Parte 42

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Las tardes de primavera donde el sol seguía siendo el testigo de la vida en Los Ángeles, eran las adoradas por Stana, y sobre todo, porque aún podía disfrutar del aire despeinar su cabello mientras recorría las calles en su pequeña bicicleta. Podía decirse lo único constante en su vida durante tantos años. Ese pequeño vehículo había sido el testigo de sus desvelos, de sus tardes en las montañas, de los primeros pasos de su pequeña, y sobre todo le brindaba una seguridad infinita.

Esta vez, regresaba de un largo y agotador día de trabajo. A pesar de lo mucho que había echado de menos actuar e introducirse en la piel del personaje, todo volvía a ser muy nuevo. También, la falta de Nathan en su rutina no ayudaba demandó a es sentimiento.

Nunca pensó volver a compartirlo con él, y mucho menos como su compañero de aventura, como su resguardo y refugio. Aunque, al final así había comenzado todo, y así quería que fuera todos los días de su vida; con él como testigo de la misma y su fiel amigo, y amante.

Quién diría que a pesar de las dificultades, de las noches de lagrimas, de sus tardes hablándole a su vientre abultado sobre su hermoso padre, los despertares con su foto a su lado; había tenido resultado; lo tenía junto a ella, junto a su vida. Comprendía que aún necesitaba saber mucho de su tiempo desparecido, de sus miedos actuales y sus problemas; pero estaría ahí siempre, como alguna vez se lo prometieron.

Suspiró el fresco aire, y dejó que inundará sus pulmones por unos muy largos segundos, donde solo respiraba paz, para después dejarlo ir.

Sonrío al verse ya en el hospital. Tenía demasiadas ganas de verlo, de volver a rozar sus labios y repetirle las veces que serían necesarias, que lo amaba demasiado; como siempre y que combatiría todo aquello, pero juntos. Quería tanto en ese instante, deseaba que todo volviera a ser como antes, que pudiera eliminar todo lo que ambos habían sufrido, y sobre todo sus ojos tristes al verla con Mark. Nunca debió de tomar aquella decisión, pero fue lo que comprendió indicado ante la situación.

No pensó más, y solo abrió la puerta de la habitación, al ya verse allí.

- Ba.... - aunque la palabra que su boca quería gritar no fue expresada completamente, su mundo se vio destruido, o esfumado ante ella.

- Hola Stana. - sonrío Kate, mientras acariciaba el brazo de Nathan, que solo la miraba....

- Hola. - fue lo único que dijo, y trató de sonreír, amablemente.

- Que tal? Vienes a ver cómo sigue? - Kate miro y deslizó suavemente los dedos por los labios de Fillion.

- Si. Los chicos querían... - en ese momento algo, extraño, se subió por todo su cuerpo. Solo comprendía que necesitaba irse de aquel lugar. - saber cómo estaba. - dijo sin más.

- Muy bien, gracias por venir. - al final, Nate pronunció palabra.

- No hay de qué, me hacía camino a casa. - lo miro, pero solo un momento, porque todo él la perdía en un mundo de fantasías.

- Y que tal está la pequeña? - preguntó, porque necesitaba su excitante contacto visual, aunque también había echado demasiado de menos a su pioja.

- Muy bien, también me estuvo preguntando por ti, y quería venir, pero tenía baile.

- Será como su madre, entonces. - interfirió Kate.

- Será lo que ella quiera ser. - rectifico.

- Es preciosa... - un pensamiento se le escapó a Nathan en voz alta.

- Si que lo es. - sonrío Stana, de solo pensar en su Sophia. - pero bueno, - intentó cambiar de tema - ya tengo que irme, solo vine para saber qué tal estabas.

- Quédate otro poquito, que ya Kate se iba, verdad? - la miro, fijamente.

- Si, tengo aún varios asuntos que resolver con lo de mi padre. - el ambiente cambio, y Nate no pudo dejar de acariciar sus dedos.

- Stana observó la escena. - lo siento.

- Gracias, - limpio una lagrima solitaria que había escapado - Pero hay que seguir con la vida como él hubiera querido. - se levanto. - Mi amor, después vengo a verte. Ponte bueno pronto que se te echa mucho de menos, te amo - lo beso.

- Eso tratare. - sonrío.

Ambos, Katic y Fillion, esperaron que Kate se marchara por completo, para que la habitación se cubriera de un silencio demasiado incómodo.

Sus miradas no coincidían en ningún momento, pero no por qué no fuera deseado, sino porque, Stana temía lo que podía transmitir en ella.

- Lo siento. - dijo Nathan, aun con ella de pies, delante de su cama.

- No entiendo por qué? - masajeo sus manos.

- Por favor, no vengas ahora con eso, sabes muy bien porque te lo dijo, y lo qué significa. - levantó la mirada, pero no encontró nada.

- Pues yo no puedo entenderte. - se alejó un poco, pero él se movió unos milímetros para sujetar su mano. Ella solo le dedico una mirada, demasiado fría para su gusto.

- No, por favor, déjame explicarte. - le dolía, porque siempre era quien la hacía sufrir. El tiempo no parecía transcurrir estando ellos; los mismos celos, los mismos malentendidos, y sus mismos sentimientos.

- Nada. Estáis juntos, y comprendo que en estos 3 años no pretendía que te quedaras solo; yo lo sabia. - estaba enojada.

- Tu me dices eso? Tú precisamente? Tú que inmediatamente me olvidaste por otro, tú que le entregaste mi hija a ese idiota; tú? - se quitó el pequeño aparato que tenía en el dedo para medirle el pulso.

- Si, porque a pesar de todo, yo estoy hoy aquí... - dio media vuelta, y sonrío, pero solo por sarcasmo. - sabes? Venía de decirte que quería comenzar una vida contigo, sin nadie más; que había dejado a Mark, que te quería a ti; pero no comprendo porque siempre tengo que ser yo quien me adapte a ti, a tu vida. - volvió a reír. - y tú me hablas de lo que ocurrió hace 3 años?, venga ya. - comenzaba a aparecer cúpulas en sus ojos. - No sabes nada, vale, nada de lo que pase y porque lo hice, así que mejor te callas. Es que...soy una tonta, quise olvidar todo, y solo comenzar... Algo imposible.

- No, por favor. - se mordió su labio inferior para no dejar que las lágrimas fueran las dueñas de su rostro.

- Ya basta, lo único que puedo recordar es eso, tú diciéndome que te deje explicármelo, que todo es un mal entendido y tus por favores...ya no me los creo. - sus ojos se interceptaron inmediatamente.  - Ya basta... - repitió y se marchó.

Lo amaba tanto, como para no dejar que la hiciera daño otra vez. La había daño en demasiadas oportunidades, y seguía siendo el mismo, a pesar de todo.

Pero; si sabía que estaban comprometidos.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora