Los ojos de Nathan comenzaron a abrirse, poco a poco, con molestia, ya que las blancas cortinas dejaban que el sol llenara la habitación de claridad, y fuerza.
Cuando casi logró que la intensidad no fuera tan penetrante, vio como en su mano descansaba un collar. Recordó. Su vida. Aquel metal bordaba los momentos, los días a su lado, su sonrisa; toda ella. La S cubrió su corazón de todo eso que nunca olvido. Suspiro. Cómo había podido dejar que la venganza, el odio, y todo aquello que tanta tristeza causó en él, la lastimara. Que sus palabras, la hirieran y que la promesa que hizo una vez, se viera interferida por su maldito orgullo.
Un sonido lo interrumpió. Quitó unas cuantas lagrimas que se habían intercalado entre sus pensamientos y lograron escapar sin permiso.
- Pasa.
Y fue cuando la vio, perfecta. Su pelo simplemente encima de sus hombros, su ojos lograron que la luz de la ventana quedara sumisa a ellos, y su sonrisa; esa la cual era su fuerza, su vida.
- Hola. - Stana saludó. - Alguien quería saber cómo estabas. - sonrío, y Sophia apareció detrás de su madre, mientras él solo observaba lo parecida que era a ella; nunca se cansaría de observarla.
- Hola pequeñaja. - estaba feliz. Todo lo que deseaba lo tenía entre esas cuatro paredes.
- Hola Nate. Como estas? - preguntó, y se acercó un poco a la cama.
- Muy bien. - junto sus manos.
- Mami me dijo que te habías hecho pupa. - dijo mirándolo a los ojos.
- Si, pero ya estoy bien. - sonrío, y trató de cogerla en brazos para ponerla a su lado; pero fracasó.
- Venga mi amor. - Stana lo hizo por el, y colocó a la pequeña a su lado. Esta comenzó a observar cada parte a su alrededor.
Nathan al saberlas ahí, a su lado, cuidándolo, dejó que su corazón mandara, y recordó las tantas veces, en las cuales era él quien le decía a Katic que dejará que el mismo fluyera, y no pensara en el mañana.
- Como sigues? - Preguntó, y jugó con sus manos.
- Ahora mucho mejor. - sonrío.
- Me alegra. - se sonrojó, por cómo era, por esos hermosos ojos azules que tanto ama, y porque su Nathan estaba devuelta.
- Y a mí, que estéis aquí. - toco sus dedos y los junto a los suyos.
Cookie, al poco rato llego a ver a su hijo, aunque al observar la situación decidió tomar a su nieta a por un batido, y dejar a los dos solitos.
- Gracias por el collar. - dijo Nathan, cuando sintió la puerta cerrarse por completo.
- No tienes porque. Solo quise que cuando despertaras sintieras que sigo aquí; que a pesar de todos los años, los retos, y los malos ratos, aquí estaré siempre.
- Pues, gracias por eso. - acaricio el corazón en él. - Siempre lo tengo conmigo, por lo qué significa, y porque es como tener una parte de ti.
- Yo también. - rebuscó por su cuello, y poco a poco dejó ver un collar igual, pero con la N.
- Eres perfecta.. - la observó, detenidamente. Hace mucho que no lo hacía.
- Tu sí que eres perfecto.
- No. He cometido errores, te he herido. He logrado que me odies, en vez de intentar que te enamoras de mi, otra vez.
- Pero...como quieres que me vuelva a enamorar de tu, sino te he dejado de querer.
- Te amo. - lo dijo. Al final dejó que todo eso que tanto impedía su amor, se fuera. Dejó hablar a su corazón. Quiso ser testigo de cómo el mismo latía con toda la fuerza, como sus manos experimentaban como nuevo, ese sentimiento.
Deseó besar sus labios por primera vez, para llegar a los mismo como el que descubre el paraíso, llenándolos de lo mejor; de su vida.
Sus ojos buscaron el avellana en los de Stana, para intentar expresar todo aquello que sus palabras, o sus besos no habían podido.
No necesitaba nada.
No quería nada.
La tenía ella.
Su vida; en sus manos, siendo él el amo de su destino, el dueño de camino.
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Y Si Te Quedas, Qué?
FanfictionLe quiero, por como es, por como me mira, aunque no seamos nada. Me duele cuando sus labios no solapan los míos, como sonríe al verla. Quiero decirte, pero tengo miedo a su rechazo, a su cambio y sobre todo a que nunca mas volvamos a ser los míos. N...