Parte 30

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La vida no se puede pensar mucho. Tenemos que actuar, con serenidad, pero conscientes de que a lo mejor mañana no estaremos, o que la persona que amamos ya no estará ahí para soportar nuestros miedos, nuestras locuras, y ser juntos testigo del amor.

Perdemos muchos tiempo en comprender si es lo correcto, que cuando miramos atrás, ya no estará, y pasará. El presente, hay que vivirlo, sin temor del futuro, sin temor a ser lastimados, porque el amor siempre te lastima, aunque estés feliz.

Tú presente es siempre lo que importa para forjar el mañana, porque si hoy no dejaste atrás tus miedos, no tendrás un mañana.

Stana se lo repetía una y otra vez. Aunque estaba más segura, viviendo junto a Nathan, de sus sentimientos, siempre quedaría esa piedrecita que rozaría y haría preguntas. Así era ella. También, el saberlo lejos por unos días, hizo que ya lo extrañara, y que lo disfrutara a cada segundo.

Se levantó de la cama; su cama y caminó por el jardín unos minutos.

- Hola, babe. - saludo Nathan, besándola.
- Mmmm. Hola. Me he levantado muy tarde?
- río - Solo un poco, ya casi me iba.
- Sin despedirte de mí? - se hizo la ofendida.
- Eso nunca... - sus brazos la enredaron.
- ahora, fue ella quien lo besó. - Bien. Entonces, ya te tienes que ir?
- Sip... - mordisqueó su cuello.
- Y no tienes unos minutos para que me vista y te lleve al aeropuero.
- Para eso y mucho más... - la fue encarcelando, entre su cuerpo y la pared. Acaricio sus labios, dejando que la pasión fluyera.









- Todo listo? - preguntó Mark.
- Si señor, he hecho mi trabajo como ordenó. - respondió un electricista, que había vivido toda su vida de trabajos ilegales.
- Pues aquí tienes tu paga. - le extendió un fajo de billetes.
- Muchas gracias. Y cuando tenga otro problema, ya sabes dónde encontrarme. - le dio la mano y se retiró.








- Cariño, ya me voy.
- No.... - comenzó hacer círculos en su mano.
- Venga, Tana.... - la abrazó.
- Es que tengo un mal presentimiento.
- Por favor, el lunes estaré de vuelva para trasladar lo que falta. Oye, pero no te líes con mi madre.
- Lo prometo - río.
- Nathan, ya tienes que irte. - expresó Michelle.
- Ella no va contigo? - preguntó Stana.
- No, me encontrara en Australia mañana, aún tiene papeleo que hacer.
- Ah ya... - colocó su cabeza en el pecho de Nathan.
- No pensé que te pusieras tan sentimental, amor.
- Yo? Para nada, si tengo unas ganas que te vayas para ir a ver a Mark y eso... - sonrío y pego sus labios a los de el. - Claro que si, tonto. Me vas a tener que dar muchos besos de recompensa cuando regreses.
- Y podemos empezar desde ahora? - preguntó pícaramente.
- Por supuesto.

Nathna sujeto la cabeza de Stana y se apropió de su lengua al instante que sus bocas se unieron.

- Por qué sonríes?
- Porque me encanta la sensación... - acaricio sus mejillas, a las vez que sus manos realizaban el mismo movimiento en su cuello.
- Y a mí.
- Te amo...
- Hoy no me lo habías dicho, ni cuando... - agarró su trasero, logrando que ella gimiera. - Yo también te amo, babe.
- Me llamas cuando llegues, vale?
- Si...
- No, prométemelo. Te conozco y seguro que te duermes o das un paseo.
- Que si, que te lo prometo. Ya estás peor que mi madre cuando me mandaba de excursiones con el colegio.
- Amor, y te acuerdas de eso? Fue hace ya un buen rato.
- Que me estás diciendo? - le hizo cosquillas.
- Nada...
- Más te vale.
- Nathan, venga ya...- volvió a gritar Michelle.
- Pues ahora sí, te amo.
- Y yo más. Te voy a echar de menos. - lo besó.

Vio cómo su sombra se difuminaba a la vez que sus pies se acercan más al jet. El corazón le latía a mil por otras, y no sabía el motivo. Algo dentro de ella le gritaba que no lo dejara ir, pero creía que solo era miedo a estar sin el.

Tiró un beso al aire; ese aire que iba a envolverlo en el recorrido. El aire que abrazaría a Nathan cuando ella no podía, y sería su testigo.











La noche cayó, por primera vez, siendo Stana la única que la presenciara. Las sabanas azules la envolvían, cubriéndola del frío que su cuerpo soltaba. Dio unas pequeñas vuelvas.

La puerta se abrió de un movimiento y observó, al instante, los ojos llorosos de Cookie. Respiro.

- Que paso? Nathan está bien?
- Stana, cariño... - se sentó a su lado.
- Cookie, por favor, dime qué pasa. Me estás asustando. - sus manos empezaban a temblar, cada vez con más intensidad.
- Michelle me acaba de llamar.
- No..... - se agarró la cabeza y bajó los ojos.
- La torre de control la ha llamado para informarle que el jet se ha perdido del radar... - aunque deseaba llorar y maldecir, se quedó en silencio. Observó cómo Stana se derrumbaba poco a poco. Ella tenía que estar ahí. - Estaban cerca del Océano Índico, y... - la miro a los ojos. - desde la Costa India se ha visto cómo caía y explotaba...

Stana sintió como sus párpados se caían, con desgano, y sus manos chocaban contra la cama, logrando una fuerza indescriptible. Quiso morirse, quiso que su mundo desapareciera. Unas lágrimas lograron que su cara se humedeciera, mientras que las únicas palabras que murmuraba eran "No...no".

Su corazón se rompía, como nunca antes lo había hecho, mientras veía como su vida corría delante sus ojos. Sus sueños, sus anhelos, sus planes, eran solo eso. Como iba a vivir ahora sin el? Lo había hecho por mucho tiempo....pero en aquel instante no encontraba la respuesta.

Se acomodó en el resguardo de Cookie, quien la acompañó en el sentimiento y también derramó algunas lágrimas.

Sus sollozos contaminan el ambiente de tristeza y desgracias, hasta las hormigas podían sentirlo, y lo compartían. Quiso seguir lamentándose, pero ya ni fuerzas le quedaban.

- Quiero estar sola... - observó a Cookie, marcharse, como había hecho Nathan, aunque él, sin regreso. Volvió a llorar.

Camino hacia el baño, y vio una foto de ambos, la primera que había colocado. La tomó y tiró contra al suelo. Le procesaba una rabia grande a la vida, al momento...

Se observó en el espejo, lentamente. El llanto volvía a ser estragos en el contorno. Se volvió a derrumbar, pero ahora con sus manos agarrando su cabello, lo más fuerte que podía.

Unas tijeras hicieron un hoyo en su mente, algo grande. Volvió a caminar unos centímetros, para tomarla, y sostenerla por unos largos segundos. Pensó, imaginó y comprendió.

El fino filo de sus lados crearon la via de escape de su sangre y sus miedos. No era un cobarde, solo una luchadora sin fuerzas, y sin motivos. Presenció como las gotas caían en el suelo y ahora sí, como de su cuerpo todo abandonaba. Pensó en el, para ser sinceros, fue su último pensamiento; sus ojos, su sonrisa, tus labios, tu pelo, su....


*****

Bueno chicas, sé que me odiaran jajajaj y lo siento #sorrynotsorry pero este es el final de la primera parte de esta historia.

Me ha encantado escribir estos capítulos, y saber que os ha gustado, también. Como siempre es un placer.

Amo a Stana, a Nathan, y espero que su historia continúe en otro mundo xD, o a lo mejor no...quién sabe?

Y si se queda, que?

Pronto empezaré con la segunda parte de la historia. Espero que sigáis leyendo.

Besitos y gracias.

Os amo ❤️

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