Parte 35

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Sus dulces ojos, comenzaron ha abrirse despacio, tratando de encontrar la pasión desbordada tiempo atrás en aquel lugar, y su cuerpo desnudó junto a su seca piel. Acaricia el espacio a su lado derecho, pero no está. Sus pupilas dejan el cómodo despertar y buscar en todas partes de la habitación. No está. Se maldice por eso, y lo maldice a él por tan cruel partida. Lo odió por dejarla sola después de que ambos se amaran sin control, por tomarla como una cualquiera y dejar que sus sentimientos cayeran de la nube que creó. Pero, al final, no puedo.

Se viste lo más pronto posible con la fina esperanza de encontrarlo en la planta baja, con unas frutas, su sonrisa y su amor.

Las escaleras se le vuelven eternas, un laberinto en el cual la salida nunca fue descubierta y en el mismo que se ve atrapada. Suspira; por ser tan tonta, y comienza a pensar que fue un sueño. Porque eso es lo que ha sido, se niega a creer que su Nate la dejaría así, sola y con tanto amor y preguntas en su corazón. O, es que no puede comprender que ella también sufrió, que ella también vio como su vida se marchaba con su partida, con su tristeza.

Caminó, por las calles, cuál vagabundo, con sus ojos llenos de cúpulas y aún con culpa, pero feliz. No estaba loca, no era una fantasía, era su realidad; había sido suya otra vez, suya...para siempre.

Su móvil comenzó a sonar, y pensó en Nathan. A lo mejor se había arrepentido, a lo mejor quería volver atrás y estar juntos.

- Nate? - preguntó.

- Perdona...

- Ah Tam... - suspiró, sin ganas.

- Porque dices Nate? Cariño, por favor, no volvamos... - se estaba comenzando a preocupar.

- No estoy loca, estuve con el. - sonrío, e imaginó todo otra vez.

- Que dices? - no la entendía.

- Si, esta vivo. Estuve con él, hicimos el amor.

- Como es eso posible? - aún no le creía, porque después de lo mucho que había sufrido, sabía que se imaginaba cosas. Que lo vea y lo sentía, pero no era cierto.

- No lo sé, pero está vivo. Me besó, y era el. Era su aroma, sus manos, su respiración.

- Estas segura? No es otra de tus fantasías?

- Si Tam, es verdad. - río fuertemente - está vivo. Pero por favor, no digas nada todavía. Te lo cuento, porque eres mi amiga, y necesitaba sacar esta felicidad que llevo dentro. Aunque creo que estaba enojado, no se...pero tampoco quiero pensar en eso ahora.

- Pero como fue? Como lo encontraste?

- Mejor hablamos otro día, y te lo cuento mejor. Quiero gritar Tam, lo amo; es tan bonito, es tan mío. - cerró y abrió los ojos varías veces.





Sabía que si alguien podía confirmarle todo, y tratarle de explicar lo ocurrido, porque tenía tantas preguntas, quería saber tanto; era Cookie.

Después del colegio, tomó a su pequeña y fue a casa de su amor. Volvió a sentirse tan bien ahí, los momentos de tristeza se desaparecían, se esfumaban con el viento, con todo lo malo ocurrido en los últimos años. Dejaban relucir su hermosa sonrisa, esa que estuvo escondida tanto y que tenía tantas ganas de volver a enseñar, pero que sólo él podía ser el causante.

- Hola. - sonrío y con la mano junto a la de Sophia, caminó hasta Cookie.

- Hola. - no podía hablar, sólo miraba a la pequeña que tenía delante, y sonreía; tonta. Era igual que su hijo; era su nieta, estaba segura. Se paralizó al verla, al saberla sangre de su sangre. Después, se acercó y acaricio su mejilla, era suave; y lograba el mismo gesto que con Nathan, que su nariz se arrugara y sus ojos disminuyeran de tamaño. - Es tan el, tan guapa.

- Ya vez... Es la única que me mantiene vivo su recuerdo. - la subió en sus brazos. - Peque, esta es Cookie, amiga de mama.

- sonrío, - Ho-a soy Sophia Polish Katic. - le extendió la mano.

- sonrío, era tan mona. Aunque, ella le extendió los brazos, y sintió como sus pieles se rozaban y su corazón desprendía algo inexplicable e inigualables; el amor de abuela. Se lamentaba por no estar antes juntas, por perderse de tanto. - Hola Sophia. Sabes, eres una niña muy linda.

- Sonrío - Grachias, usted es una señora muy linda, también.

Todos sonrieron.

- Princesa, puedes jugar. - le dio un beso, y la pequeña se retiró un poco de la mesa de la sala.

Hubo un tiempo de silencio, y Stana solo la miró.

- Estuve con Nathan. - se tapó los ojos, y volvió a respirar fuertemente. Cookie, solo bajó la vista. - Sabias que estaba vivo.. - Ella no hablo. - lo sabías, y me lo ocultaste...a mí.

- No, todos pensábamos que estaba muerto, incluso yo. Después...

- Pero entonces? - se levantó, las lágrimas volvieron a ser las que marcaban sus emociones.

- Tranquilízate. - en ese instante, Nathan, comenzó a escuchar detrás de las escaleras.

- Como quieres que me tranquilice, a ver, me toca, me hace el amor, y después se va. No se lo que piensa, si está enojado, si solo fue...nada.

- Stana... - le colocó las manos sobre los hombros, y la abrazó. Podía sentir su tristeza, su melancolía y su impotencia ante la situación, pero Natham era su hijo y tenía que respetar su decisión.

- Me voy a volver loca, el va a conseguir que me vuelva loca.

- le secó sus lágrimas. - Relájate, y respira. Vendrán tiempos mejores.

- Por favor, si lo vez, dile que lo amo, que he cometido errores, como todos, pero que mis sentimientos están intactos, que soy la misma tonta de siempre, que se muere por sus besos... - volvió a romper en llanto.

Nathan quería salir, pero había una parte en ella que él aún no le creía. A lo mejor, eran sus actos, que tenían más valor en ese instante o que estaba cegado por la ira, por saber que había perdido tantos momentos de su vida, con su mujer, con su hija, que sus verdaderos sentimientos no le dejaban ver la luz que volvía a asomarse ante el.

- Yo le diré. - cookie le sonrió. - ahora ve a casa, que la pequeña no puede verte así. Y perdóname por ocultarte antes lo de Nathan, pero era su decisión.

- Lo comprendió, y gracias por escucharme. - se despidió de su princesita, y volvió a experimentar ese consquilleo en su estómago y las mariposas revoloteando.

Esperó que se retiraran, y lo sintió detrás suyo.

- Dice la verdad, te quiere...llora por ti. Y tú no haces nada... - pero no se giró, no quería ver su cara, esa que ponía para que los demás no pudieran distinguir sus emociones.

- No yo le creo... - corrió detrás de las escaleras, y dejó que Cookie lamentará esa transformación en el.

Cuando dejaras que tú corazón hable....

***

Y aquí estoy chicas, volviendo a retomar la historia, y esperando que me sigáis acompañando en esta aventura.

Y Si Te Quedas, Qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora