Parte 36

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Sus manos acarician su espalda descubierta, la cual rasguña con desespero por recorrerla completa. Ella gime, y muerde su labio inferior. Nathan no resiste el sonido tan agridulce que su boca pronuncia, y la calla solapando sus labios, juntos. Ella repite sus mismos movimiento, sus brazos en su cabello, y después juega con la sensibilidad de su cuello.

- Kate... - gime este, cuando su corazón comienza a latir fuertemente. - Llegaremos tarde. - fue lo único que su boca dejó escapar.

- Y? Los invitados pueden esperar. - ahora su mano descendió por todo su pecho, hasta encontrarse con su cremallera.

- Por favor... - suplicó, cuando sus fuerzas comenzaban a irse de su cuerpo.

- Vale... - besó sus abdominales, suavemente. - Pero después continuamos. - encerró su labio superior con sus dientes.

Nathan, al final, recobró la cordura, y se dispuso a continuar colocándose la camisa de cuadros azul, para su pedida. Ninguno de los dos habían querido comprometerse tan rápido, pero también comprendían que Willian quería ver a su hija vestida de blanco, en el altar.

Pensó que las veces que imagino compartir ese momento con Stana, verla con esos vestidos que tanto le gustaba de las boutiques, pegado a su cuerpo, sonriendo, y siendo tan feliz.

La realidad nunca es igual que los sueños.

Se miró en el espejo, y pensó que si era lo que realmente quería, si sus besos y sus gemidos podían ser destinados a otra persona. A pesar de esos años de soledad y amor por parte de Kate, todas las noches se dormía pensando en ella, en su aroma y sus dulces ojos, diciéndole todo lo que quería oír.

Su madre se asomó por la puerta.

- Estas muy guapo... - sonrío, porque amaba a su hijo desde siempre, y ahora saberlo vivo y a su lado, la hacía mucho más contenta.

- Gracias. - se giró y la abrazó.

- Estas seguro? Kate es buena chica, no se merece que la lastimen. - acaricio su mejilla.

- No lo haré. - trató de sonreír, porque sabía por dónde venía la conversación. Con su madre siempre sabía; Stana.

- Deberías pensar más, si dar este paso o no.

- No tengo nada que pensar, gracias a ella estoy vivo, gracias a ella estoy aquí. - volvió a girarse hacia el espejo y colocó su corbata.

- Esto me suena a agradecimiento. - se colocó detrás de él, y lo ayudó.

- No sabes lo que es. - se enfadó. - Y por favor, no te inmiscuyas. 

- Vale. - lo miro, y se retiró.

No atendió a los pensamientos que comenzaron a atormentar su mente, como hacía últimamente con su corazón. En ese instante, comprendió las veces que Stana le hacía caso a su razón, en el pasado.

Camino por el largo pasillo, y recordó cuando minutos antes de su partida a Australia, hace 3 años, las huellas de Stana; y las suyas, quedaron empotradas en aquella pared, juntos a sus alientos.

Movió la cabeza para que todo eso quedará atrás.

Observo como su futura esposa saludaba a los invitados. Y dio gracias a la vida, por ponerla en su camino, por dejarlo amarla.

- Hola otra vez. - lo saludó.

- Hola, amor. - colocó su mano en su espalda y juntó sus manos.

- Listo? Después de esto, sí que no te puedes arrepentir. - sonrío.

- No tengo pensado hacerlo. - río y la besó.

En ese instante, una voz muy familiar para el, los interrumpió. Pudo sentir como la sangre le ardía, y sus puños se cerraban automáticamente. Un puto mes, escondiéndose para encontrar pruebas, y nada. Ahora, se aparecía en su casa. Trató de controlarse, de pensar en ella y su pequeña.

- Hola Kate. - dijo Mark.

- Hola. - fue lo único que pudo pronunciar Stana, al verlo ahí. Quería llorar, pero no sabía porque. De rabia, a lo mejor, por saberlo bien, con otra; o de alegría, de volver a ver sus hermosos ojos azules.

- Este es mi novio; o diría prometido, ya... - río, y lo miro.

- Como quieras cariño. - la beso, pero fue por Stana, para que lo viera feliz, como pensaba que ella era.

- Mucho gusto. - interfirió Mark. Que a pesar de querer matarlo otra vez ahí, sonrío. Creyó haberse deshecho de el, pero no, ahí estaba. Por eso Stana estaba tan rara últimamente, pensó.

- Perdona. - Está se disculpó.

Corrió, por el jardín, y maldijo su vida. Por qué tenía que ser todo así con el? Quería enfrentarse al mundo esta vez, quería gritar que estaba vivo, que era suyo; pero como todo, el lo arruinaba.

Las lágrimas acariciaron el maquillaje, y lo destruyo, como hace el mar al chocar con las rocas ásperas, esas de su lugar, de su inicio. Suspiro.

Pudo sentir alguien detrás suyo.

- Por eso era, no? Volví a ser la tonta que te quería, que pensaba que todo podía seguir como antes. La tonta que lloro todos los días tu muerte, la que deseo haberse muerto contigo. - su miraba se había perdido en el arbusto a su lado.

- No, déjame explicarte.

- Se giró. - Estoy harta de tus explicaciones, de tus mentiras. - giró - de tus te amo sin valor.

- Por favor. - la agarró del brazo. Era igual, todo era igual. Lo comprendió, en aquel instante. Sus lágrimas seguían doliéndole, seguían causándole asco a sí mismo, por ser el motivo. Quiso llorar, también.

- Nada. - se soltó con todo su fuerza. - casi muero por ti... - pensó - que tonta fui. Mi vida no era nada después que te marchaste, mientras tú la rehacías con ella. Eres la peor persona del mundo, no puedo creer que alguna vez estuve enamorada de ti. Te odio tanto, Nathan Fillion. - su cara lo decía todo. Sus ojos, estaban cristalinos, y él comprendió que todo lo que decía era cierto, lo odiaba.

- No digas eso, por favor. - la sostuvo un momento, cuando ella decidía retirarse. - No te vayas, déjame explicarte todo.

- Disfruta de tu fiesta, con tu novia y déjame en paz a mi. - hubo un momento donde solo volvió a odiarlo con tanta fuerza, porque seguía siendo guapo, porque seguía teniendo poder sobre ella.

Nathan la vio marcharse, y consolarse en los brazos de Mark. Mientras, él la abrazaba con fuerza, como el quería hacerlo. Le había hecho daño, mucho daño. Aunque, solo podía pensar en que estaba con Mark, y que todo era un montaje, ella lo sabía todo. También era culpable.

***
Sé que he tardado bastante en actualizar, y lo siento.

Espero que me perdonéis por hacerle tanto daño a estos dos 🙈

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora