Parte 41

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Los ojos de Nathan comenzaron a abrirse, poco a poco, con molestia, ya que las blancas cortinas dejaban que el sol llenara la habitación de claridad, y fuerza.

Cuando casi logró que la intensidad no fuera tan penetrante, vio como en su mano descansaba un collar. Recordó. Su vida. Aquel metal bordaba los momentos, los días a su lado, su sonrisa; toda ella. La S cubrió su corazón de todo eso que nunca olvido. Suspiro. Cómo había podido dejar que la venganza, el odio, y todo aquello que tanta tristeza causó en él, la lastimara. Que sus palabras, la hirieran y que la promesa que hizo una vez, se viera interferida por su maldito orgullo.

Un sonido lo interrumpió. Quitó unas cuantas lagrimas que se habían intercalado entre sus pensamientos y lograron escapar sin permiso.

- Pasa.

Y fue cuando la vio, perfecta. Su pelo simplemente encima de sus hombros, su ojos lograron que la luz de la ventana quedara sumisa a ellos, y su sonrisa; esa la cual era su fuerza, su vida.

- Hola. - Stana saludó. - Alguien quería saber cómo estabas. - sonrío, y Sophia apareció detrás de su madre, mientras él solo observaba lo parecida que era a ella; nunca se cansaría de observarla.

- Hola pequeñaja. - estaba feliz. Todo lo que deseaba lo tenía entre esas cuatro paredes.

- Hola Nate. Como estas? - preguntó, y se acercó un poco a la cama.

- Muy bien. - junto sus manos.

- Mami me dijo que te habías hecho pupa. - dijo mirándolo a los ojos.

- Si, pero ya estoy bien. - sonrío, y trató de cogerla en brazos para ponerla a su lado; pero fracasó.

- Venga mi amor. - Stana lo hizo por el, y colocó a la pequeña a su lado. Esta comenzó a observar cada parte a su alrededor.

Nathan al saberlas ahí, a su lado, cuidándolo, dejó que su corazón mandara, y recordó las tantas veces, en las cuales era él quien le decía a Katic que dejará que el mismo fluyera, y no pensara en el mañana.

- Como sigues? - Preguntó, y jugó con sus manos.

- Ahora mucho mejor. - sonrío.

- Me alegra. - se sonrojó, por cómo era, por esos hermosos ojos azules que tanto ama, y porque su Nathan estaba devuelta.

- Y a mí, que estéis aquí. - toco sus dedos y los junto a los suyos.

Cookie, al poco rato llego a ver a su hijo, aunque al observar la situación decidió tomar a su nieta a por un batido, y dejar a los dos solitos.

- Gracias por el collar. - dijo Nathan, cuando sintió la puerta cerrarse por completo.

- No tienes porque. Solo quise que cuando despertaras sintieras que sigo aquí; que a pesar de todos los años, los retos, y los malos ratos, aquí estaré siempre.

- Pues, gracias por eso. - acaricio el corazón en él. - Siempre lo tengo conmigo, por lo qué significa, y porque es como tener una parte de ti.

- Yo también. - rebuscó por su cuello, y poco a poco dejó ver un collar igual, pero con la N.

- Eres perfecta.. - la observó, detenidamente. Hace mucho que no lo hacía.

- Tu sí que eres perfecto.

- No. He cometido errores, te he herido. He logrado que me odies, en vez de intentar que te enamoras de mi, otra vez.

- Pero...como quieres que me vuelva a enamorar de tu, sino te he dejado de querer.

- Te amo. - lo dijo. Al final dejó que todo eso que tanto impedía su amor, se fuera. Dejó hablar a su corazón. Quiso ser testigo de cómo el mismo latía con toda la fuerza, como sus manos experimentaban como nuevo, ese sentimiento.

Deseó besar sus labios por primera vez, para llegar a los mismo como el que descubre el paraíso, llenándolos de lo mejor; de su vida.

Sus ojos buscaron el avellana en los de Stana, para intentar expresar todo aquello que sus palabras, o sus besos no habían podido.

No necesitaba nada.

No quería nada.

La tenía ella.

Su vida; en sus manos, siendo él el amo de su destino, el dueño de camino.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora