Parte 19

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Sin saber la distancia recorrida o las horas por las oscuras calles de LA, donde aquel mar ya no era testigo de su camino o donde los pies caminaban solo por costumbre. Aun Nathan agarrando la mano de Stana, no como otras veces, donde ambos iban al mismo compas, sino el tirando de ella, mientras que solo miraba hacia delante, fijándose en los semáforos.

Unas cuantas millas más, las gigantescas luces del hotel Hilton, anunciando su nombre, se apropiaron de sus ojos, ahora el suspiraba.

Ninguna palabra salió de sus bocas por el camino, incluso cuando tomaron el elevador para la 315, sus ojos seguían perdidos en las paredes carmelitas. Aun ella podía divisar inquietud por el pequeño espejo, como si quisiera hacer que el pequeño aparato de metal fuera más deprisa.

Una luz verde y un sonido, avisaron que habían llegado a su destino. Nathan tomó la mano de Stana de nuevo, mientras tocaba el timbre de la habitación.

Una mujer de pelo oscuro, algo pequeña a diferencia de ellos, con un vestido algo encantador, tacones y una sonrisa en el rostro, saludó. Aunque se quedó sorprendida ante la imponente mirada de Nathan, dejó que entraran a su habitación. Al contario de Stana, que se queda en el mismo lugar, unos segundos, aun sin comprender que hacía en aquel lugar...a lo mejor y ahí fue donde...de nuevo la mano gruesa de Nathan se apropió de la suya, sin poder saber si estaba furioso o solo no expresaba nada.

Tomaron asiento en un pequeño espacio, que podía decirse la sala, mientras que la única cama, algo grande para estar sola, se divisaba en el fondo.

Unas miradas hubo entre Stana y Mikaela. Nathan dejó que su respiración volviera a estar estable.

- Pensé que vendrías solo. – por fin, las miradas dejaron de agobiar el momento.

- Si...es que necesito un favor tuyo. – Stana solo lo volvió a observar, ahora entendiendo más que hacían en aquel hotel.

- Tú dirás...

- ¿Viste el periódico que salió hace unos días atrás?

- No, ¿por qué? – Stana solo se mantenía callada.

- Pues una foto de ambos...besándonos...salió en la portada.

- ¿Qué?

- Sí.

- Vale, – dijo después que salió de sus asombro – creo que ya voy entendiendo que hacéis vosotros aquí.

- ¿Ah si? – peguntó Stana irónicamente. A pesar de todo podía observar como ella le echaba ojitos a Nathan.

- Nathan nos dejas hablar a solas, ¿por favor? – él se quedó en silencio unos segundos, y después salió hacia la pequeña cocina de la habitación.

- Stana mira...

- No necesito que me expliques nada, yo no sé ni que hago aquí. – se iba a levantar cuando ella la tomó del brazo. Pensó en por qué hoy todos hacían lo mismo.

- Por favor, – ella volvió a tomar asiento. – Nathan me contó lo que hay entre vosotros.

- Lo que había, vale...había – rectificó.

- Como sea...no voy a decirte que la foto es falta o confirmarte que nos besamos, porque lo que yo te diga no cambiara nada. Tu decidirás que creer y lo que no. Solo quiero que sepas que ese hombre, te ama como loco, y siempre lo ha hecho. Mira, la relación de ambos fue bonita, mientras duro, pero siempre hubo un obstáculo en ella...TÚ. A pesar de que el mismo tratase de creer que no sentía nada, siempre estuviste ahí. Entonces fue cuando comprendí que nunca podía llegar a nada serio con él. No puedo competir con algo que está puesto por el destino. Ahora nosotros somos amigos, y si te dijo la verdad, en toda la cena no hizo más que hablar de lo feliz que estaba de que le dieras una oportunidad. – tomó las manos de ella – si de verdad lo quieres, no dejes que un mal entendido ruine lo vuestro. Sus ojos estaban llenos de ilusión y amor, algo que nunca pudo ver cuando estaba junto a mí.

- Se quedó callada unos momentos – Si le creo...pero no es tan fácil. El sigue con Krista, y yo no sé si poder vivir toda la vida en esta incertidumbre de...

- Como dije antes, la decisión es tuya, lo único que no quiero que sea por mi culpa que rompáis.

- Trato de sonreír – Muchas Gracias por tus palabras.

- Nate – grito Mikaela – ya puedes venir.

- ¿Qué paso?

- Nada, creo que será mejor dejar la cena para otra ocasión. – sonrió – Vosotros necesitáis hablar, aunque no pienses que te desharás de mí.

- Lo sé. Cuando vuelvas a los LA me llames.

- Seguro. –se despidieron.

Cuando volvieron a estar solos, ninguna dijo nada. Ahora caminaban sin ningún agarre, aunque ambos en el mismo instante.

- Ni pienses que con esto te voy a perdonar. – dijo Stana mientras apuraba el paso, con una risita que el no pudo ver.

- ¿Qué? Pero si...

- Nada, se te olvida que no estas disponible, tienes novia. – trato de guardar la risa.

- ¿En serio?

- Sí. No tengo culpa de que tengas pareja.

- Venga Tana, yo y Krista ...

- Supongo que la quieres mucho, ¿no? – adoraba volver jugar con él y quería darle una oportunidad, ambos se lo merecían.

- Por favor, sabes muy bien que no es así. – se detuvo y se acercó a su boca, uniendo sus labios, poco a poco. Ella dejó que se apropiara de su rostro. Aunque estaban en un lugar, algo público, a ninguno te importo. - a la única que quiero es a ti.

- Se limpió los labios, para molestarlo - Ni pienses que con esto te voy a perdonar – repitió.

- ¿Que quieres que haga? Además, ya no estoy con Krista.

- Me imagino que por la pelea de hoy, lo siento. – lo miró pícaramente.

- Ya por dios. Que tengo que hacer para que me perdones...en realidad ni se porque estoy pidiendo disculpas – pensó en alto – ya sabes que nunca bese a Mikaela y estoy soltero.

- ¿Y? Tienes que compensar las molestias.

- ¿Pero qué tengo que hacer?

- No sé, cúrratelo....

- se acercó de nuevo, robándole un beso – Podemos seguir haciendo esto aunque no me perdones, ¿no? – rio, mientras ella se pegaba en el pecho, volviendo a caminar.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora