Parte 22

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Las horas habían volado, esta vez más rápido de lo normal. Se despidió de sus compañeros y deseo poder enviarle un mensaje a Stana, solo al menos para decirle que la amaba.

Era mejor asi...

El recorrido fue rápido, y su espera por la invitada, también. Krista ya estaba ahí.

Se sentó en la sala y dejó sus carpetas, tratando de acomodarse. Era imposible.

-    Pues aquí estoy. ¿Que querías decirme? - se recostó al respaldar y dejo que su cabeza hiciera un ligero movimiento hacia atrás.

-    Jugó con sus dedos, y lo miró - ¿Me puedes traer algo de tomar, primero? - sonrió.

-    Suspiro y se movió, cuando al final había encontrado su agrado en aquel mueble - ¿Lo mismo de siempre?

-    Sí.

Esperó que sus pasos fueran casi nulos y tomo su móvil. Marcó.

-    Ya estoy aquí.

-    Vale. Envía el mensaje sin que se dé cuenta, lo demás ya lo sabes.

-    Y como sabré...

-    Yo te llamare.

-    Vale.... - cambio el tema de la conversación cuando Nathan volvió - si Jake, mañana hablamos y... - su móvil murió o por lo menos fue lo que le hizo creer.

-    Dios...Nathan, pudieras prestarme tu móvil.

-    Si claro.

Al principio se hizo la que necesitaba espacio para hablar, así que se retiró un poco. Buscó el contacto de Stana y le mandó un mensaje. Ya sabía por Mark, que había hecho su tarea, que Nathan no le había comentado nada sobre su visita.

Corazón he cambiado de parecer y te extraño mucho. Te espero en mi casa.  - Dejo de teclear, pero tenía que ponerlo - Te amo

Después elimino el mensaje, como si nada hubiera pasado e imitó como si estuviera hablando.

Mientras tanto en la casa de Stana todo era silencio. Por segunda vez, en aquel día, el teléfono había hecho un ruido espantoso en su cabeza.

Sin ganas, lo tomó. Pero después todo el cansancio se le fue. Sonrió plenamente al ver el buzón. Se levantó lo más rápido que pudo y se vistió.

Sin embargo, en casa de Nathan la charla aun no comenzaba. Krista buscaba cualquier excusa para demorarla.

Él ya le había prestado, también, el cargador  para el móvil.

-    Pues bueno...después de todo...

-    Sí. - ahora ambos estaban de pie, el dando unas pequeñas vueltas. - solo quería que supieras que, a pesar de todo sigo enamorada de ti - era lo único cierto que él iba a escuchar en toda la noche - pero comprendo que estés enamorado de otra persona. La otra noche, fue una locura - ¿de verdad que lo había sido? Deseo que él se hubiera dejado llegar por la pasión que algún día los unió...o ¿era solo deseo? - bueno...en conclusión quería decirte que aunque sea quisiera ser tu amiga...no quiero perder eso. - no se le ocurría nada más y el móvil no sonaba, aun.

-    Mira Krista...no sé si podríamos ser amigos, no se...- y ahí estaba. El móvil se hizo presente, en la conversación. Ella vio el número y sonrió.

-    Nathan yo se...- se fue acercando poco a poco a el - yo solo quiero... - despacio para que a ella le diera tiempo a ver - un beso de despedida. - se apropió de su cara y labios, fulminando todos sus sentidos. Algo inesperado. Acaricio su pelo y mordió el labio inferior. Las manos de Nathan estaban quietas.

Lo tomó por sorpresa, al igual que a Stana, quien miraba desde la ventana. Volvía a presenciar uno de sus besos, otra vez. Quiso entrar y aclarar todo, pero por primera vez, le dio a Nathan el beneficio de la duda. Volvió a tomar su carro. Hoy no podía hablar, a pesar de todo, le afectó ver esa escena.

-    Krista por favor. - se separó, pero ya era tarde. Stana se había marchado y ella había dejado sus labios rojos, corrido, de su pintalabios.

-    Lo siento...lo siento. Será mejor que me marche. - por su cara, parecía apenada, pero en realidad había disfrutado poder besarlo otra vez y fastidiarle la relación que tenía con Stana - Hasta luego - tiró la puerta.

Nathan se volvió a recostar en el asiento y ahora sí que se tomó todo el whiskey que se había servido. Un trago largo y fuerte recorrió por su esófago haciendo que sus ojos se cerraran y después disfrutara del efecto de la bebida.

Necesitaba dormir...pero en realidad, lo que quería era tener a Stana a su lado. Poder sentir su aroma y como sus manos recorrían su cuerpo, delineando su cintura. Recordando sus gemidos cuando ellas llegaban a su cadera y seguían su camino.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora