bien.

- Es que...estaba hablando, y después....solo...cerró sus ojos...otra vez. - contuvo la respiración para que sus pulmones se relajaran.

- No se preocupe. - una enfermera, le colocó su mano en el hombro. - está aún bajos los efectos de la anestesia; estará bien.

- Segura? - la miró, unos largos minutos, necesitaba seguridad.

- Si, señora. Solo vaya a la habitación con su esposo, el estará bien.

Su esposo, ojalá fuera eso; ojalá todo fuera felicidad. Tanto había soñado con ser su esposa; solo suya. Y ahora, parecía tan lejano a la realidad, a pesar de que sus sentimientos estuvieran intactos.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora